Cardenal Rouco: La Iglesia en España no busca la confrontación

Inaugura la plenaria del episcopado

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MADRID, lunes, 22 noviembre 2004 (ZENIT.orgVeritas).- El cardenal Antonio María Rouco, presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), inauguró este lunes la asamblea plenaria de los obispos españoles, en momentos de discusión entre otras cosas por la defensa hecha por la Iglesia de la familia y la vida.

En este contexto, el arzobispo de Madrid subrayó en su discurso «el espíritu de diálogo» con el que la Iglesia quiere afrontar la creciente «tensión en el debate público».

«No tenemos nada contra el verdadero diálogo en el contexto de una sociedad democrática», afirmó el purpurado. «La Iglesia no tiene nada que objetar al pluralismo democrático. Por el contrario, quiere que sea respetado por todos y ella misma, al ratificar constantemente la trascendente dignidad de la persona, utiliza como método propio el respeto a la libertad».

«La Conferencia Episcopal y los obispos, en comunión con la Santa Sede, están siempre abiertos al diálogo con todos, en particular con las autoridades legítimas, a quienes compete la responsabilidad –reconocida por nosotros de buen grado– de ordenar la convivencia social por medio de leyes y disposiciones justas», explicó el cardenal Rouco.

«La jerarquía de la Iglesia no busca nunca la confrontación ni la asunción de competencias que no le son propias», subrayó con claridad.

Proyectos o medidas del gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero sobre el «matrimonio» homosexual (incluida la adopción), el divorcio «exprés», la ampliación de posibilidades de experimentación con embriones, o la eliminación del proyecto de reconocer académicamente la enseñanza de la Religión en las escuelas, han llevado en los últimos meses a suscitar este debate.

«He de repetir una vez más que la Iglesia respeta la independencia y la autonomía de la comunidad política, al tiempo que le ofrece su colaboración específica», dijo el cardenal Rouco.

Retos actuales para la misión de la Iglesia
El presidente de la CEE hizo un breve recorrido por algunos de los problemas actuales que pondrán especialmente a prueba la capacidad de diálogo
que los obispos quieren mantener.

Una vez más, el cardenal Rouco se refirió al «valor innegociable» de la vida y afirmó que «la protección jurídica adecuada de la vida humana constituye uno de los pilares fundamentales de la convivencia en libertad y en solidaridad».

Aunque el prelado reconoció que «afortunadamente no se prevé para esta legislatura la despenalización de la eutanasia», admitió también que «es preocupante que la apología de este delito haya adquirido enorme resonancia pública».

«Nos encontramos en la pendiente resbaladiza que conduce del aborto a la eutanasia. Es la lógica fatal de las excepciones legales a la protección del derecho a la vida», en cuyas excepciones el cardenal incluyó también «la que afecta a los embriones humanos usados como cobayas para la investigación».

«La doctrina católica sobre el comienzo y el fin da la vida humana ha de ser más y mejor conocida por los católicos, de modo que puedan fortalecer su esperanza y sus convicciones, para prestar una contribución positiva a los debates sociales en curso», añadió.

Respecto al matrimonio, sostuvo que «si el matrimonio y la familia son desprotegidos por las leyes, el daño social será de gran trascendencia».

«Desnaturalizar la figura jurídica del matrimonio en lo sustancial, como es su constitución por un varón y una mujer, será imponer a la sociedad en su conjunto una visión irracional de las cosas», dijo.

El cardenal expresó también que aunque «naturalmente no se va a obligar a nadie a unirse a una persona del mismo sexo, a las leyes les es propio un dinamismo o fuerza pedagógica para ir imponiendo de uno u oro modo al conjunto de la sociedad la filosofía que las sustentan, en este caso tan errada».

«No será la Iglesia quien se oponga a reconocer un derecho conculcado; pero lo que hemos oído hasta ahora no es más que la repetición constante y emotivista de que también las personas del mismo sexo tienen derecho a contraer matrimonio entre ellas; lo que no se ofrece es razón alguna que avale la existencia de ese supuesto derecho ni de la consiguiente conculcación del mismo», añadió.

Asimismo, y en alusión a la reforma de la Ley del Divorcio, dijo que «para la familia es fundamental la estabilidad del matrimonio» y que «dejar la permanencia del vínculo matrimonial al mero arbitrio de los cónyuges mina el bien y el futuro de la familia».

Sobre la formación religiosa en la escuela mantuvo la convicción de que «la perspectiva confesional, en nuestro caso la católica, no deber ser impuesta a nadie», y lamentó «que se nos impute la exigencia, jamás esgrimida por nosotros, de que la religión tendría que ser obligatoria».

«Lo que sí pedimos es que se respete de modo efectivo el derecho de los padres a elegir la formación religiosa y moral de sus hijos. Y si eligen la perspectiva católica, como vienen haciendo año tras año en porcentajes elevadísimos, que se les garantice que la clase de religión no sea tratada como una especie a extinguir, sino más bien como una asignatura ofrecida en condiciones dignas y equiparables a las demás».

Al margen de estos problemas, hay otros menos actuales que «encuentran también atención y dedicación por parte de la Iglesia», a los que el cardenal llamó «nuevas marginaciones», y entre las que hay que contar a jóvenes, personas mayores e inmigrantes.

Puede consultarse el discurso completo en: http://www.conferenciaepiscopal.es

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ZENIT Staff

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