La vía al conocimiento pasa a través del no conocimiento

El padre Cantalamessa explica cómo afrontar el camino del conocimiento de Dio

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Por Salvatore Cernuzio

ROMA, viernes 30 marzo 2012 (ZENIT.org).- La «vía al conocimiento de Dios» es el tema afrontado por el padre Raniero Cantalamessa en su cuarta prédica de Cuaresma.

Citando a san Agustín, el predicador de la Casa Pontificia habla de «dos dimensiones de la fe»: es decir, las cosas creídas y el acto de creerlas, la fe objetiva y la fe subjetiva; dos polos entre los cuales «se desenvuelve toda la reflexión cristiana sobre la fe».

En este sentido, los Padres, según el predicador, «son un anillo indispensable para reencontrar la fe como la entiende la Escritura»: es decir una fe que es objetiva y subjetiva al mismo tiempo; «preocupada del contenido de la fe pero al mismo tiempo vivida con todo el ardor del corazón». Los Padres, por tanto, pueden dar «brillo y fuerza de choque a nuestro esfuerzo para devolver a la fe de la Iglesia».

Objeto de esta última prédica es, por tanto, la renovación de nuestra fe a partir de sus cimientos, o «lo que se entiende comunmente con la palabra ‘creer’ y en base a la cual distinguimos a las personas entre creyentes y no creyentes: la fe en la existencia de Dios».

La fe en el Dios trino «es el estadio final de la fe», explica Cantalamessa. «Para llegar a esta plenitud hay que primero haber creido en Dios, en el sentido de que antes que la fe en el Dios trino, está la fe en el Dios uno», añade.

En este sentido, hay que recordar la enseñanza de san Gregorio Nacianceno según el cual existe una verdadera y propia «pedagogía» con la que Dios decide revelarse a nosotros. Jesús mismo «dice abstenerse de decir a los apóstoles aquellas cosas de las que ellos no están todavía en grado de llevar el peso'», y también nosotros debemos «seguir la misma pedagogía hacia aquellos a los que queremos anunciar la fe».

El fin principal «no es apologético, sino espiritual, orientado a consolidar nuestra fe y a comunicarla». En esta dirección, el padre Cantalamessa subraya el ejemplo de los Padres como fuente de inspiración: «Ellos se encontraron, como nosotros, teniendo que demostrar la existencia de Dios, pero la unicidad de Dios; no tuvieron que combatir el ateísmo sino el politeísmo –explicó- el camino, sin embargo, por ellos trazada para llegar al conocimiento del Dios único, es la misma que puede llevar al hombre de hoy al descubrimiento de Dios en suma».

Guía ideal para este camino es, según Cantalamessa, san Gregorio Niceno, padre y doctor de la Iglesia que, el primero en el cristianismo, «trazó una vía al conocimiento de Dios que responde especialmente a la situación religiosa del hombre hoy: la vía al conocimiento que pasa a través del no conocimiento».

El Niceno demostró que «precisamente el reconocimiento de la incognoscibilidad de Dios es la vía a su verdadero conocimiento». Para explicarlo, retoma el tema de Moisés que encuentra a Dios en la nuba.

Escribió en efecto: «La manifestación de Dios sucede antes para Moisés en la luz, luego el habla con El en la nube; por fin hecho más perfecto, lo contempla en la tiniebla. El paso de la oscuridad a la luz es la primera separación de las ideas falsas y erróneas sobre Dios. La inteligencia más atenta a las cosas escondidas es como una nube que oscurece todo lo sensible y habitúa al alma a la contemplación de aquello que está escondido».

«En el ver que Dios es invisible», estadio final del conocimiento, prosigue el padre Cantalamessa, de Dios «no se tiene un concepto» sino lo que el Niceno define, con una famosa expresión: «un cierto sentimiento de presencia», un sentir no con los sentidos del cuerpo, sino con aquellos interiores del corazón. Estas ideas del Niceno han ejercido un influjo inmenso en el pensamiento cristianos posterior, hasta el punto de ser considerado el fundador mismo de la mística cristiana, pero al mismo tiempo pueden ayudar a los no creyentes a profundizar nuestra fe e indicar al hombre moderno un sendero que lo porte a Dios.

La novedad introducida por el Niceno en el pensamiento cristiano es que: «la parte más alta de la persona, la razón, no es excluída de la búsqueda de Dios –escribe- no se está obligado a elegir entre el seguir a la fe y el seguir a la inteligencia.

«Entrando en la nube, es decir creyendo –añade el predicador pontificio- la persona humana permite a la propia razón ejercer su acto más noble: reconocer que hay una infinidad de cosas que la sobrepasan».

La doctrina de Gregorio de Nissa, en conclusión, «nos asegura que, lejos de humillarnos y privarnos de algo, tal incognoscibilidad está hecha para llenar al hombre de entusiasmo y de alegría». «Dios es infinitamente más grande, más bello, más bueno, de cuanto lograríamos nunca pensar –concluye Cantalamessa- para que no nos roce mínimamente el pensamiento de que podríamos aburrirnos en pasar la eternidad cerca de El».

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ZENIT Staff

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