Las elecciones generales en Italia están convocadas para el 24 y 25 de febrero. En menos de un mes, los ciudadanos italianos acudirán a las urnas para decidir el nuevo Gobierno, tras la renuncia del actual primer ministro, Mario Monti. En un clima de cierta inestabilidad política que ha caracterizado a este país en los últimos meses, el Consejo Nacional y la Asamblea Nacional de la Renovación Carismática (RCC), emiten este comunicado en el que subrayan su imparcialidad respecto a cualquier partido político y a la elaboración de las diferentes «agendas políticas».
En relación al Magisterio de la Iglesia, los responsables de la RCC afirman que un Movimiento eclesial no es, ni podría transformarse en un sujeto político. Como afirma el Santo Padre Benedicto XVI, «perdería su independencia y su autoridad moral, identificándose con una única vía política y con posiciones parciales opinables.» (Aparecida, 14 de mayo 2007).
El comunicado comienza afirmando: «Nuestra misión, más bien, es la de continuar formando hombres y mujeres nuevos, constantemente iluminados y renovados por la fe que con vitalidad profesan, capaces de ‘hacer nuevas’ todas las realidades humanas, incluida la política, exigente forma de caridad y expresión de la ‘nueva evangelización’ de las realidades temporales».
Reconoce que existe un «anhelo de una política que promueva el primado de la persona, la promoción del hombre en su dignidad integral y trascendente, el cuidado y la reafirmación del bien intangible de la familia, fundada sobre la unión de un hombre y una mujer abierto al don de la vida y de los hijos. Una política que, inspirada en la Doctrina Social de la Iglesia, encuentre en el respeto de la legalidad, en el derecho al trabajo, en la libertad de educación y religiosa las soluciones más eficaces al creciente número de pobres y a la pobreza que acechan, casi sin esperanza, nuestra conciencia comunitaria».
Afirma que «son precisamente estos ‘últimos’ a los que la RCC sigue mirando y dedicandose con el empeño festivo, espiritual y material» de sus 1.900 grupos y comunidades dispersos por diferentes rincones del país, «la convicción de que hoy más que nunca el principio constitucional de la ‘subsidiariedad horizontal’ deba encontrar en los movimientos y en las asociaciones como fin la mejor y más completa realización. El Estado y los partidos políticos, deben hacer frente a los múltiples desafíos, deberán reconocer el valor providencial de la pedagogía de renovación social fundada en los carismas y los talentos aún inexpresados, que hacen ‘rica de bien’ y ‘bella en el alma’ nuestra nación. Sin una cultura de la proximidad y una cercanía afectiva y efectiva a los jóvenes y a los ancianos, a los pobres y a los empobrecidos, a los que están perdiendo el derecho de ciudadanía activa y a que no lo consigue, el país no encontrará un rostro unitario y unido».
Hablando en concreto de las elecciones de Italia, el comunicado afirma: «no nos pronunciamos sobre composiciones de las lista electorales y sobre criterios que han llevado a su definición, teniendo también en cuenta el inadecuado sistema electoral vigente, pero esperamos que la ‘participación democrática’ vuelva a la vida política interna a los partidos. Aquí es donde, principalmente, tenemos que, confirmar los conceptos de corresponsabilidad, de compartir ideales y de empeño permanente en los principios sobre valores profesados, para que la ventaja social del ‘bien común’ no se mortifique por las lógicas autoreferenciales y antipolíticas, unidas al imperio de unos pocos, todavía vigente en los partidos. Nos dirigimos a todos los que, participantes de la fe cristiana, han decido implicarse personalmente en política, eligiendo una u otra formación, en la esperanza de llevarnos el calor de una moralidad nueva y la capacidad de discernimiento, de orientación y de compromiso que descienden del Evangelio de Cristo. Miramos con simpatía a todos estos amigos pidiéndoles que trabajen, más que para una nueva ‘competición electoral’, para una forma de ‘compasión por los electores’. Nuestra gente invoca actos de justicia, obras de paz, palabras de verdad, gestos de misericordia; está cansada de palabras, reclama testimonios creyentes y creíbles. Sería realmente un gran don para el país registrar que los propios cristianos implicados en política puedan, quieran, sepan distinguirse en esa dirección antes que los otros, más que los otros».
Añade también que «debemos todo esto, de forma especial, a nuestros jóvenes, cuya lejanía de las «cosas de la política» no podrá dejar de preocupar a los gobernantes que vendrán. Sin la pasión ideal de las nuevas generaciones nuestro país conocerá un declive moral y una insignificancia de las virtudes cívicas aún más dramática. Es necesario una sacudida de amor, un despertar de la caridad como exigencia de justicia para afrontar enérgicamente la madre de todas las crisis que es espiritual. Por esto, la RCC afirma que no puede ponerse más ‘entre líneas’ la fe cristiana, verdadero e imparable motor de laicidad trabajadora, de buenas praxis sociales, de diálogo y de colaboración con todos los hombre de buena voluntad. Italia necesita esto, partiendo de nuestras ciudades y de todos lo que las habitan. Y no tenemos miedo de afirmar que este «empeño político» los cristianos en Italia, a menudo en un segundo plano y sin reconocida o pertenencia a partidos, ya lo desempeñan, cada día, con dedicación y con resultados extraordinarios»
Al igual que el cardenal presidente de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) Angelo Bagnasco, animan a no renunciar al derecho al voto y a participar activamente para el éxito de las próximas elecciones, eligiendo lo que reconocemos en la común identidad cristiana.
Para finalizar y, tomando las palabras del Benedicto XVI, recuerda que «en la expresión concreta del voto, respondiendo a quien nos pregunta ‘quién’ y ‘cómo’ elegir, sugerimos movernos en conformidad a las indicaciones del Papa Benedicto XVI, el cual, hablando de una “una nueva generación de católicos comprometidos en la política”, ha trazado en ‘cinco puntos’ el perfil de referencia: «coherentes con la fe profesada», «rigor moral», «capacidad de juicio cultural», «competencia profesional», «celo de servicio para el bien común.» (Discurso a la Plenaria del Pontificio Consejo para los Laicos, 15 noviembre 2008)».
Concluyen comprometiéndose a «favorecer una buena política, confiada en buenos políticos, para el bien común. No pararemos de alimentar esta esperanza, defendiéndola y difundiéndola, sosteniendo a los que quieran distinguirse en esta tarea y no sólo en vista de las próximas elecciones, sino también para el futuro del gobierno del país».