MILÁN, 11 julio 2001 (ZENIT.org–AVVENIRE).- Los investigadores de Melbourne la presentan como la última frontera, el “milagro” que pronto podría permitir a “hombres estériles, solteros y mujeres lesbianas” tener un hijo. Lo único que no se necesita en este caso es justamente el semen masculino. Han logrado fecundar óvulos de ratón sin necesidad de esperma. La técnica, afirman, podría aplicarse al hombre dentro de un año.
“Más allá de las consideraciones éticas, es poco creíble la seriedad científica de estos anuncios tan llamativos”, comenta Antonio Spagnolo, director del Instituto de Bioética de la Universidad Católica de Roma.
“En realidad -añade- la técnica es innovadora, incluso respecto a la clonación porque esta vez, para fecundar el óvulo no se toma un núcleo entero sino sólo una parte de los cromosomas, de una célula que puede ser de un hombre o una mujer.
–La técnica es revolucionaria pero ¿llevará a resultados reales?
–Es prácticamente imposible. Aquí el riesgo es mil veces mayor que en los otros experimentos porque se va a sondear lo insondable. ¿Cómo elegir los cromosomas para recrear artificialmente el patrimonio genético que, de modo natural, porta el espermatozoide? Son manipulaciones de las que no se sabe nada y que previsiblemente aportarían un número enorme de malformaciones al concebido.
–Pero ya se está hablando de pruebas en el hombre
–Sería dramático. El único modo de ver si un hombre funciona como sus ratones es justamente concebir un embrión con esta técnica, lo que significa crear un niño que sea él mismo conejillo de indias y ver si nace normal. Y esto va contra cualquier ética de la experimentación.
–¿Y si por un absurdo se llegara a un nacimiento, de quién sería hijo?
–Una técnica de este tipo es el máximo de la artificiosidad, separa del todo a los donantes de vida, es decir los dos cónyuges, de la vida misma. Aquí el único protagonista es el técnico, verdadero artífice de la concepción.
–A pesar de las incógnitas, los investigadores han adoptado tonos triunfalistas.
–Ciertos científicos se mueven de modo irracional, con el único fin de alcanzar notoriedad. Satisfacen el deseo de buscar pequeñas variaciones de las técnicas precedentes. En este caso se va contra toda previsión de éxito porque nunca se había intervenido de modo tan masivo sobre la naturaleza. Quitar cromosomas, esperando poder reconstruir el ADN es tan azaroso que más que nada parece un desafío irreal. Esto no es ya ayudar a las parejas estériles, es jugar a hacer experimentos sin ningún tipo de límite.
–¿Y qué decir del hecho que la célula usada en lugar del semen puede ser de una mujer?
–Llegados a este punto es sólo una extravagancia más. Cuando se decide prescindir del espermatozoide para crear una vida, cualquier cosa que se use para fecundar el óvulo da lo mismo.