Juan Carlos Cruz, víctima chilena de los abusos de Fernando Karadima © Zenit/Rosa Die

Juan Carlos Cruz, víctima chilena de los abusos de Fernando Karadima © Zenit/Rosa Die

Juan Carlos Cruz, figura clave para emprender el camino de renovación en la Iglesia de Chile

«Mi fe es importante. María me ha cuidado todo el tiempo».

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(ZENIT – 4 febrero 2019).- Juan Carlos Cruz Chellew fue una de las tres primeras personas en denunciar los abusos sexuales por parte de un sacerdote en Chile. En concreto, los que vivió en la década de los años 80 por el entonces sacerdote Fernando Karadima, de la parroquia de El Bosque, en Santiago.
El Papa Francisco se reunió con él cuando viajó a Chile en enero de 2018, y en el vuelo de regreso a Roma, pidió perdón a “todos aquellos a los que ofendió” por haber desestimado la acusación al obispo Juan Barros por falta de “pruebas”. Previamente, el obispo de Osorno había sido acusado de haber tenido conocimiento del abuso sexual de su antiguo mentor, Fernando Karadima, mientras era seminarista.
El Papa aclaró en el vuelo papal: “En Iquique, respondí una pregunta de un periodista sobre el Obispo Barros. Usé el término `prueba´ y dije: `El día que tenga pruebas, hablaré´. Desafortunadamente, sé que muchas personas que son abusadas no pueden mostrar evidencia, no la tienen y no pueden tenerla, o si lo hacen, están avergonzadas… Tengo que disculparme porque la palabra “prueba” me dolió, mi expresión no fue apropiada. Presento mis disculpas si he hecho daño sin darme cuenta, sin querer, me duele mucho… Es por eso que ya no quiero usar el término “pruebas”.
“Doctores del alma”
El testimonio de Juan Carlos abrió el Encuentro sobre ‘La Protección de los Menores en la Iglesia’, convocado por el Papa Francisco y celebrado del 21 al febrero de 2019, con la participación de 190 representantes de la Iglesia en todos los continentes.
“Ustedes, son los doctores de las almas, y sin embargo, con excepciones, se han convertido en algunos casos, en los asesinos de los almas, en los asesinos de la fe”: palabras que Cruz dirigió a los sacerdotes y religiosos, en su testimonio, proyectado en una pantalla, en el aula nueva del Sínodo, donde se reunieron esos días.
A Juan Carlos le conocen bien en el Vaticano. Monseñor Scicluna le había contactado dos semanas antes de empezar el Encuentro para invitarlo a venir a Roma, en nombre del Santo Padre. Además, el periodista chileno, ahora residente en Estados Unidos, tiene una gran amistad con el Cardenal O’Malley, Arzobispo de Boston y gran conocedor del problema de los abusos sexuales en la Iglesia, y con Jordi Bertomeu, el catalán que permanece en la sombra redactando cruciales informes para el Santo Padre, y visitando a víctimas junto a Mons. Charles J. Scicluna, nombrado recientemente secretario adjunto de la Congregación para la Doctrina de la fe.
El creyente chileno se reafirma en la esperanza: “Tengo expectativas, pero no cambia todo de un día para otro. No sé si tú o yo veremos los resultados”.
«Queremos una Iglesia renovada, queremos que esta Iglesia resurja y vuelva a ser lo que era, que sea una Iglesia libre de la lacra de los abusos y de la cultura de encubrimiento», pide Juan Carlos. «Si no van a cumplir eso, que se vayan porque aquí ya no hay lugar, y esto es como una bola de nieve. El modelo chileno ha sido impresionante para lograr que otros países también vayan explotando como está pasando en España y lo que va a pasar en muchos otros países: en Costa Rica, en Perú y en otros países».
En busca de una nueva vida
Él al principio no hablada de su mala experiencia: “Yo tenía este horror en alguna parte de mi cuerpo, y lo tenía en un cajón ahí, guardado. De repente salía y lo pasaba mal, o de repente estaba deprimido, y yo no entendía por qué”.
“Yo viví con depresión –narra el chileno–. Traté de suicidarme a los 20 años, dejándome morir después de una operación, y no recuperándome, deseando morirme».
Ahora es vicepresidente de la multinacional Global Fortune, una de los mejores 150 compañías en los Estados Unidos de América, vive en Filadelfia y logró dejar atrás los fantasmas del que un día fue sacerdote: Fernando Karadima, retirado del ministerio sacerdotal por el Papa Francisco.
El año 2010 fue el año que supuso para Juan Carlos ‘El fin de la inocencia’, afirmación que dio título a su libro, su testimonio personal. (Debate, 2014).
