LA HABANA, martes, 11 noviembre 2008 (ZENIT.org).- En un acontecimiento sin precedentes en la historia, el 29 de noviembre será beatificado en Cuba fray José Olallo Valdés, religioso de la Orden de los Hermanos de San Juan de Dios, héroe de la caridad.
Para descubrir su legado espiritual, ZENIT ha entrevistado al padre Félix Lizaso OH, postulador de su causa de beatificación.
–Ante todo, díganos: ¿quién era José Olallo Valdés y qué significa para los miembros de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en especial y para los demás fieles en general?
–Padre Lizaso: El hermano Olallo Valdés era un religioso de San Juan de Dios, y apenas se sabía de su existencia, pues fue el último superviviente en Cuba cuando las leyes del gobierno de España suprimió las Ordenes religiosas en España y América Latina, por los años 1835. La referencia de su existencia sólo aparecía en algunos Anales de la Orden, y poco más.
Nació en 1820 en La Habana, Cuba, vivió 69 años, todos y siempre en Cuba (54 en Camagüey), y murió en Camagüey en 1889. Su nombre completo es José Olallo Valdés, pero se firmaba casi siempre con el nombre de Fray Olallo Valdés y popularmente era llamado «padre Olallo», sin ser sacerdote, pues renunció a serlo cuando se lo propusieron, para poder seguir como enfermero en el hospital.
El nombre de José se unía frecuentemente a otro más propio en los varones, lo mismo que el de María al de las mujeres, por lo que en la Postulación creemos que es más adecuado y propio que sea llamado beato Olallo Valdés.
Al cumplirse el centenario de su muerte, en 1989, dada la popularidad y fama de santidad que se mantenía en el pueblo, un grupo de laicos de Camagüey se organizaron para celebrar la conmemoración centenaria. Fue esta la ocasión para que el arzobispo de Camagüey, monseñor Adolfo Rodríguez Herrera, unido al hospitalario Manuel Cólliga, español residente en La Habana, invitaran a los actos conmemorativos al entonces nuevo superior General de la Orden, fray Brian O’Donnell, australiano. Monseñor Adolfo aprovechó la oportunidad y pidió al padre Brian que la Orden apoyara el estudio de su santidad en orden a su canonización.
Este fue el origen para que se preparara y se celebrara su proceso de santidad. El hermano Olallo, llamado «padre de los pobres» y «apóstol de la caridad», vivió y murió muy admirado como persona ejemplar íntegra y como relevante enfermero y asiduo servidor de los más desheredados de la sociedad en Camagüey, encarnando plenamente el carisma de la hospitalidad, propio de su vocación.
Al morir, el pueblo y toda la sociedad camagüeyana, a pesar de las grandes divisiones sociales y políticas existentes, se unió para honrarle con el más solemne de los entierros. A continuación,
popularmente se celebró una colecta con otros actos a favor de un mausoleo, que durante 100 años ha sido visitado por muchísimos devotos para pedirle su ayuda y su intercesión.
Varios testigos declararon durante el proceso canónico que frecuentemente encontraban en su tumba flores frescas. De aquí que, en Camagüey particularmente, se haya seguido con grande
expectación el estudio de su Causa de santidad y actualmente, con ocasión de su Beatificación, se viva con especial ilusión y alegría la preparación.
La beatificación del hermano Olallo, pues, alcanza un especial significación para todo Cuba, además de Camagüey. Y no es menos para los Hermanos de San Juan de Dios, en cuanto que se trata del descubrimiento de un religioso, que en poco tiempo se ha hecho admirar por sus características hospitalarias tan singulares. Su extraordinario testimonio de santidad y de Hospitalidad, con fama popular de santo, que relativamente en poco tiempo ha sido reconocido por la Iglesia, llega en un momento muy particular para las vocaciones, no solo en Europa, sino también en América Latina y para toda la Orden. Esta Beatificación puede ser un fuerte revulsivo para todos.
