En una guerra no se puede delegar la responsabilidad humana a un robot. Así lo ha afirmado el arzobispo Silvano Maria Tomasi, en su intervención en la ONU en Ginebra sobre el uso de armas letales autónomas. El observador vaticano ante las Naciones Unidas ha denunciado de forma particular el uso de los «drones».
Para profundizar sobre este asunto, monseñor Tomasi ha explicado en una entrevista a Radio Vaticana que «el punto clave en toda esta situación es que no se puede delegar a las máquinas una decisión que tiene que ver con la vida y la muerte de seres humanos: es necesario que el elemento racional y la capacidad de juicio moral permanezca siempre presente cuando está en medio la cuestión de la vida de otras personas».
De este modo, señala que estos instrumentos, «estas armas tecnológicamente sofisticadas, pero completamente autónomas», por su naturaleza no tienen esta capacidad. Y añade que «suponiendo también que se consiguiera desarrollar una especia de inteligencia artificial no se llegaría nunca a tener la posibilidad y la capacidad de examinar las situaciones y por tanto de elaborar un verdadero juicio ético».
Al abordar el caso específico del uso de drones, monseñor Tomasi indica que la posición de la Santa Sede es clara. «La cuestión de los drones es paralela a lo de las armas completamente autónomas. El punto permanece siempre la presencia de un juicio moral que solo la persona humana puede tener en las circunstancias en las que se encuentra, y esto es aún más necesario, en cuanto se trata de la vida y de la muerte de seres humanos», afirma el arzobispo.
El observador de la Santa Sede ante la ONU reconoce que esta es la preocupación fundamental. «Después hay otras consideraciones que debemos tener, como por ejemplo, que la proliferación de este tipo de armamentos puede verdaderamente causar una nueva carrera internacional para conseguir armas sofisticadas como estos killer robot, y sobre todo el nacimiento de competiciones que no sirven para las relaciones entre países, que produce simplemente el derroche de recursos que deberían ser utilizados para las necesidades sociales, la salud, la educación, la lucha contra la pobreza y no en instrumentos letales».
