Dos mensajes envió el papa Francisco al Congreso sobre Pastoral de las Grandes Ciudades. El primero fue un mensaje leído en el acto celebrado el 25 de noviembre pasado en la basílica de la Sagrada Familia; el segundo, el discurso espontáneo que nos dirigió a todos los que participamos en la segunda fase, a quienes nos recibió en audiencia el 27 de noviembre. Eran días muy intensos para el Santo Padre, con sus viajes al Parlamento Europeo dos días antes y a Turquía al día siguiente. Nos hizo un discurso muy suyo comunicándonos su larga experiencia de pastor de Buenos Aires, un conjunto urbano que incluye 11 diócesis y 13 millones de habitantes.
En la audiencia, de casi una hora de duración, Francisco nos hizo un diseño de cómo ve él la Iglesia en una gran ciudad. Lo primero que pide a esta Iglesia es un cambio de mentalidad, una conversión a una actividad evangelizadora que dialogue con la multiculturalidad de la gran ciudad, que no tema el pluralismo y el hecho de que el mensaje de la Iglesia ya no sea el único referente cultural de la ciudad y a menudo tampoco sea el más escuchado.
Pide también el papa Francisco una Iglesia sensible a la religiosidad del pueblo, con la lectura profunda que hace de este hecho la reflexión de las diócesis latinoamericanas, sobre todo en el documento de Aparecida, en el que el cardenal Bergoglio tuvo un papel muy destacado, ya que fue el jefe del grupo de redacción de este documento que resume el pensamiento de la última conferencia general de los obispos de América Latina y del Caribe.
Francisco contempla, en la gran ciudad, una iglesia en salida, que no espera sólo que las personas vengan, sino que sale al encuentro de todos, en la medida de sus posibilidades; una Iglesia samaritana –aludiendo a la famosa parábola del Evangelio– que quiere estar en medio de la ciudad, al servicio de todos y sobre todo de los más pobres y marginados, de los que más sufren.
En el mensaje papal que se leyó en la Sagrada Familia, dice el Papa: «Me alegro de los esfuerzos realizados y animo a todos a seguir reflexionando creativamente sobre la manera de afrontar la misión evangelizadora en los grandes núcleos urbanos, cada vez en mayor expansión». El Santo Padre nos invita a seguir trabajando en la pastoral de las grandes ciudades. En mi saludo del inicio de la audiencia hice referencia a este punto de su mensaje y le dije que tomábamos nota y que estábamos dispuestos a continuar. De eso se trata, que no sea un hecho aislado sino el inicio de un proceso. Tengo en este sentido dos previsiones: la constitución de una fundación que se dedique a fomentar el estudio de las grandes ciudades para ofrecer elementos y medios para la pastoral de las grandes concentraciones urbanas; y, en segundo lugar, la celebración este curso de una jornada diocesana dedicada sobre todo a ver cómo el contenido del Congreso y las enseñanzas que nos ha ofrecido el Papa nos interpelan como pastores –sacerdotes y laicos– de nuestra archidiócesis, que es eminentemente urbana.