Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk. Foto: Arquidiócesis de Westminster

¿Congelar la guerra en Ucrania? Responde obispo líder de greco-católicos, la más numerosa iglesia oriental en comunión con el Papa

Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk pregunta si “como pastor de este pueblo que sufre: ¿es posible sacrificar a millones de ucranianos que sufren atrocidades a manos de los ocupantes rusos por una supuesta paz? ¿Puedo sacrificar a mis comunidades y estar tranquilo, mientras nuestra Iglesia está prohibida en los territorios ocupados? ¿Puedo sacrificar a nuestros sacerdotes secuestrados por los rusos, de los que no sabemos nada desde hace un año?”

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(ZENIT Noticias / Roma, 06.02.2024).- Navidad y vida cristiana en Ucrania durante guerra. ¿Cómo tener esperanza entre bombas, drones y el enemigo a las puertas o dentro de tu ciudad? ¿Cuál es el futuro de los católicos cuanto terminen los combates? Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk, cabeza de la Iglesia greco-católica ucraniana y arzobispo de Kiev conversó con el periódico italiano Il Foglio, reflejando la vivencia de la fe de la comunidad católica en medio de la guerra.

«La hora oscura», como la nombró el Papa Francisco, necesita esperanza de que Dios está con nosotros. Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk explica: “Por supuesto, no es lo mismo celebrar la Navidad en Ucrania que en Italia, pero las bombas rusas no detienen nuestra fe y esperanza en el Señor de la paz. Para nosotros, la Navidad de hoy no es solo una invitación a estar juntos en nuestras familias».

Recuerda que «Desde hace dos años, el pueblo ucraniano se defiende valientemente de la agresión rusa a gran escala. La población civil de nuestro país está constantemente sometida a ataques con misiles rusos y, casi dos años después del inicio de la guerra, estamos viviendo la peor emergencia humanitaria en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. No hay familias en Ucrania que no hayan sufrido un duelo. Estamos pagando un precio muy alto por nuestra libertad y creo también por el futuro democrático de todo el continente europeo (…). Hay cierto hartazgo de los europeos y entran en juego sentimientos antiamericanos que ayudan a la propaganda rusa a continuar el exterminio de nuestro pueblo y hacer la guerra contra Occidente (…). El sufrimiento humano no puede convertirse en un mero tema de juegos geopolíticos, económicos o militares».

El arzobispo mayor de los greco-católicos ucranianos, la iglesia oriental en comunión con Roma más numerosa, dice que “Hay quienes plantean la hipótesis de la congelación de la guerra o la aceptación de compromisos territoriales para detener el conflicto. Pero yo respondo como pastor de este pueblo que sufre: ¿es posible sacrificar a millones de ucranianos que sufren atrocidades a manos de los ocupantes rusos por una supuesta paz? ¿Puedo sacrificar a mis comunidades y estar tranquilo, mientras nuestra Iglesia está prohibida en los territorios ocupados? ¿Puedo sacrificar a nuestros sacerdotes secuestrados por los rusos, de los que no sabemos nada desde hace un año? Estoy convencido de que congelar la guerra en Ucrania en el corazón de Europa significa dejar al régimen criminal de Rusia la oportunidad de reagruparse para atacar de nuevo con objetivos aún más ambiciosos».

Abordando el tema del nacionalismo ucraniano del que se acusa al país, el arzobispo Shevchuk refiere: «El tema del nacionalismo ucraniano ha sido promovido por la propaganda rusa durante décadas para aniquilar a Ucrania. Durante años, las emisoras rusas han estado transmitiendo mensajes sobre el régimen fascista en Ucrania y luego han encontrado el pretexto legítimo de invadir Ucrania (…). Me sorprende que dentro de la Iglesia Católica haya quienes retransmitan esta propaganda (…). La Iglesia greco-católica ucraniana, incluso a nivel oficial, ha condenado el nacionalismo radical como la ideología que inspira odio hacia otros pueblos”.

Con relación a la iglesia ortodoxa rusa, el líder de los greco-católicos dice que “El dolor de la guerra ha unido a muchos cristianos en Ucrania. La solidaridad cristiana frente al mal de la guerra trasciende todos los límites de confesión o división. Por lo tanto, las Iglesias y las organizaciones religiosas en Ucrania buscan cooperar para responder a los desafíos que la guerra nos plantea a diario. Por lo que se refiere a la Iglesia ortodoxa, vinculada al Patriarcado de Moscú, debo señalar que esta Iglesia está experimentando un gran malestar en la sociedad ucraniana (…). Cuando el Patriarca de Moscú justifica e invita al pueblo ruso a la guerra contra Ucrania, el gobierno ucraniano considera necesario revisar la actividad de la Iglesia Ortodoxa, vinculada a este Patriarca, en nuestro país (…). La Iglesia Ortodoxa Ucraniana del Patriarcado de Moscú se ha aislado de la sociedad. Por ejemplo, este año será la primera Navidad que Ucrania celebrará el 25 de diciembre, y ya no el 7 de enero, como sigue ocurriendo en Rusia”.

En otra parte de la entrevista Su Beatitud Shevchuk subraya que “Somos un pueblo gravemente herido en el alma y en el cuerpo. Cada uno de nosotros lleva la huella de esta guerra aterradora en nuestras almas, y muchos han impreso las marcas de ella en sus cuerpos como resultado de graves heridas y traumas. Para los próximos años, nuestra Iglesia ha definido su objetivo pastoral en el cuidado de las heridas de guerra. Estoy muy agradecido a aquellos pastores nuestros que no abandonaron sus rebaños, sino que, compartieron con su pueblo sus sufrimientos y tristezas, sus angustias y temores, y en circunstancias de peligro mortal, fueron un signo de la presencia amorosa e invencible de Dios en medio de su pueblo”.

Finalmente, sobre las heridas, contesta: “Debo decir que las heridas de esta guerra son muy profundas y dolorosas. Las cicatrices que Él ha dejado en los cuerpos sufrientes del pueblo ucraniano durarán mucho tiempo, y solo el Señor sabrá derramar el óleo santo de su amor misericordioso capaz de curarlos. Pero aún hoy no queremos ser esclavos del odio. Aunque el odio es una reacción normal al mal que estamos sufriendo, no podemos ceder a él, y mucho menos dejar que gane en nuestros corazones».

 

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Rafael Llanes

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