Francisco en Sarajevo exclama: "¡Nunca más la guerra!"

11.00 hs. Misa en el estadio. El Santo Padre afirma que la paz es un trabajo artesanal que se realiza día a día. ‘Esa persona, ese pueblo, que vemos como enemigo, tiene mi mismo Padre en el cielo’

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Música, cantos, aplausos y bailes en el Estadio olímpico de Sarajevo desde primeras horas de la mañana para recibir al Santo Padre. Más de 60 mil personas han acogido con entusiasmo la llegada del Pontífice a las 11 de la mañana. Banderas del Vaticano y de Bosnia-Herzegovina ondeaban mientras Francisco hacía su entrada en el jeep descubierto.         

En la santa misa, que ha sido celebrada por la paz y la justicia, han participado heridos y mutilados de la guerra que en los años 90 golpeó a los Balcanes.

Durante la homilía, el papa ha recordado que la palabra “paz” es palabra profética por excelencia. Paz “es el sueño de Dios, es el proyecto de Dios para la humanidad, para la historia, con toda la creación. Y es un proyecto que encuentra siempre oposición por parte del hombre y por parte del maligno”, ha asegurado el Papa. Asimismo ha advertido que actualmente estamos viviendo una especie de tercera guerra mundial combatida ‘por partes’; y, en el contexto de la comunicación global, se percibe un clima de guerra.

Al respecto, Francisco ha indicado que hay quien quiere crear y fomentar deliberadamente este clima, “en particular los que buscan la confrontación entre las distintas culturas y civilizaciones, y también cuantos especulan con las guerras para vender armas”. Por eso, el Pontífice ha querido explicar qué significa la guerra: niños, mujeres y ancianos en campos de refugiados; desplazamientos forzados; casas, calles, fábricas destruidas y sobre todo vidas truncadas. Hoy se eleva una vez más desde esta ciudad el grito del pueblo de Dios y de todos las personas de buena voluntad “¡Nunca más la guerra!”, ha exclamado.

La palabra de Jesús, “Bienaventurados los constructores de paz”, resuena como un rayo de sol en este clima de guerra, ha asegurado el Papa. Y ha añadido que “es una llamada siempre actual, que vale para todas las generaciones”.

Al respecto, Francisco ha subrayado que hacer la paz es un trabajo artesanal: requiere pasión, paciencia, experiencia, tesón. Hacer la paz –ha observado– es un trabajo que se realiza cada día, paso a paso, sin cansarse jamás.

Y¿cómo se construye la paz?, se ha preguntado el Obispo de Roma. “La paz es obra de la justicia”. Y no una justicia declamada, teorizada, planificada… “sino una justicia practicada, vivida”. A propósito, el Santo Padre ha recordado que el Nuevo Testamento enseña que el pleno cumplimiento de la justicia es amar al prójimo como a sí mismo. Y las cosas cambian cuando seguimos este mandamiento. “Esa persona, ese pueblo, que vemos como enemigo, en realidad tiene mi mismo rostro, mi mismo corazón, mi misma alma. Tenemos el mismo Padre en el cielo”, ha observado.

Y San Pablo en la segunda lectura indica las actitudes necesarias para la paz: compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro. Estas son las actitudes para ser “artesanos” de paz en lo cotidiano, allí donde vivimos, ha explicado Francisco.

Pero también ha advertido que “la paz es don de Dios, no en sentido mágico, sino porque Él, con su Espíritu, puede imprimir estas actitudes en nuestros corazones y en nuestra carne, y hacer de nosotros verdaderos instrumentos de su paz”.

Antes de la bendición final, el cardenal Puljić, arzobispo de Sarajevo, en su discurso dirigido a Francisco le ha dicho que “su palabra de padre, la oración de pastor y su presencia fuerte y con autoridad nos dan la fuerza de vivir aquí y trabajar con los otros para construir la paz y el diálogo en este país”. Por otro lado ha recordado que a lo largo de la historia han vivido distintas oleadas de persecuciones, de martirio y de injusticia, como muchos otros. “Gracias a la fe valiente de nuestros antepasados y al fomento de la fe en la familia, hemos sobrevivido hasta hoy”, ha acentuado el cardenal. Para concluir sus palabras, ha pedido al Pontífice que “nos incluya en sus oraciones para que no renunciemos a afrontar cada día los numerosos desafíos de la vida”.

Al finalizar la Santa Misa, el Santo Padre se ha trasladado en coche a la nunciatura apostólica donde come con los obispos de Bosnia-Herzegovina.

 
 
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Rocío Lancho García

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