El cardenal Sistach, arzobispo de Barcelona, inauguró este martes el Congreso Internacional de las Grandes Ciudades con la participación de más de 150 personas de toda Europa. En su intervención como ideólogo del Congreso, el purpurado recordó que Barcelona es la capital mundial de la pastoral de las grandes ciudades estos días, «ya que, en el congreso, se observarán de cerca las grandes urbes con la ayuda de especialistas de mucha competencia y que proceden de continentes de todo el mundo».
Asimismo, el cardenal habló de la dualidad entre ciudad e Iglesia como algo evidente: «la ciudad está hecha para la Iglesia y la Iglesia para la ciudad». Por otro lado señaló que «pienso que nuestro congreso pone en práctica el programa que el papa Francisco ha propuesto en su exhortación apostólica». La tarea de la Iglesia en las grandes urbes es clara: evangelizar porque el Evangelio «debe restaurar la dignidad humana en el tejido social», concluyó.
El congreso se realiza en dos fases. La primera ha sido en mayo (del 20 al 22) y la otra será en noviembre (del 24-26) y culminará con la entrega de conclusiones al Santo Padre el 27 de noviembre en Roma.
Entre las ponencias realizadas estos días, han participado varios expertos para vislumbrar algunos puntos de vista sobre la sociología y la pastoral urbana.
El padre Benjamín Bravo, en su intervención recordó que «la iglesia vive en la ciudad pero no es urbana. Está en la urbe pero tiene hábitos y tejidos que pertenecen a otro lugar ya otra época».
El vicario general de Lieja, Alphonse Borrás, señaló que «el Evangelio debe comunicarse expresando el amor de Dios, pero también de manera alegre, animada, vital y sobre todo, con mucha paciencia. El que lo predica debe ser flexible para que pueda articular las ideas de acuerdo con la realidad e intentar resolver los conflictos, si los hay, con una lógica de comunión y fraternidad. Sin embargo, Borrás ha destacado que se ha de trabajar a largo plazo sin obsesionarse por los resultados a corto plazo».
El sociólogo francés Marc Augé no pudo asistir a su ponencia a causa de un accidente leve pero Armand Puig leyó en su nombre, el texto que había preparado para el Congreso. El tema principal fue la diferencia entre centro y periferias en la gran ciudad, en la que indicaba que «la globalización ha llevado a un proceso de urbanización. En el mundo actual, se generan espacios de tránsito o no-lugares como los aeropuertos, los supermercados, los lugares de interés turístico… Los no-lugar son espacios de paso con los que es complicado interiorizar y crear una identidad a las ciudades de hoy en día».
Por otro lado, Carlos M. Galli, el teólogo y autor de Dios vive en la ciudad, siguiendo la pastoral marcada por el papa Francisco, aconsejó a la Iglesia que «sea una casa que promueva el pluralismo de la ciudadanía sin discriminaciones». Y observó que «Dios no está presente sólo en la ciudad, también en las periferias, en los campos, en los suburbios. Dios siempre está, la fe es el ojo para percibirlo. Pero también hay que descubrir en los signos de su ausencia, que es ausencia-presencia. Es lógico, sin embargo, que en las ciudades cueste encontrar a Dios. El Dios escondido se presenta allí donde es marginado: pronuncia su voz en el silencio y su máxima bondad en su mínima expresión».