(zenit – 11 dic. 2020).- El Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral organizó ayer jueves 10 de diciembre de 2020 el cuarto encuentro de reflexión sobre los temas centrales de la crisis humanitaria que afecta a Siria, Irak y países limítrofes.
Tal y como ha informado la Santa Sede en una nota, el acto, celebrado vía online por motivo de la COVID-19, gozó de la participación de más de 50 organizaciones benéficas católicas y nuncios apostólicos en representación de episcopados locales, entidades eclesiales y congregaciones religiosas cuya labor se realiza en estos países asiáticos.
La reunión estuvo desarrollada a partir de cuatro sesiones: situación política y diplomática, la Iglesia en Siria e Iraq, la cuestión del retorno y migrantes y desplazados y los organismos católicos: de la emergencia al desarrollo. El Papa Francisco también intervino a través de su videomensaje dedicado a los participantes del encuentro.
Introducción de Parolin
La inauguración la hizo monseñor Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados, quien comenzó leyendo el discurso del cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, quien no pudo acudir.
En su discurso, el purpurado reconoce que en la región el panorama general está “caracterizado por la crisis económica, agravada por el estancamiento político o incluso por la crisis institucional y, más recientemente, por la pandemia Covid-19”. Ante esta situación de “absoluta gravedad”, anima a todos a llevar adelante “los proyectos en Irak, Jordania y Turquía” y pide un particular compromiso en Siria y en el Líbano.
“Hoy más que nunca”, insiste, “no debemos desatender las necesidades de la población, debemos renovar como Iglesia nuestro compromiso caritativo al lado de los más frágiles y necesitados, promoviendo también acciones innovadoras, sin olvidar la formación de nuestros trabajadores, tanto profesional como espiritual”.
También se refiere al Líbano, “golpeado por el colapso del sistema financiero, la crisis socioeconómica y la explosión del Puerto de Beirut”, donde se vuelve urgente la necesidad de “un fuerte compromiso no sólo para la reconstrucción sino también para el apoyo a las escuelas católicas y de los hospitales, dos piedras angulares de la presencia cristiana en el país y en toda la región”.
Mayor estabilidad
La primera sesión de debate fue abierta por Mons. Gallagher, quien esbozó un resumen de la situación socio-política en Oriente Medio. Ante las “tensiones y conflictos” que atraviesan la región, el prelado expresó la esperanza de que los “recientes acuerdos de Abrahán” puedan favorecer “una mayor estabilidad”, y que los retos en el campo, “desde los humanitarios hasta los políticos”, se afronten “con sinceridad y coraje”.
Asimismo, aseguró el constante compromiso de la Santa Sede a favor de la paz: “El Evangelio adquiere una nueva fuerza de atracción”. En este contexto, el Cardenal Mario Zenari, nuncio apostólico en Siria, ofreció una vez más su testimonio personal sobre las consecuencias humanas y materiales de la crisis del país, un drama que sigue afectando a 11 millones de personas.
Comunidades cristianas
La situación de las comunidades cristianas que residen en los países afectados por la guerra fue el centro del discurso del cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales: Ante la “herida” de la emigración, que afecta sobre todo a los jóvenes, expresó su deseo de que se haga todo lo posible para evitar un “Oriente Medio monocromo que no refleje en absoluto su rica realidad humana e histórica”.
En esta vasta región, prosigue, hay hombres y mujeres que desean “regresar a su propia tierra” para “volver a construir sus sueños”, incluso logrando aprovechar las posibles oportunidades de las crisis en curso.
“Los cristianos están llamados, como todos los ciudadanos”, insiste, “a contribuir al nacimiento de una nueva Siria, un nuevo Iraq según su propia identidad enunciada en los principios de la no violencia, el diálogo, el respeto de la dignidad humana, los derechos humanos y las libertades fundamentales, el pluralismo, la democracia, la ciudadanía, el estado de derecho, la separación entre religión y Estado”.
El tema de los migrantes y las personas desplazadas fue abordado por el alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Filippo Grandi.
Clausura del evento
La reunión fue clausurada por el cardenal Peter K.A. Turkson, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, y el secretario General de Caritas Internationalis, Aloysius John, que reflexionaron sobre el papel de las agencias católicas y cómo pueden promover la transición de la fase de emergencia a la del desarrollo integral.
El purpurado subrayó la necesidad de “dar a las personas un signo de esperanza concreta, para que puedan regresar a sus países y vivir en seguridad”. Por su parte, Aloysius John describió la ayuda material que la organización ofrece “para apoyar, acompañar y defender” a las “víctimas inocentes” de los conflictos, especialmente a “un gran número de minorías cristianas que son las más vulnerables”.
Este es un compromiso que no se limita a una simple respuesta a la emergencia, sino que es también un acompañamiento hacia el futuro, hacia la autonomía y una vida digna.
Propuestas
Caritas Internationalis presentó tres propuestas. La primera es el levantamiento inmediato de las sanciones para aliviar el sufrimiento de la población local y permitir que las organizaciones humanitarias respondan a las urgentes necesidades relacionadas con la proximidad del invierno y la pandemia de COVID-19.
La segunda es un aumento de los recursos financieros a destinar a los programas de ayuda para reconstruir el tejido social y responder a las necesidades de las comunidades locales. Por último, un mayor apoyo a los programas de las organizaciones de la sociedad civil destinados a prestar ayuda humanitaria y a promover la rehabilitación y el desarrollo.