La organización benéfica también ha proporcionado ayuda de emergencia (incluidos alimentos) a cientos de personas expulsadas de sus hogares por la insurgencia. Foto: Ayuda a la Iglesia Necesitada

Burkina Faso: «la fe ha crecido» a pesar de los asesinatos

Un obispo local destacó que más de 200 escuelas se han visto obligadas a cerrar –incluidas 30 escuelas católicas– que solían ser ejemplos de armonía interreligiosa, y muchas familias musulmanas confiaban a sus hijos al cuidado de instituciones dirigidas por la Iglesia.

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(ZENIT Noticias / Burkina Faso (África), 17.03.2024).- Los cristianos en Burkina Faso amenazados por los yihadistas no tienen miedo de morir por su fe, según un líder de la Iglesia local, hablando después del brutal asesinato de fieles el domingo 25 de febrero de 2024.

El obispo Justin Kientega, de la diócesis de Ouahigouya, en el noreste de Burkina Faso, dijo a la organización benéfica católica Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) que la masacre de 12 personas durante un servicio de oración fue sólo uno de los muchos incidentes de terrorismo que han provocado el desplazamiento de más de dos millones de personas.

Mons. Kientega subrayó que, a pesar de las dificultades y la persecución, los cristianos han desafiado las exigencias de los terroristas de abrazar el Islam: “En esta situación, algunos cristianos aceptan morir. Muchos incluso se negaron a quitarse las cruces que llevaban. En algunos lugares las mujeres cristianas fueron obligadas a cubrirse, pero se niegan a convertirse al Islam. Siempre tratan de encontrar otras formas de vivir su fe y orar».

Añadió que “la fe ha crecido” a medida que la Iglesia se ha visto obligada a adaptarse a la desesperada situación: “Sabemos que el Papa está cerca de nosotros y sentimos la presencia de la Iglesia universal. Recibimos ayuda de ACN, que nos trae las cosas que necesitamos. Pero lo principal es orar para que el Señor toque los corazones de estos terroristas. Oramos por su conversión todos los días”.

ACN ha apoyado al clero, religiosos y seminaristas en Burkina Faso con estipendios para misas, tasas de formación y vehículos.

La organización benéfica también ha proporcionado ayuda de emergencia (incluidos alimentos) a cientos de personas expulsadas de sus hogares por la insurgencia.

El obispo Kientega dijo que antes podía viajar libremente a la frontera con Mali, pero todo cambió cuando estalló la insurgencia violenta en curso en 2015, y partes de su diócesis ahora están prohibidas debido a la actividad extremista.

Añadió que los grupos yihadistas quieren imponer el Islam radical a la población, diciéndoles “que no vayan a la escuela, que no obedezcan a la administración pública” e instruyendo “a los hombres a dejarse crecer la barba y a las mujeres a usar el velo islámico”.

“A veces toman a una persona y la matan delante de todos”.

En muchas ocasiones, la población recibió un ultimátum para que abandonaran sus pueblos y no regresaran, según Mons. Kientega.

Dijo que los cristianos –una minoría en la región– a menudo enfrentan instrucciones y castigos más duros. Añadió: “No hay libertad de culto. En algunas aldeas permiten que la gente ore, pero prohíben [la enseñanza de la fe cristiana]; en otros lugares, les dicen a los cristianos que no se reúnan en la iglesia para orar. Esto lleva a muchos a irse. En mi diócesis, dos de las parroquias están cerradas porque los sacerdotes tuvieron que irse, y otras dos están bloqueadas: nadie puede entrar ni salir”.

Quienes logran escapar se trasladan a pueblos y ciudades donde pueden contar con la protección de las autoridades.

Mons. Kientega dijo: “En todas las ciudades los cristianos están haciendo todo lo posible para ayudar a esta gente. En muchas parroquias son bienvenidos y tratan de conseguirles comida”.

El obispo destacó que más de 200 escuelas se han visto obligadas a cerrar –incluidas 30 escuelas católicas– que solían ser ejemplos de armonía interreligiosa, y muchas familias musulmanas confiaban a sus hijos al cuidado de instituciones dirigidas por la Iglesia.

Explicó que en muchos casos los jóvenes desempleados son atraídos a organizaciones terroristas con promesas de trabajo, pero los detalles de quién financia y arma a estos grupos no están claros.

El obispo expresó su agradecimiento a las autoridades civiles y a las fuerzas armadas por apoyar a la población y trabajar con la Iglesia para coordinar los esfuerzos de ayuda.

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Amy Balog

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