James Hamilton, amigo de la infancia, médico en la actualidad, casado y con hijos, se había puesto en contacto con otros sobrevivientes del abuso del sacerdote, entre ellos, Juan Carlos. Gracias a esta proposición, con el importante apoyo del abogado Hermosilla, los 3 amigos –Cruz, Hamilton y José Andrés Murillo– declararon ese año frente a un fiscal civil.
Jaque mate a Karadima
“Yo había hecho mi castillo en Estados Unidos. Hice mi vida allá, me escapé allá y yo no quería saber de esto”. Yo dije: “A este tipo nunca lo vamos a poder cazar de ninguna forma, porque es amigo de Pinochet, amigo del maléfico Sodano, amigo de todos los poderosos”.
Fernando Karadima era un sacerdote muy influyente en la sociedad chilena, con importantes contactos políticos, civiles y religiosos en el país en el periodo de la dictadura de Augusto Pinochet.
En 2011, el Vaticano declaró a Karadima culpable de abusar sexualmente de menores, en ocasiones por la fuerza. Fue sentenciado a una vida de penitencia y oración, y se le prohibió tener contacto con antiguos feligreses o realizar cualquier acto eclesiástico de forma pública. El Papa Francisco lo expulsó del sacerdocio de manera oficial el 28 de septiembre de 2018.
Cardenal Erráruriz
“Para contar la historia, fuimos a la Iglesia, el cardenal Errázuriz –retirado del consejo de asesores del Papa en diciembre de 2018– no hizo absolutamente nada”. Nadie nos creía. El cardenal Errázuriz vino a envenenar al Papa Francisco, le decía que nosotros éramos unos mentirosos… Y claro, el Papa Francisco se fiaba, pero lo engañaba. Esto ha sido una pelea de 8 años”, recuerda Cruz.
Tras la polémica desatada por el caso del obispo Juan Barros (también denunciado por Juan Carlos Cruz), sentenciado a retirarse a un monasterio para una vida de “oración y penitencia”, sin ninguna misión pastoral, el Papa pidió perdón a las víctimas de abusos y personas que se ofendieron con los comentarios acerca de la supuesta inocencia de Barros, al no tener “pruebas”.
Amistad «sanadora» con el Papa
Mons. Scicluna y el sacerdote Jordi Bertomeu fueron a entrevistar a Juan Carlos Cruz a Nueva York, tras interrogar a otras en Chile. Le dijeron que él era el testigo principal y que él no podía testificar por Skype. “Después de hablar con Scicluna y después de hablar con Bertomeu, me di cuenta que eran hombres buenos y que querían de verdad que algo cambiara. Entonces hice una rueda de prensa después de esa reunión, porque pensé que tenía que mandar un mensaje a Chile, como la gente me cree tengo que aprovechar eso para decir ‘sí’, confíen en estas personas, y testificaron como 70 personas, se elaboró un informe de 2.300 páginas, donde se expuso toda la verdad, no solo de Juan Barros, de todos estos obispos”.
Después de esto, el Papa invitó a Juan Carlos, a James Hamilton y a José Andrés Murillo al Vaticano. Tras la publicación de la carta del Papa al pueblo chileno, en mayo de 2018, Juan Carlos viajó a Roma, donde el mismo Francisco le recibió. “Vine a Roma, conversé con él, y ahí surgió una verdadera amistad que para mí ha sido salvadora y sanadora”.
Previamente, el superviviente de los abusos de Karadima se había a reunido varias veces con el Papa. La primera fue en Chile, un viaje apostólico (enero 2018) que quedó marcado por el dolor y la desconfianza a la Iglesia. Esos días, los medios de comunicación de todo el mundo retrataban las calles de Santiago con gran ausencia de fieles la capital de Chile.
«Mi fe es tremendamente importante»
El chileno se declara abiertamente católico. De hecho, su mensaje es claro: “Yo creo que el Papa ha hecho mucho bien para la Iglesia en Chile, porque la verdad teníamos unos obispos que eran unos verdaderos delincuentes, y todavía los tenemos pero yo creo que el Papa en este momento está buscando la gente idónea para seguir cambiando, y seguir haciendo cambios radicales en Chile que eso va hacer mucho bien”.
“Para mí, mi fe es tremendamente importante. Es donde pongo mi corazón. Yo no estaría aquí hablando contigo si no fuese porque yo tengo hoy fe. Para mí la imagen de María ha sido mi sostenedora. María me ha cuidado todo el tiempo. En los momentos en los que más triste, más solo he estado, ella ha estado conmigo”.
