Intervenciones de la quinta Congregación General del Sínodo

Miércoles 13 de octubre por la tarde

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 CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 13 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación las intervenciones pronunciadas hoy miércoles por la mañana, en la quinta Congregación general de la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los obispos.

 

* * * * *

– P. Umberto BARATO, O.F.M., Vicario Patriarcal emérito de Jerusalén de los Latinos para Chipre (CHIPRE)

El pasado mes de junio, Chipre vivió jornadas intensas, memorables, cuando S. Santidad Benedicto XVI visitó la isla. Recemos para que el efecto espiritualmente benéfico de la visita pueda continuar.
Chipre forma parte del Patriarcado de Jerusalén. Existen cuatro parroquias: tres administradas por los Franciscanos de Tierra Santa y una por un sacerdote del Patriarcado.

El número de los católicos latinos es exiguo. Las cuatro parroquias, juntamente con cuatro Congregaciones religiosas femeninas, trabajan sobre todo por los migrantes y también por los turistas.

Los migrantes constituyen una riqueza añadida para la Iglesia de Chipre. La pastoral que se les ofrece es particular y delicada. Ellos permanecen pocos años y tienen libre generalmente sólo el domingo. Pero la acción pastoral se ha de efectuar como si permaneciesen permanentemente en la parroquia. La catequesis es fundamental, sobre todo para la preparación a los sacramentos. Los grupos eclesiales (Legio Mariae, carismáticos, neocatecumenales, Orden Franciscana Secular, grupos nacionales de oración, etc.) pueden ser una ayuda importante para el contacto con los fieles, su conocimiento y para la colaboración en las actividades parroquiales.

La acción pastoral se debe inspirar en la caridad y en la aceptación indiscriminada, siguiendo el ejemplo de Jesús.

[Texto original: italiano]

– Mons. Béchara RAÏ, O.M.M., Obispo de Jbeil de los Maronitas (LÍBANO)

En el n. 34 del Instrumentum Laboris leemos:”En Líbano, los cristianos están divididos en el plano político y confesional y nadie tiene un proyecto aceptable para todos”. No existe una división en el plano confesional, sino una diversidad de Iglesias sui iuris católicas, ortodoxas y evangélicas, y cada una tiene su propio patrimonio litúrgico, teológico, espiritual y disciplinar. En el plano político, por el contrario, existe una división, que no se refiere a la esencia sino a las opciones estratégicas. Por lo que se refiere a la esencia, los cristianos están de acuerdo sobre las constantes nacionales, definidas en el documento llamado “Las constantes”, publicado por el Patriarca Maronita el 6 de diciembre de 2006, y aceptado y firmado por los jefes de los partidos políticos cristianos. Estas constantes se han desarrollado en otro documento publicado en 2008 con el título: Carta de la acción política a la luz de la enseñanza de la Iglesia y de la especificidad de Líbano.

En cuanto a las opciones políticas, la división de los cristianos se centra en la estrategia relativa a la protección de las llamadas constantes y de la presencia eficaz y efectiva de los cristianos. Esta división se debe a las a las condiciones políticas actuales, tanto internas cono regionales e internacionales.En el mundo árabe existe una fuerte división entre los suníes y los chiíes, evidente, en el plano regional, en la coalición, por parte suní, entre Arabia Saudí, Egipto y Jordania, y por parte chií entre Irán y Siria. Esta división en Iraq se ha transformado en conflicto sangriento entre suníes y chiíes. En el plano internacional, el conflicto se ubica entre Estados Unidos y sus aliados, en favor de los suníes, por una parte e Irán, por la otra, a causa de sus ambiciones regionales y su programa nuclear.

En Líbano, es el conflicto político entre los chiíes y los suníes que define la división de los Cristianos. Para salvar el régimen libanés y su presencia efectiva, una parte elige la alianza con los suníes, una parte con los chiíes y una tercera invita a mantener buenas relaciones con los suníes y los chiíes y a no dejarse arrastrar por la política de ejes regionales e internacionales.

El proyecto político aceptable para todos consiste en perfeccionar el Estado civil, cuyos elementos se encuentran en las “Constantes”, la “Carta de acción política” y la Constitución. Esto es lo que diferencia a Líbano de otros países de Oriente Medio, pues todos tienen regímenes religiosos.

