''Solo quien es realmente poderoso puede soportar el mal y mostrarse compasivo''

Profunda reflexión del papa sobre la omnipotencia de Dios

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El papa Benedicto XVI expuso esta semana, en la llamada Catequesis de los miércoles, un nuevo tema iluminador para el Año de la Fe. Tal como ya lo hizo la semana pasada, la reflexión estuvo centrada en el Credo, focalizado esta vez en «Creo en Dios Padre todopoderoso».

Como explicó el santo padre, en esta frase pronunciada en el acto de fe, se describe la primera característica de Dios, como es su omnipotencia. Pero advirtió que hoy es difícil hablar de un padre «que lo puede todo», ya sea por amplias ausencias de referentes paternos en las familias, como por el rechazo que expresan algunos teólogos a la idea de un Dios todopoderoso, frente al mal y demás situaciones «ingobernables» por el Creador.

Ausencia paterna

Sobre el primer punto, identificó que en Occidente son «muchos factores (los) que pueden impedir una serena y constructiva relación entre padres e hijos». Entre estos mencionó a las familias rotas, los horarios excesivos de trabajo y las angustias por las finanzas en el hogar.

Estos son problemas que, en el pensamiento del papa, «hacen la comunicación a veces… difícil, se pierde la confianza, y la relación con la figura del padre puede llegar a ser problemática». Porque resulta claro que «es difícil imaginar a Dios como un padre, sin tener modelos adecuados de referencia».

Hay quienes han tenido la experiencia de un padre «demasiado autoritario e inflexible, o indiferente y poco afectuoso, o peor aún ausente», lo que no permite «pensar con serenidad en Dios como Padre y entregarse a Él con confianza», acotó.

El rostro paterno de Dios

Sin embargo, el Catequista universal dirigió la atención a la revelación bíblica, la cual «ayuda a superar estas dificultades hablándonos de un Dios que nos muestra lo que verdaderamente significa ser «padre»». Y es en el evangelio donde se revela el rostro de Dios como un Padre «que ama hasta entregar a su propio Hijo para la salvación de la humanidad».

Citó varios pasajes del evangelio en los que Jesús habla del amor del padre, deteniéndose luego en el orante del salmo 27, quien «rodeado de enemigos, asediado por malvados y calumniadores, mientras busca la ayuda del Señor y lo invoca, puede dar su testimonio lleno de fe, diciendo: «Mi padre y mi madre me han abandonado, pero el Señor me ha acogido» (v. 10)».

Con esto quiso mostrar a Dios como un Padre «que nunca abandona a sus hijos, un Padre amoroso que apoya, ayuda, acoge, perdona y salva, con una fidelidad que supera inmensamente a la de los hombres, para abrirse a dimensiones de eternidad».

Fue claro en explicar que es en Jesús, «donde se muestra plenamente el rostro benevolente del Padre que está en los cielos (..) Y es conociéndolo a Él que podemos conocer al Padre (cf. Jn. 8,19; 14,7) (..) Él es la «imagen del Dios invisible», como lo define el himno de la Carta a los Colosenses».

El amor del Padre

Ante un auditorio venido de todo el mundo, que lo escuchaba con atención en el Aula Pablo VI, el santo padre fue más allá cuando presentó la certeza del amor de Dios, quien «es nuestro Padre al darnos a su Hijo». Un Dios que es Padre porque «perdona nuestros pecados y (nos) lleva a la alegría de la vida que resucita; Dios es el Padre que nos da el Espíritu que nos hace hijos y nos permite llamarlo, en verdad, «Abbà, ¡Padre!» (cf. Rom. 8,15)»

Esta paternidad de Dios –prosiguió–, es «infinito amor, ternura que se inclina sobre nosotros, hijos débiles, necesitados de todo». Porque para el papa, «nuestra pequeñez, nuestra débil naturaleza humana, nuestra fragilidad (es la) que se convierte en un llamado a la misericordia del Señor, para que se manifieste la grandeza y ternura de un Padre que nos ayuda, nos perdona y nos salva».

La respuesta de Dios, que no se hace esperar, se revela «enviando a su Hijo, que murió y resucitó por nosotros; entra en nuestra fragilidad y hace lo que el hombre solo nunca podría haber hecho: él toma sobre sí el pecado del mundo, como cordero inocente y abre el camino a la comunión con Dios, nos hace verdaderos hijos de Dios»

Es por ello que en el Misterio pascual, «se revela en todo su esplendor, el rostro definitivo del Padre…. En la Cruz gloriosa, que viene a ser la plena manifestación de la grandeza de Dios como «Padre Todopoderoso»».

