El 6 de agosto del año pasado se produjo el éxodo masivo de 120 mil cristianos de la Llanura de Nínive ante el avance de Daesh (Estado Islámico, por sus siglas en árabe). Actualmente siguen viviendo como refugiados en el Kurdistán iraquí, atendidos por la Iglesia católica local. Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) les ha apoyado desde el principio de la emergencia con una ayuda que asciende ya a más de 8 millones de euros. Recientemente se han aprobado nuevos proyectos para alimentos, alquiler de viviendas y necesidades pastorales, informó este miércoles la fundación de la Santa Sede en un comunicado.
El padre Douglas Bazi es uno de los responsables de administrar la ayuda. Dirige el centro de Mar Elia, en Ankawa, barrio cristiano de Erbil, capital del Kurdistán iraquí. «Aquí llegaron decenas de miles de personas sin nada», cuenta el sacerdote, que describe la ira y el desconcierto en el rostro de los refugiados. «Muchos ni siquiera querían comer. Decían: ¿para qué vivir? Pensé que era el final». Gracias a la ayuda de AIN, las 130 familias de Mar Elia viven en casetas prefabricadas con agua y luz, otras han sido alojadas en pisos de alquiler.
Rami es uno de los refugiados en Mar Elia. Tiene 22 años y vivía en Qaraqosh: «Fue horrible. Huimos al atardecer del 6 de agosto. Pensábamos que el Estado Islámico nos mataría, no sabía si vería el día siguiente». Rami cuenta que huyeron aterrados al ver a los peshmerga kurdos, que les habían defendido de los terroristas, replegarse. «Con las prisas olvidé incluso mi documento de identidad. Llegamos a Erbil hacia la una de la noche y tuvimos que dormir en el jardín de la iglesia de Mar Elia, al raso».
El mes de agosto del año pasado también es inolvidable para sor Sanaa, superiora de las Hermanas del Sagrado Corazón de Jesús. «Estábamos en Erbil, preparándonos para los ejercicios espirituales, cuando supimos lo sucedido en Qaraqosh y alrededores», narra la religiosa, «las iglesias, colegios y demás edificios públicos estaban a rebosar». Después de un año, sor Sanaa mira con tristeza al pasado: «Cuanto más dura esta situación, mayores son los sufrimientos. La esperanza está muriendo».
La Iglesia en Irak celebrará el 6 de agosto una jornada especial de oración por la paz. «El 6 de agosto es una día de duelo, pero también es el día en que Dios nos salvó, pues en definitiva estamos vivos. Celebraremos la Misa. Pediremos a Dios que perdone a los culpables y que cambie su modo de pensar», asegura el padre Douglas. Sor Sanaa y su congregación también apuestan por la oración, «como iraquíes y como cristianos dependemos de la oración. Solo la oración nos puede ayudar en estos terribles momentos. Por favor, piensen en nosotros». AIN se suma a esta iniciativa. Para ello, promueve la oración compuesta por el Patriarca católico caldeo Luis Sako y se llevará a cabo una campaña internacional en redes sociales a través de los hashtag #PrayForIraq #WeAreChristians y #6thAugust.
Además, la fundación pontificia ha aprobado en los primeros meses de verano un paquete de ayuda por un total de 3,4 millones de euros. «En el mes de junio se envió alimentos y bienes de primera necesidad para 13 mil familias refugiadas», señalan desde la organización. «Se acaba de aprobar una nueva ayuda para 8 nuevos proyectos en favor de desplazados en Oriente Medio por un total de un millón de euros», añaden. La mitad de lo aportado va destinado a pagar alquileres y la construcción de nuevos alojamientos. El apoyo de AIN supone el 60 por ciento de la ayuda ofrecida a través del Comité de Ayuda Cristiano-Iraquí de la Iglesia local.