“Me han dicho de todo, enemigo de la Iglesia, pero me he mantenido fuerte gracias a mi fe, y porque conozco a muchos sacerdotes y religiosas y laicos y laicas que creen en la Iglesia, y que sé que no son malos, como por desgracia, son otros”.
“Lo que hemos tenido en Chile por años, son obispos que eran mentirosos, que escondían, que destrozaban documentos, que vendían una falsa realidad de Chile”. Juan Carlos vivió todo el proceso con sus amigos James Hamilton y José Andrés Murillo, gracias al trabajo y al apoyo del abogado Juan Pablo Hermosilla, fue “el que realmente nos cambió la vida, porque nos armó de valor, nos ayudó, y gratis. Él ha sido una maravilla en mi vida”, relata Cruz.
Prevención de abusos
Este ha sido uno de los temas principales que han tratado en la cumbre mundial celebrada en Roma para combatir el problema de los abusos en la Iglesia. El sobreviviente chileno opina que primero «hay que tener protocolos sólidos y ser cautelosos en ejecutarlos».
«Tenemos que estar vigilantes, estar renovando, hay que estar extra preocupados. Después llegará un tiempo que tenemos que esperar que se normalice la situación, pero en este momento hay que estar extra vigilantes», aconseja.
Fundación ‘Para la confianza’
A Juan Carlos le ha ayudado mucho compartir su testimonio «porque como católico, yo quiero que este problema se solucione, pero no puedo culpar a otras víctimas que estén absolutamente dolidas, que estén absolutamente enfurecidas por todo lo que ha pasado, aquí se ha tratado a gente muy mal», opina.
«Obispos que han negado, que han re-traumatizado varias veces a varias víctimas, diciéndoles mentirosos. Tratándolos como a mí, enemigo de la Iglesia, como que estoy mintiendo aquí y allá», asegura el periodista.
Por ello, Juan Carlos junto a sus 2 amigos José Andrés Murillo y James Hamilton –también sobrevivientes de abusos en Chile– y el abogado Juan Pablo Hermosilla, crearon hace 8 años la ‘Fundación para la Confianza’.
La misión de la Fundación es luchar contra el abuso sexual infantil, a través de la orientación y acompañamiento a personas que han sido víctimas de abuso sexual durante su infancia, y la generación de herramientas y estrategias de prevención especialmente en los contextos educativos y que trabajan con niños, niñas y jóvenes.
«Es un referente en Chile», señala Cruz. Invitan a José Andrés Murillo –el actual director– a dar charlas de prevención, tenemos grupos de ayuda mutua, tenemos asistentes sociales, pero lo que sí sobre todo tenemos es un montón de gente buenísima, abogados, asistentes sociales, psicólogos que quieren trabajar con nosotros, así hemos podido ayudar un montón de víctimas.
Denuncias falsas
«Ahí ha sido clave nuestro abogado al que queremos como a un hermano, que también es director de la formación, se llama Juan Pablo Hermosilla. Es un tipo que nos ha ayudado, nos ha contenido y nos ha hecho ver que después de una tragedia se puede vivir bien, ser feliz y ayudar, y sacar cosas buenas de una tragedia así».
Revisando estudios de otras fundaciones, y con su propia experiencia, Juan Carlos asegura “es muy raro que una víctima haga una denuncia falsa, que puede pasar, pero es extremadamente raro”. “Es muy raro que alguien hable de algo horrible que ha vivido y que sea falso”, explica Juan Carlos, “porque la vergüenza es espantosa, el daño es tremendo que puede haber pasado, que pasa a lo mejor, pero si pasa, pero es mucho más la verdad y los casos de denuncias falsas son absolutamente extraños y únicos”.

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Rosa Die Alcolea

Profesional con 7 años de experiencia laboral en informar sobre la vida de la Iglesia y en comunicación institucional de la Iglesia en España, además de trabajar como crítica de cine y crítica musical como colaboradora en distintos medios de comunicación. Nació en Córdoba, el 22 de octubre de 1986. Doble licenciatura en Periodismo y Comunicación Audiovisual en Universidad CEU San Pablo, Madrid (2005-2011). Ha trabajado como periodista en el Arzobispado de Granada de 2010 a 2017, en diferentes ámbitos: redacción de noticias, atención a medios de comunicación, edición de fotografía y vídeo, producción y locución de 2 programas de radio semanales en COPE Granada, maquetación y edición de la revista digital ‘Fiesta’. Anteriormente, ha trabajado en COPE Córdoba y ABC Córdoba.

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