[Texto original: francés]

– Mons. Gregory John MANSOUR, Obispo de Saint Maron of Brooklyn de los Maronitas (ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA)

El prefacio a los Lineamenta nos recuerda que la situación que rodea los esfuerzos misioneros de los primeros cristianos es similar a la que tenemos nosotros hoy en día. Durante los primeros tiempos de la Iglesia, las pequeñas comunidades cristianas de Oriente Medio tuvieron que enfrentarse a numerosos desafíos, y eran minoría. Hoy, tras muchos años de historia, de nuevo somos minoría y nos enfrentamos a numerosos desafíos.

Desde la perspectiva de un maronita que vive en los Estados Unidos, siempre que visito Oriente Medio aprecio la manera en que los católicos hacen que la vida de los que le viven a su alrededor sea profundamente diferente. Las escuelas y universidades, los hospitales, las clínicas, los centros de rehabilitación de la drogadicción, los hospicios, los orfanatos y demás instituciones a su cargo están abiertas a musulmanes, judíos y cristianos sin distinción. Estos católicos son “la sal de la tierra” y “la luz del mundo” (Mt 5, 13-14).

Como los primeros cristianos, nos enfrentamos a desafíos similares e infranqueables, y nuestras posibilidades parecen pocas. Pero vivimos en la fe, no en la visión (2 Cor 5, 7). Quizás no convenzamos jamás con palabras a nuestros vecinos musulmanes o judíos que nuestra presencia es realmente una bendición para ellos, pero el mismo antídoto que ayudó a los primeros cristianos a sobrevivir y superar todos los desafíos está también disponible para nosotros: compartir la generosidad de Dios y del Espíritu Santo y el amor apostólico de los unos hacia los otros que tiene el poder de hacer de nosotros, una vez más, “un solo corazón y una sola alma” (Hch 4, 32).

[Texto original: inglés]

– Nerses Bedros XIX TARMOUNI, Patriarca de Cilicia de los Armenios, Arzobispo de Beirut de los Armenios (LÍBANO)

La Palabra de Dios que ha sido elegida como tema para esta Asamblea sinodal: “La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón y una sola alma” (Hch 4,32) es una frase que ilumina el camino que debemos seguir en nuestra vida de fe, de testimonio cristiano con nuestros hermanos que no están plenamente unidos con la Iglesia de Pedro y con nuestros otros hermanos, aunque no compartan la misma fe.

La primera comunidad cristiana nos muestra que los primeros cristianos no tenían una vida fácil, exenta de dificultades y de adversidades; al contrario, padecían ultrajes y persecuciones. Eso, sin embargo, no les impedía proclamar íntegramente la enseñanza de Jesús, y perdonar.

Hallamos situaciones similares en nuestra época contemporánea. Los cristianos que no están iluminados por el Espíritu Santo creen que deberían ser eximidos de las dificultades. Es importante señalar esto y, en este sentido, reevangelizar a nuestros fieles, proponiéndoles la fe viva de los primeros siglos del cristianismo.

Esto no quiere decir que no haya que luchar para restablecer la justicia y la paz en Oriente Medio. Pero sería erróneo considerar que, sin esta justicia y esta paz, los cristianos no pueden vivir plenamente su fe y deberían emigrar. Nadie, por cierto, emigra para buscar una vida cristiana mejor.

El cristiano convencido que está llamado, en virtud de su b
autismo, a dar testimonio de su fe y que lleva una vida cristiana en comunidad, no tiene como primera preocupación la búsqueda del bienestar material o la paz, o más aún, la fuga de los problemas para lograr su tranquilidad y la de los suyos. Al contrario, tomando ejemplo del testimonio de sus antepasados en Oriente Medio, trabaja junto con otros hermanos cristianos para dar testimonio con su vida y con los ejemplos, para hacer que sea más convicente el mensaje de amor de Jesús.

Partiendo de este principio, los cristianos relacionados con Oriente Medio viven, bajo la guía del obispo y en comunión con los demás cristianos, para hacer progresar el espíritu de comunión de los primeros cristianos, que tenían “un solo corazón y una sola alma” (Hch 4, 32) y que ponían sus bienes en común, como lo hacen en nuestros días los miembros de ciertas comunidades como los neocatecumenales, los focolares y la renovación carismática, que están esparcidos por muchos países de Oriente Medio.

