CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 28 enero 2004 (ZENIT.org).- El consuelo del creyente es la convicción de que Dios sigue sus pasos con amor y se pone de parte del bien «con su palabra y acción», asegura Juan Pablo II.
Es la conclusión a la que llegó en la intervención que ofreció durante la audiencia general de este miércoles, ofrecida a unos cuatro mil peregrinos en la Sala Pablo VI del Vaticano, dedicada a meditar en el Salmo 10, «El Señor, esperanza del justo».
«El Señor no es un soberano remoto, encerrado en su mundo dorado, sino una presencia vigilante que está de la parte del bien y de la justicia. Ve y provee, interviniendo con su palabra y su acción», afirmó el Papa.
Con esta reflexión, continuó con la serie de intervenciones que viene ofreciendo los miércoles sobre los Salmos y cánticos de la Liturgia de las Vísperas, oración de la Iglesia al finalizar el día.
El pontífice recordó cómo, en un primer momento, el Salmo 10 se convierte en portavoz de los temores o del desaliento que pueden apoderarse de todo aquel «que se siente sólo e impotente ante la irrupción del mal».
«Tiene la impresión de que se sacuden los fundamentos del orden social justo y que se minan las mismas bases de la convivencia humana», reconoció el obispo de Roma.
En esas ocasiones, como recuerda el Salmo, siguió diciendo, hay que elevar los ojos a Dios, quien «con su mirada penetrante abarca todo el horizonte humano».
«Dios puede escrutar y evaluar a cada persona, distinguiendo el bien del mal y condenando con vigor la injusticia», siguió explicando.
El «triunfo» del mal, reconoció, es por tanto sólo «aparente»; mientras que el justo recibe por promesa en el texto sagrado la posibilidad de un día ver al Señor, «juez y justo, pero sobre todo liberador misericordioso».
«Es una experiencia de comunión gozosa y de serena confianza en el Dios que libera del mal», reconoció.
«Una experiencia así la han hecho innumerables justos a través de la historia –concluyó–. Muchas narraciones describen la confianza de los mártires cristianos ante los tormentos, así como su firmeza, que no rehuía de la prueba».
El Papa, que apareció en discreta forma física, leyó su meditación en italiano y saludó en siete idiomas a los peregrinos presentes.
Es posible leer la serie de meditaciones que Juan Pablo II está pronunciado sobre los Salmos y cánticos de la Liturgia de las Vísperas en la sección «Audiencia del miércoles» de la página web de Zenit (www.zenit.org).