“Improvisado” y “sin haberse verificado técnicamente”: con estos términos el presidente de la Academia de la Ciencia de Nicaragua, Manuel Ortega Hegg, ha definido el “cambio” en el trazado del Canal Interoceánico, para conectar el Pacífico y el Atlántico, anunciado el 10 de enero por el portavoz de la Comisión del Gran Canal, Telemaco Talavera. Según el portavoz, el canal ya no pasará a través de la zona de El Tule, Río San Juan, cuya población había protestado enérgicamente.


Para Ortega Hegg “los cambios deben basarse en estudios ambientales, sociales y de ingeniería. Esto demuestra que de alguna manera hay improvisación en el proyecto, y refleja el hecho de que no se están haciendo las cosas con la seriedad requerida”.

Según la nota enviada a la Agencia Fides desde una fuente local, Talavera ha respondido diciendo que “precisamente porque existe seriedad y responsabilidad informamos de los cambios, con el fin de reducir el impacto ambiental y social”. Algunos políticos también han expresado su preocupación de que en sólo dos días ha cambiado la ruta del canal, haciendo suposiciones sobre que esto sirva sólo para detener las protestas de la población. 

El obispo de Matagalpa, Rolando Alvarez, ha dicho que espera que el Gobierno de una ruta definitiva para la construcción del Gran Canal: “Estamos a la espera de ver cual será el trazado definitivo del canal, de forma que sea claro para todos la cuestión”.

Los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) han escuchado las explicaciones de los expertos sobre el impacto de la construcción del Canal, en la Academia de Ciencias de Nicaragua. Su Exc. Mons. Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua, en su cuenta de Twitter ha informado al respecto: “No nos oponemos al Canal, pero si se hace como está proyectado ahora, será un desastre”.