Un Dios poderoso

Sin embargo, Benedicto XVI cuestionó a los presentes con la pregunta: «¿Cómo es posible imaginar a un Dios todopoderoso, al mirar la cruz de Cristo? ¿En ese poder del mal, que llega a matar al Hijo de Dios?». Y lo explicó aceptando que los hombres «quisiéramos una omnipotencia divina según nuestros esquemas mentales y nuestros deseos: un Dios «todopoderoso» que resuelva los problemas, que intervenga para evitarnos los problemas, que le gane al adversario, y que cambie el curso de los acontecimientos y anule el dolor».

De este modo, el papa teólogo respondió a algunos pensadores y también teólogos que vienen difundiendo la idea de que Dios «no puede ser omnipotente, (porque) de lo contrario no podría haber tanto sufrimiento, tanta maldad en el mundo». Y reconoció que para muchos, ante el mal y el sufrimiento, «es problemático, es difícil creer en Dios Padre y creer que es todopoderoso», por lo que se cae con facilidad en el refugio que dan los ídolos, «cediendo a la tentación de encontrar una respuesta en una supuesta omnipotencia «mágica» y en sus promesas ilusorias», advirtió.

Sin embargo –prosiguió–, «la fe en Dios Todopoderoso nos lleva por caminos muy diferentes… e incluso su omnipotencia es diferente: no se expresa como una fuerza automática o arbitraria, sino que se caracteriza por una libertad amorosa y paternal».

Su profunda enseñanza lo llevó a afirmar que cuando Dios creó al hombre libre, «renunció a una parte de su poder, dejando el poder en nuestra libertad (porque) Él ama y respeta la respuesta libre de amor a su llamado».

El amor es la fuerza de Dios 

Continuó explicando que la omnipotencia divina «no se expresa en la violencia, (ni) en la destrucción de todo poder adverso como quisiéramos, sino que se expresa en el amor, en la misericordia, en el perdón, en la aceptación de nuestra libertad y en la incansable llamada a la conversión del corazón».

Esto, que puede asemejarse a «una actitud aparentemente débil», presenta a un Dios cargado de paciencia, de mansedumbre y de amor, como «el camino correcto para ser poderoso».

Porque según el papa, «solo quien es realmente poderoso puede soportar el mal y mostrarse compasivo; solo quien es verdaderamente poderoso puede ejercer plenamente el poder del amor».

Y ese es Dios, dijo, aquel que «revela su fuerza amando todo y a todos, en una paciente espera de la conversión de nosotros los hombres, que quiere tener como hijos».

«La omnipotencia del amor no es la del poder del mundo, sino es aquella del don total, y Jesús, el Hijo de Dios, revela al mundo la verdadera omnipotencia del Padre dando su vida por nosotros pecadores», fue su conclusión ante este tema tan fundamental para el creyente.

A lo que añadió que, cuando se dice «Creo en Dios Padre Todopoderoso,» se expresa una auténtica «fe en su poder, en su modo de ser Padre».

Saludos en español

Al ser informado de la presencia de fieles y peregrinos de diversos países de habla española, Benedicto XVI les dirigió las siguientes palabras: «Saludo a los fieles de lengua española provenientes de España, México, Chile y demás países latinoamericanos. Invito a todos a ser constantes en la fe, dando testimonio de Cristo, y a vivir en plenitud el Credo, abandonándonos confiadamente a Dios Padre y a su misericordia omnipotente, que salva».

El texto completo de la Audiencia en: www.zenit.org/article-44322?l=spanish

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José Antonio Varela Vidal

Lima, 1967. Periodista colegiado con ejercicio de la profesión desde 1989. Titulado en periodismo por la Universidad Jaime Bausate y Meza, de Lima. Estudios complementarios en filosofía, teología, periodismo religioso, new media y en comunicación pastoral e intercultural-misionera; así como en pastoral urbana, doctrina social de la Iglesia y comunicación institucional y estratégica, desarrollados indistintamente en Lima, Quito, Bogotá, Roma, Miami, y Washington DC. Ex jefe de oficinas de comunicación institucional en el sector público y eclesial. Asimismo, fue gerente de televisión de un canal y director de dos revistas impresas. Es articulista en publicaciones católicas de su país y del extranjero, entre ellas zenit. Actualmente colabora con los padres palotinos, presentes en el Perú desde el 2014.

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