A los discípulos que vivirán según estos principios, Jesús les promete “alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos” (Mt 5, 12)

[Texto original: francés]

– Mons. Paul HINDER, O.F.M. Cap., Obispo titular de Macon, Vicario Apostólico de Árabia (EMIRATOS ARABES UNIDOS)

Los dos Vicariatos de la Península Arábica, que incluyen Kuwait, Bahrein, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Omán, Yemen y Arabia Saudí, no tienen cristianos nativos. Los tres millones de católicos sobre una población de sesenta y cinco millones de habitantes son todos trabajadores migrantes provenientes de un centenar de naciones, la mayoría de ellos de Filipinas y la India. Alrededor de un 80% son de rito latino, los demás pertenecen a las Iglesias católicas de Oriente. Ambos Vicariatos católicos son de rito latino, la orden de frailes menores capuchinos tiene la ius commissionis para este territorio, 2/3 partes de los ochenta sacerdotes son frailes capuchinos provenientes de India, Filipinas, Europa y América, y pertenecen a diferentes ritos.

La especial situación de los Vicariatos en el Golfo.

1. Lo católicos están presentes en los países árabes con el Islam como religión de estado. 

La rigurosa ley de inmigración (con la restricción del número de sacerdotes) y el sistema de seguridad. Los derechos individuales y la asistencia social están muy limitados. No hay libertad de religión (los musulmanes no se pueden convertir al cristianismo pero los cristianos son bienvenidos en el Islam), hay una limitada libertad para practicar la religión en los países señalados, concedida por reglas benévolas (con excepción de Arabia Saudí). Existen muy pocas Iglesias y a ellas acuden muchos fieles, en cada parroquia hay más de 25.000 fieles los viernes con 10 misas o más. La distancia entre la iglesia, el lugar de empleo y las reglas de campo hacen que sea difícil la participación de los fieles. La Iglesia Católica es respetuosa de las leyes y goza de la confianza de los gobiernos.

2. La unidad de las Iglesias católicas en la diversidad de ritos y nacionalidades. La Iglesia no ha adaptado sus estructuras y su trabajo pastoral a los límites impuestos por las circunstancias externas. El Rescript ex audientia aprobado por el Papa Juan Pablo II en 2003, y confirmado luego por el Papa Benedicto XVI en 2006, otorga jurisdicción sobre los fieles de cualquier iglesia, rito o nacionalidad a dos Ordinarios, quienes tienen bajo su exclusiva jurisdicción a todos los sacerdotes que trabajan en el Vicariato. Los ordinarios tienen la obligación de que los fieles de otras Iglesias sui iuris puedan practicar y observar las normas en su rito, que ellos hacen del mejor modo posible.

El Rescript ha ayudado a mantener y promover la unidad, evitar la fragmentación y proveer del mejor modo posible al ministerio pastoral para todos los fieles católicos. Todos los sacerdotes estar al servicio de todos los fieles asistidos por cientos de laicos voluntarios para la catequesis, la juventud y el ministerio de la familia, para el apostolado en los hospitales, en la prisión y el trabajo social.

Mediante las relaciones fraternas entre los dos Vicariatos Apostólicos y la cabeza de las Iglesias Orientales sui iuris la comunión será estrecha y los acuerdos de colaboración se harán en el respeto de cada situación particular a fin de hacer que el testimonio de la Iglesia en el Golfo, que es una Iglesia compuesta exclusivamente por peregrinos y migrantes, sea más vibrante.

[Texto original: inglés]

– Mons. Nicolas SAWAF, Arzobispo de Latakia de los Greco-Melquitas (SIRIA)

“Los cristianos no se distinguen de los demás hombres, ni por el país, ni por la lengua, ni por el vestido. No viven en ciudades propias, no hablan dialectos extraordinarios, su estilo de vida no tiene nada de singular…Toda tierra extranjera es su patria y toda patria es tierra extranjera… En una palabra, lo que el alma es en el cuerpo, eso son los cristianos en el mundo” (cfr. Carta a Diognetes).

