Por el padre John Flynn, L. C.
ROMA, domingo 28 de noviembre de 2010 (ZENIT.org). – Las discusiones políticas y morales suelen centrarse en las divisiones y en los conflictos más que en lo que hay en común. Según Carl Anderson, presidente de la organización católica de los Caballeros de Colón, esto es un error.
En su reciente libro, Beyond a House Divided: The Moral Consensus Ignored by Washington, Wall Street and the Media (“Más allá de una Casa Dividida: El Consenso Moral Ignorado por Washington, Wall Street y los Medios”), Anderson dudaba de la utilidad de un análisis de Norteamérica basado en categorías de derecha contra izquierda, o de estados rojos (aquellos estados que votan más al Partido Republicano) contra estados azules (aquellos estados que votan más al Partido Demócrata).
Durante los últimos dos años los Caballeros de Colón han examinado las opiniones y valores de la población a través de una serie de encuestas. Los temas tocados han incluido el matrimonio y el divorcio, el aborto, la eutanasia, el matrimonio del mismo sexo y el papel de la ética en los negocios y la política. Según Anderson, las entrevistas han descubierto una sorprendente unidad entre muchos norteamericanos sobre una base de valores morales y éticos.
Los medios presentan a Norteamérica en una época de crisis – ya sea una crisis económica, una crisis de guerra, o una crisis sobre inmigración – pero bajo las dificultades económicas, sociales y políticas subyace una crisis moral. Más de dos tercios de los norteamericanos creen que la moralidad del país ha tomado una dirección equivocada, afirmaba Anderson.
Esta es la causa principal de la desilusión de la gente con las instituciones y partidos políticos. “Los políticos y los medios ven un mundo de derechas e izquierdas”, observaba Anderson. En contraste, “los norteamericanos ven un mundo de bien y de mal”.
Como otros comentaristas han observado sobre el norteamericano contemporáneo, Anderson apuntaba que el país tiene un alto nivel de práctica religiosa y que muchos de los debates sobre temas sociales y políticos se enmarcan en términos morales o religiosos. Cerca del 80% de la gente ha declarado que la religión es una parte importante de sus vidas, y más de tres cuartas partes afirmaban que el matrimonio, el respeto por los demás y la responsabilidad personal están infravalorados.
El bien y el mal
Volviendo a la duradera crisis económica, Anderson observaba que muchas personas han perdido sus ahorros y sus pensiones, o han sido forzadas a dejar sus casas. Con todo, en la mayoría de los casos, no se han infringido las leyes y nadie ha sido detenido como responsable. ¿Se trata de un problema de una legislación inadecuada, o de algo más fundamental, la falta de bien y de mal, una bancarrota moral por parte de los gestores e inversionistas de dinero?
Una encuesta mostraba que el 92% de la gente creía que la avaricia era el principal factor que ha causado la crisis económica. A pesar de estos los dos principales partidos políticos se han centrado en más regulaciones y más legislación, ignorando el aplastante consenso de que ha sido un problema que no se puede afrontar sólo con más leyes.
La avaricia siempre puede encontrar otra escapatoria, comentaba Anderson, por lo que limitar la solución sólo a fijar medios legales significa que estamos condenados a un juego interminable de puesta al día. Lo que hoy quiere la gente es una llamada a la moralidad por parte tanto de los líderes económicos como políticos, añadía.
La naturaleza humana es capaz tanto de la avaricia como del altruismo, mantenía Anderson. Por eso es necesario que no nos limitemos a un sistema económico basado únicamente en el propio interés. Necesitamos, por el contrario, desafiar a la gente a que piense en las consecuencias de sus acciones.
La preocupación por el bien común y la práctica de la virtud ayudarían mucho más a la hora de asegurar un sistema en el que el beneficio no fuera a expensas de los demás, afirmaba Anderson.
Una mayoría aplastante de gente quiere que las decisiones en los negocios se guíen por elecciones morales. Cerca de dos tercios de los norteamericanos piensan que los valores religiosos tienen su lugar a la hora de influir en las decisiones de los ejecutivos, e incluso un número mayor de ejecutivos – el 70% – está de acuerdo con ello.
