Son 178 –67 mujeres y 101 niños– las personas que han sido liberadas este domingo por los militares nigerianos, que han destruido algunos campos de Boko Haram cerca del pueblo de Bitta, al sureste de Maiduguri, en la Nigeria septentrional. Es en esta zona del estado de Borno donde el grupo extremista, desde el nombramiento del nuevo presidente Muhammadu Buhari, ha desarrollado la mayor parte de sus acciones terroristas, llegando a matar, en poco más de dos meses, a cerca de 800 personas.
Por su parte, los soldados han rescatado a cientos de rehenes, víctimas de los continuos secuestros y destinados a una muerte segura. Sobre todo los niños, usados por los milicianos como kamikazes involuntarios.
Además, los ejércitos vecinos de Camerún y Chad continúan combatiendo contra Boko Haram. Precisamente una operación conducida los días pasados por los militares del Chad en el noreste de Nigeria ha causado la muerte de más de 100 milicianos. En la lucha han muerto también dos soldados chadianos y otros dos resultaron heridos.
La ofensiva aún no ha frenado la ola de violencia que los milicianos siembran ya desde el 2009, en una guerra que hasta hoy ha provocado 15 mil muertos. En la noche del pasado sábado, los extremistas sembraron el terror en la ciudad de Malari, al noroeste de Nigeria, quemando casas y matando a doce personas.
El presidente nigeriano, Muhammadu Buhari, ha asegurado que se creará una fuerza regional, compuesta de al menos 8.700 hombres procedentes de los tres países limítrofes, para erradicar esta plaga del país africano. Se hizo eco también el general nigeriano Abbah, apenas nombrado para guiar la nueva fuerza internacional, quien ha prometido que “esta amenazada terminará muy pronto”.
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