Vivimos en un mundo secularizado y globalizado, en el que el número de personas a las que no interesa la cuestión de Dios, o que actúan sin referencia cristiana, es desmesurado con relación al reducido número de los que se reconocen cristianos y creyentes.

A los que se dirige la catequesis se deben colocar en una doble relación: relación de pertenencia a una comunidad basada en la unidad de la fe y relación con una comunidad basada en la unidad de la aceptación del pluralismo y la diversidad.

La fe cristiana está siempre presente en el campo de las culturas humanas.

En Oriente Medio nos hace falta una catequesis que tenga en consideración nuestra cultura árabe, nuestras tradiciones cristianas y nuestras riquezas litúrgicas.

Nos hace falta un programa catequético para los catecúmenos.

Pedimos un esfuerzo en la formación espiritual de los seminaristas.

[Texto original: francés]

– S. E. R. Mons. Guy-Paul NOUJAIM, Obispo titular de Cesarea de Filipo, Obispo auxiliar y Sincelo para Sarba (LÍBANO)

El Instrumentum Laboris (N. 76), citando el Vaticano II, declara que la división de los cristianos es motivo de escándalo y dificulta la más santa de las causas: la predicación del Evangelio. Más adelante (n. 78) recuerda que Su Santidad, el Papa Juan Pablo II deseaba una nueva forma de ejercer el primado que no hiriera su misión y que se inspirara en las formas eclesiales del primer milenio que, aunque diversas, no impidan a los cristianos sentirse a su agrado en todas estas formas, ya sean de espiritualidad, de vida moral o de estructura. 

Hay aquí una invitación a rever el papel y el lugar de los Patriarcas de Oriente en función de los orígenes. Un principio guiaba entonces la organización de la Iglesia: para un mismo espacio, una única jurisdicción.

Y aquella Iglesia, de la que surgieron otras más o menos centrales, aseguraba la unidad estando elevada al rango de patriarcado. El Concilio de Nicea del 325 cita tres Patriarcados: Roma, Alejandría y Antioquía. En el siglo quinto, la Pentarquía se citaba según el siguiente orden: el Papa de Roma en primer lugar, después el Patriarca de Constantinopla, a continuación el de Alejandría, luego el de Antioquía y finalmente el de Jerusalén.

Una vuelta a la unidad supone, pues, una teología y una organización jurídica de la Iglesia que devuelva a los Patriarcas de Oriente sus privilegios de los primeros tiempos en la Iglesia universal, junto al Papa, cabeza de toda la Iglesia. Las principales dificultades para dicho proyecto son:

– la fundación, desde el primer milenio, de nuevos patriarcados;

– la existencia, para una misma sede, de varios Patriarcas católicos y uno ortodoxo;

– una curia romana con prerrogativas mal definidas comparadas con las de los Pat
riarcas.

Propuesta: Su Santidad nombre una comisión de expertos teólogos, historiadores y pastores, que propongan soluciones concretas a estas dificultades y que la Iglesia se comprometa a aplicarlas cuanto antes.

[Texto original: francés]

– Mons. Elie Béchara HADDAD, B.S., Arzobispo de Sidón de los Greco-Melquitas (LÍBANO)

La venta de los terrenos de los cristianos se está convirtiendo en un fenómeno peligroso. Se corre el riesgo de amenazar la presencia cristiana, hasta reducirla al mínimo durante los próximos años.
Para poner remedio a este fenómeno, proponemos:- Crear una estrategia de solidaridad entre las Iglesias, patrocinada por la Santa Sede.

– Modificar el discurso sobre el Islam, para distinguir claramente entre Islam y fundamentalismo. Esto facilita nuestro diálogo con los musulmanes, con vistas a que nos ayuden a continuar en nuestra tierra.

– Pasar del concepto de ayuda a los cristianos, al concepto de desarrollo, para arraigarlos a su tierra y encontrarles trabajo. 

Nuestra experiencia en la diócesis de Saïda es preferentemente en esta línea.

[Texto original: francés]

– P. Khalil ALWAN, M.L.M., Secretario General del Conseil des Patriarches Catholiques d’Orient (C.P.C.O.) (LÍBANO)

El párrafo 55 del Instrumentum Laboris no tiene en cuenta el gran papel que el Consejo de Patriarcas Católicos de Oriente (CPCO) ha desempeñado en el fortalecimiento de la comunión entre las Iglesias Católicas y en el aliento al diálogo ecuménico e interreligioso.

