(zenit – 20 abril 2020).- Con motivo del confinamiento en las casas debido a la pandemia del coronavirus, en muchos países de Latinoamérica han aumentado los casos de violencia a las mujeres, ya que muchas de ellas están viviendo esta cuarentena junto a sus agresores.
“Es como un fantasma que araña la garganta, que persigue todo el día, que recorre los espacios privados, los más íntimos, que no te deja tranquila. Ata, ahoga el grito, da pánico. Así transcurre la rutina, cuando la casa no es lugar seguro, cuando quedarse en casa significa una amenaza”.
Así definen la violencia contra las mujeres desde la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) a través de un comunicado publicado el pasado 16 de abril de 2020.
Asimismo, destacan que la crisis por la COVID-19 no está impactando a todas las personas por igual, “la emergencia por la violencia machista la vivimos desde hace mucho, es una pandemia, que cuando se junta a otra pandemia, se vuelve más feroz”.
Alarma en la Amazonía
En la Amazonía, la de la violencia a las féminas, “es una realidad que grita”: “Los indicadores de agresiones físicas, sexuales, psicológicas a las mujeres en la región son alarmantes y en muchos espacios casi naturalizadas por las propias autoridades, por Estados y sistemas públicos machistas y violentadores”, continúa el comunicado.
Según el Mapeo Eclesial realizado por la REPAM, esta cuestión también está asociada al extractivismo, como un fuerte impacto social, económico y cultural, “donde la situación de las mujeres y niñas se invisibiliza y no se trata de la manera específica que urge”.
Además, la complicada situación que se está viviendo en la Amazonía debido a la pandemia no ayuda y agudiza el problema. La precaria situación de salud en esta región “no solo revela que la atención para salvaguardar la vida y la salud por la COVID-19 y el Dengue, es insuficiente y negligente, porque es una deuda permanente, sino que también arrastra procesos de atención y cuidado a víctimas de violencia de género, donde su vida está en riesgo todos los días”.
Números de atención
En la mayoría de los estados panamazónicos se han activado números de atención a la violencia contra las mujeres y niñas, aunque, en la mayoría de los casos, esta atención en las localidades amazónicas no están funcionando. Las casas no son lugares seguros para las mujeres, pero en esta situación de confinamiento, las posibilidades se reducen.
Según estudios específicos de organizaciones a nivel de la región, como ONU Mujeres, Surkuna de Ecuador y organismos estatales que atienden estos temas, al estar tan cerca de su agresor durante la cuarentena, las mujeres no pueden denunciarlo, no pueden hacer una llamada, ni tampoco pueden pedir ayuda.
Situación de los países
En Ecuador, en la provincia de fronteriza amazónica de Sucumbíos, la casa de acogida de la Federación de Mujeres está lista para atender a casos de violencia doméstica que tengan que ser albergados mientras dure la cuarentena. No obstante, los casos que han llegado son menos de los esperados.
Los reportes que llegan de Bolivia desde la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia (FELCV) indican que en lo que va de a cuarentena se atendieron 1.216 casos. Muchos de los delitos comunes han disminuido en gran medida, pero la violencia de género se ha incrementado.
La región amazónica del Beni, por su parte, ocupa los primeros lugares en estas tristes estadísticas.
En Perú se han confirmado 43 casos de violación, 27 de los cuales fueron a niñas. Las líneas telefónicas de atención están abiertas, pero los agresores se encuentran dentro de casa o escasos metros. El Gobierno ha optado por entregar el bono económico de ayuda a las familias a partir de las mujeres. Esto “supone una respuesta concreta a otra forma de violencia, que tiene que ver con la autonomía económica”.
En Colombia la línea de atención a mujeres reporta un aumento del 50% en la etapa de aislamiento social, y un 77% de las agresiones sexuales son cometidas bajo el techo de las víctimas. “Frente a ello, las mujeres solicitan que los espacios y protocolos estatales para la atención a la violencia de género no entren en cuarentena, que sigan trabajando y que cumplan toda la cadena”.
De la misma manera, desde ONU MUJERES se hace hincapié “en la atención a la salud reproductiva y a mujeres gestantes, mientras dura la emergencia y aún con los sistemas sanitarios colapsados”.
Es importante destacar que las mujeres ocupan el 74% de los puestos en el sector social y sanitario en América Latina. Asimismo, son las líderes comunitarias y defensoras, que están en el frente de batalla por la emergencia de la COVID-19.
Caso de Mayra
Mayra es una niña de 14 años, “nos sirve un almuerzo con su mirada triste y desviada, como llena de vergüenza”, relata la REPAM en su comunicado. En este caso, su padre persiguió al agresor sexual de su hija y sus gritos de auxilio alertaron a la policía. “Sus 3 hijas (solo una mayor de edad) atienden el bar de su padre a todos los comensales que pasan, que es punto de embarque e intercambio donde confluyen 2 ríos de esta gran Amazonía”.
Igualmente, la nora narra que Mayra “no ha recibido ningún tipo de atención especializada o cuidado tras haber sufrido un intento de violación por parte de un conocido del negocio familiar”, y su padre, que la culpó por “exponerse y provocar”, lleva tres días en estado de embriaguez por sentirse culpable.
Movimiento de mujeres
Esta pandemia de violencia machista continuará mientras que nosotros como sociedad “no hagamos esfuerzos por reconocerla y detenerla con acciones cotidianas y concretas”.
Pero en medio de ello, “el movimiento de mujeres, desde cada casa, desde cada ventana, desde cada rincón de la Amazonía y del mundo, gritando que ‘Si tocan a una nos tocan a todas’ y seguimos en pie, protegiéndonos, cuidándonos, acompañándonos”, concluye la REPAM en su comunicado.