Una situación similar existe en política. La mayoría de la gente está cansada de disputas políticas y consideran que los políticos han perdido su contacto con la gente. “El tema de la polarización política no es un problema para la mayoría de nosotros, aunque sí lo sea para demasiados políticos y expertos, ni somos totalmente rojos ni totalmente azules”, observaba Anderson.
Descontento
Además, más del 80% de la gente considera que los políticos están llevando la brújula moral de la nación en la dirección equivocada – un alto nivel de descontento también respecto a los medios informativos y a la industria del entretenimiento.
Los norteamericanos tienden a estar a favor de un papel del gobierno limitado, no sólo debido a una preferencia de siempre por el individuo, sino también por la convicción de que la élite de Washington no comparte los valores éticos de la gran mayoría de la nación, afirmaba Anderson. No resulta difícil para los políticos descubrir cuáles son los valores y preocupaciones de la gente, sólo necesitan escuchar, indicaba.
Uno de los temas que ha causado división durante años es el aborto. En la superficie parece que el debate es una amarga división entre la postura pro vida y la postura pro derecho a elegir.
Las encuestas muestran, sin embargo, una clara preferencia por una ley del aborto que sea más restrictiva que la actual situación, en la que no hay ningún límite a la hora de llevarse a cabo abortos. Cerca del 80% de los norteamericanos están a favor de una situación en la que el aborto se limite al primer trimestre, observaba Anderson. Sólo el 16% de los hombres y el 11% de las mujeres dicen que el aborto debería ser legal en cualquier momento.
Así, en lugar de un choque de posturas absolutas hay, de hecho, un asombroso grado de consenso. “Ese consenso moral – que el aborto puede y debe restringirse – debe ser el punto de partida para resolver el callejón sin salida político del aborto”, afirmaba Anderson.
En otro caliente tema de debate – el “matrimonio” del mismo sexo – los reportajes de los medios dan la impresión de que la opinión pública está dividida por la mitad. La encuesta de los Caballeros de Colón revela, no obstante, que cuando se da una gama completa de opciones – “matrimonio” del mismo sexo, uniones civiles, o negación de reconocimiento legal – el 38% está a favor de no dar ningún reconocimiento legal, el 28% apoya las uniones civiles y, de esta forma, casi dos tercios no están a favor de redefinir el matrimonio.
Este apoyo a la visión tradicional del matrimonio es evidente en el hecho de que en 31 estados los votantes han apoyado enmiendas que defines el matrimonio como únicamente entre un hombre y una mujer, apuntaba Anderson. En todos los lugares en los que el matrimonio del mismo sexo se ha legalizado lo ha sido por jueces o políticos, y no por el público.
Las actuaciones jurídicas precipitadas, como la que tuvo lugar con el aborto en la sentencia de Roe vs. Wade, serían un grave error, advertía Anderson, y llevarían a más divisiones de las que actualmente hay en el debate nacional sobre el tema del matrimonio homosexual.
División
En el capítulo conclusivo del libro, Anderson indica que es innegable que existe una división de valores entre los norteamericanos y los que están en el gobierno. También hay una división entre el consenso de la mayoría de los ciudadanos sobre muchos temas
y la tendencia habitual de los medios a la hora de presentar los debates como un conflicto entre posturas extremas.
Una vuelta a los valores morales tradicionales como forma de resolver las crisis económicas y sociales de nuestro tiempo es el camino por el que apuestan la gran mayoría de los norteamericanos. “Somos un pueblo unido por valores, un pueblo que respeta a quienes ofrecen voluntariamente su tiempo por los demás, y a aquellas organizaciones que facilitan estas actividades”, afirmaba Anderson.
Es el momento de que los políticos vean este consenso y vayan más allá del callejón sin salida que caracteriza a los debates en muchos temas, insistía.
Anderson también invitaba a que el debate sobre temas de política económica o social se caracterice por un mayor grado de caridad, respeto y cortesía. En general, este breve libro, son sólo un centenar de páginas, hace un llamamiento a reconocer la base de sólidos valores que sigue uniendo a la mayoría de los norteamericanos.
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En la red:
“Beyond a House Divided”: http://www.amazon.com/Beyond-House-Divided-Consensus-Washington/dp/030788774X