Después de haber enumerado las actividades del CPCO, tras 20 años de existencia, a nivel de teología pastoral, ecumenismo, pastoral común y coordinación entre Iglesias católicas, he observado que el CPCO sufre una desventaja a nivel de comunicación.

He propuesto a la Asamblea sinodal: 

-La modificación de los estatutos del CPCO para que las asambleas de obispos de cada país puedan estar representadas en el congreso anual del CPCO y que su representante tenga el poder de transmitir y ejecutar las decisiones en el seno de su asamblea.

-La organización de congresos de patriarcas y obispos católicos en Oriente Medio.

Por último, observo que las autoridades eclesiásticas, es decir, los dicasterios romanos y las conferencias episcopales occidentales, y sus asociaciones, parecen ignorar esta solicitud por falta de información. Por este motivo también propongo que el CPCO sea incluido en el Annuarium Pontificium, al igual que las instancias pontificales y demás.

[Texto original: francés]

– Mons. Antoine AUDO, S.I., Obispo de Alepo de los Caldeos (SIRIA)

Cuidar la formación espiritual e intelectual de los futuros sacerdotes.

I- Formación

A pesar de la disminución del número de vocaciones, probar a los candidatos antes de admitirlos en el seminario.

Formar a los seminaristas en el sentido profundo de cada liturgia para que sean capaces de abrirse a la universalidad de la Iglesia. En teología, basarse sobre el Vaticano II, responder a las cuestiones de la modernidad en el contexto árabe-musulmán, prestando una particular atención al uso correcto de la lengua árabe. Finalmente, y siguiendo los consejos de Benedicto XVI, darle la importancia a una formación doctrinal sólida y viva que se pueda reflejar en la vida cotidiana. La dimensión pastoral: aprender a predicar, enseñar el catequismo, acompañar a las familias, escuchar las confesiones, todos ellos elementos vivos de la formación.

II- Acompañamiento pastoral y espiritual durante el ejercicio del ministerio sacerdotal.

a. Vigilar para que el sacerdote se sienta estimulado por la pasión de anunciar la Buena Nueva. 

b. Asegurar una formación permanente de calidad.c. Prodigar los medios para releer el servicio pastoral , el progreso espiritual y humano (retiros anuales, sesiones, etc..). Recordar que el sacerdote es, antes que nada, un hombre de Dios.

III- Seguridad, contabilidad transparente.

a. Analizar objetivamente las necesidades de los sacerdotes y llegar a una contabilidad transparente de la diócesis, que ayude a fomentar la confianza entre los miembros y los fieles.

b. Que la Congregación para las Iglesias Orientales ayude a cada Patriarcado y diócesis a poner en práctica un seguro médico y otro para la vejez. Los recursos están ahí, pero faltan la competencia y la disciplina.

[Texto original: francés]

– Mons. Berhaneyesus Demerew SOURAPHIEL, C.M., Arzobispo de Addis Abeba, Presidente del Consejo de la Iglesia Etíope, Presidente de la Conferencia Episcopal (Etiopía y Eritrea) (ETIOPÍA)

Etiopía tiene casi 80 millones de habitantes, la mitad de los cuales tiene menos de 25 años de edad.

El gran desafío al que se enfrenta el país es la pobreza y sus consecuencias, como por ejemplo el desempleo.

Muchos de nuestros jóvenes, en su afán por escapar de la pobreza, intentan emigrar por todos los medios posibles. Las mujeres jóvenes emigran sobre todo a Oriente Medio donde, legal o ilegalmente, buscan trabajo como empleadas domésticas al no tener una formación profesional. Para facilitar sus desplazamientos, los cristianos cambian sus nombres cristianos en nombres musulmanes y se visten como tales para que el proceso de obtención del visado sea más rápido. De este modo, se fuerza indirectamente a los cristianos a negar sus raíces y su herencia cristiana.

Según los datos del Ministerio del Trabajo y de Asuntos Sociales y la Organización Internacional para las Migraciones, 13.498 trabajadores etíopes emigraron a Oriente Medio entre septiembre de 2005 y agosto de 2006 (www.American Chronicle/Ethiopia Human Trafficking Hub in the Horn of Africa.html). Sus destinos suelen ser: Líbano, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Yemen y Arabia Saudí. Una media de 12.500 etíopes emigran anualmente a Oriente Medio.

Aunque hay sitios donde estos trabajadores están bien tratados, con amabilidad, la mayoría son explotados y sufren abusos. Muchos se avergüenzan de volver a Etiopía, donde sus familias esperan que vuelvan con mucho dinero; sin embargo, muchos vuelven a la fuerza, desesperados, enfermos y con trastornos mentales. Parece ser que no se permite enterrar a los cristianos que mueren en Arabia Saudí: sus cuerpos son embarcados hacia Etiopía para su entierro. ¿Se podría pedir a las autoridades saudíes la creación de un cementerio para los cristianos en Arabia Saudí?

Muchos etíopes se dirigen a las Iglesias Católicas de Oriente Medio en busca de asistencia y consejo. Desearía agradecer a las Jerarquías Católicas de Oriente Medio todo lo que están haciendo por ayudar a estas víctimas del abuso y la explotación. Agradecemos, por ejemplo, el gran trabajo que realiza Caritas del Líbano. La emigración moderna se está viendo como una “esclavitud moderna”. Pero recordemos que los emigrantes de hoy serán los ciudadanos y líderes de mañana, tanto en sus países de acogida como en sus países natales.

[Texto original: inglés]

– Mons. Youssef Anis ABI-AAD, Arzobispo de Alepo de los Maronitas (SIRIA)</b>

“Nosotros no podemos acoger a aquellos que Dios pone en nuestro camino sino acogemos a Dios en persona”. “Más descubrimos a Dios, más descubrimos la santidad en el hombre”.

El lugar privilegiado para acoger a nuestros hermanos, en este caso a nuestros hermanos musulmanes, es sin duda alguna la oración.Una oración que llamamos oración contemplativa.

Contemplar es, antes que nada, contemplar a Dios – Trinidad. Contemplar es también contemplar en el Espíritu la vida de los hombres, para después ofrecerla a Dios con sus alegrías y penas, sus progresos y retrocesos…recordando siempre que no vemos todo de la
vida del otro, que sigue siendo para nosotros un misterio.

En la contemplación, a veces, cruzamos en un instante fugaz el reflejo de la mirada de Dios en los demás. Es un instante de gracia, un instante de gozo, ya que esta mirada es creadora, salvadora y llena de amor.

Es de primera necesidad tratar de establecer una presencia con nuestros hermanos musulmanes y también con los demás, con los que vivimos; una presencia sencilla, humilde, fraterna, que pueda favorecer el diálogo en todas sus formas y con comprensión reciproca.

[Texto original: francés]

– Mons. Bohdan DZYURAKH, C.SS.R., Obispo titular de Vagada, Obispo de Curia de Kyiv-Halyč (UCRANIA)

Deseo llamar la atención sobre un aspecto particular de la pastoral vocacional, es decir, el de la formación de los Padres Espirituales, llamados a realizar su misión en los Seminarios y en los Institutos de formación de los religiosos. El Padre espiritual desempeña un papel determinante en el discernimiento de toda vocación, tiene una precisa y fundamental responsabilidad en el camino de maduración de toda vocación que, a mi juicio, no termina en el momento de la ordenación sacerdotal o de la emisión de los votos perpetuos. Planteo, por tanto, una pregunta: ¿cuánto nos preocupamos en formar a los futuros Padres Espirituales para los Seminarios y para los Institutos Religiosos? Tengo la impresión de que con mucha frecuencia la elección se efectúa sobre la base de urgencias inmediatas y con la idea de que tal sacerdote es bastante apto, porque parece que tiene una buena vida espiritual personal. Pero ¿dónde colocamos el resto de las competencias exigidas y no menos importantes? Permítanme, por tanto, recomendar a todos nosotros prestar la máxima atención a la formación de esta valiosa e insustituible figura de la pastoral vocacional, ofreciendo a personas, tendencialmente aptas, todos los instrumentos de la teología, de la psicología y de cualquier otra cosa se exija, a través de caminos formativos especializados. 

Deseo expresar, en primer lugar, el más profundo agradecimiento a los Obispos latinos por la fraterna acogida reservada a nuestros fieles, por la atención que les prestan, aunque, obviamente, no se trata sencillamente de garantizar un “ámbito litúrgico” y de “reforzar – cito textualmente – el vínculo con los fieles de las Iglesias orientales católicas en los países de emigración”, sino de algo más importante y profundo. Los Eparcas en el ejercicio de su ministerio no pueden limitarse sencillamente a estas garantías y ni siquiera a una mera “visita” Pregunto: ¿puede un Padre agotar su natural función con relación a los hijos lejanos a través de una “visita”? La respuesta es demasiado obvia, para explicitarla. Es necesario, pues, profundizar responsablemente este tema de la paternidad de los Patriarcas y de los Obispos eparquiales e individuar los instrumentos jurídicos y organizativos que, en una colaboración descontada con los Ordinarios locales lleven a un efectivo ejercicio de su responsabilidad ministerial, allí donde viven los propios fieles.

Dirijo mi atención a las Órdenes contemplativas, recordando su extrema importancia, hasta el punto de sentir el deber de citar el ejemplo de nuestro gran Metropolita, el Siervo de Dios Kyr Andrea Szeptycky, que quiso, era Basiliano, la institución de Monjes Estuditas en Ucrania, definiendo la misión característica de vida de oración y contemplación como “pulmón de la vida de la Iglesia”. Permítanme recordar a todos los venerables Padres Sinodales este don singularmente precioso, de tal forma que sintamos siempre la exigencia y cultivemos con premura la presencia y el crecimiento por el bien de todos los componentes de nuestras Iglesias.

[Texto original: italiano]

– Mons. Virgil BERCEA, Obispo de Oradea Mare, Gran Varadino de los Rumanos (RUMANIA)

Muchos aspectos unen nuestra Iglesia con las Iglesias hermanas de Oriente Medio: antes que nada, su ser “un pequeño grey”. También la Iglesia Greco-Católica en Rumanía vive su misión siendo una minoría; una presencia que es, de todas maneras, muy fuerte en la historia de nuestro país en cuanto expresa la feliz y providencial síntesis de estar en plena comunión con la sede de Pedro y con la riqueza de los tesoros de la tradición espiritual, litúrgica y disciplinar bizantina. 

Queridos hermanos de Oriente, junto a ustedes estamos llamados a enfrentarnos a los desafíos de nuestro tiempo: la fuerte inmigración y la globalización con todas sus provocaciones y sus ídolos, de los cuales no ha hablado el Papa Benedicto XVI y que todos nosotros estamos llamados a desenmascarar. Además, esta situación de emigración, jamás experimentada en la historia de nuestro pueblo, debido a la cual de una población de 22 millones de ciudadanos, 5 millones se encuentran ahora en Europa y en el mundo, nos abre también la posibilidad de una confrontación fecunda y de un enriquecimiento mutuo.

La emigración en la repartición da valor a todos; por lo tanto, tengamos siempre la mirada fija en Jesús, el primero que tuvo que trasladarse a la tierra de Egipto, para pedir y recibir de Él un impulso siempre renovado, y que posteriormente debemos comunicar a nuestros fieles y a nuestras comunidades.

[Texto original: italiano]

– Mons. Youhanna GOLTA, Obispo titular de Andrópolis, Obispo de Curia de Alejandría de los Coptos (REPÚBLICA ÁRABE DE EGIPTO)

Relaciones con las Iglesias Ortodoxas en nuestros países:

Ellas son nuestras raíces, nuestros ancestros, son ellas las que han luchado por defender la fe cristiana y la han guardado para nosotros hasta el día de hoy. Son ellas las que ofrecieron sus mártires, santos, grandes teólogos. Por consiguiente, la unidad de la Iglesia, que es la oración, sigue siendo la esperanza de la historia cristiana.

Relación con los ciudadanos musulmanes:

El medioevo nos dejó frutos amargos hechos de odio y desprecio, una verdadera tragedia.

Podemos juntos, cristianos y musulmanes, escribir una nueva página de la historia, de amor, de respeto y de perdón para construir juntos y para las nuevas generaciones, un futuro sin tragedias. 

<i>[Texto original: francés]

[Texto distribuido por la Secretaría General del Sínodo]

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ZENIT Staff

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