El eslogan de su vida testimonial, que es el de su beatificación lo indica todo: «Se preocupaba por los pobres, enfermos y leprosos; por los abandonados y moribundos; por los niños enfermos y sin escuela; por los ancianos sin familia, por los presos enfermos; por los africanos y asiáticos, contra la esclavitud. Se hizo todo para todos».
–José Olallo va a ser el segundo beato de Cuba, y por primera vez una beatificación va a tener lugar en la isla. ¿Qué se espera en la iglesia de Cuba de este acontecimiento histórico, y cómo se prepara?
–Padre Lizaso: Sí, en verdad nuestro beato Olallo será el segundo cubano beatificado y el primero en Cuba. No obstante, la realidad es que el beato Olallo es el primero prácticamente para todo, porque sin duda es el más popular y el más venerado en la isla como santo.
El primer beato cubano, José López Piteira, apenas solamente nació en Cuba, hijo de padres inmigrantes españoles, que permanecieron pocos años en la Isla, y muy niño volvió a España con sus padres. Se hizo después religioso agustino y murió mártir muy joven en 1936. De hecho no era conocido en Cuba y sólo consta por su bautismo.
La beatificación del hermano de San Juan de Dios Olallo Valdés, históricamente la primera a celebrarse en la Isla, tendrá lugar en la ciudad de Camagüey, el sábado 29 de noviembre de este año 2008. Con la aprobación de la santidad y del milagro, se ha levantado mucho ánimo y especial entusiasmo, por todo lo que significa y puede estimular y confortar a los cubanos y a la iglesia cubana un santo de su patria.
La Conferencia Episcopal cubana recomendó que se celebrara con una debida preparación para conocer mejor su vida y testimonio y para sensibilizar una vivencia más realista y profunda del acontecimiento.
El arzobispado de Camagüey ha divulgado un cuestionario de 100 preguntas, históricas, culturales y religiosas, sobre el nuevo beato, lo que también ayudará a esta preparación. Además se llevan celebrando frecuentes peregrinaciones a su tumba e iglesia San Juan de Dios, en donde son venerados sus restos desde 2004, acudiendo las diversas comunidades y asociaciones cristianas, incluso de artistas y de otros entes religiosos y culturales, despertando especial entusiasmo e interés.
Los Hermanos de San Juan de Dios también han colaborado generosamente desde el inicio del estudio de la Causa y su contribuyo ahora se puede decir que está siendo más generoso. Todo será poco y se lo merece Cuba, los cubanos y el mismo Padre Olallo.
La santidad de Olallo con la beatificación son también un signo concreto de que la iglesia está siempre en medio del pueblo, de sus necesidades y a su servicio por su bien. Así lo hizo Olallo y se pretende siempre hacerlo a su ejemplo.
Todo ello además hará que al conocer mejor su vida y su excelente testimonio, también crezca en bien de todos su veneración, devoción, imitación e intercesión, y no solo en el aspecto de fe y religiosidad, sino también en el campo social y sanitario, donde él más se dedicó.
–¿Puede la beatificación de Olallo ser un estímulo también para la religiosidad de todo el pueblo cristiano, no sólo en Cuba?
–Padre Lizaso: Sin duda que sí. Un santo no solamente influye a nivel local o institucional, que en nuestro caso se concretaría a Cuba y a los Hermanos de San Juan de Dios, sino que, en especial desde su canonización, su valor testimonial e intercesión es ya valorado a nivel universal, en toda la Iglesia, en todo el mundo. Ese es el motivo significativo que ha querido expresar el Papa Benedicto XVI reservándose personalmente la celebración de las ceremonias de las canonizaciones, mientras las beatificaciones las solemniza un delegado suyo.
En principio el beato Olallo, hoy, en cuanto casi únicamente conocido y venerado en Cuba, repercute fundamentalmente su ejemplo y testimonio entres
los cristianos de la Isla. De hecho fue la difusión de su entrega benemérita, humanitaria, cristiana, misericordiosa, social y sanitaria a través de la publicación de rotativos, gacetas, revistas, etc., casi exclusivamente de Cuba, lo que hizo que se divulgara su vida modélica y ejemplo, y proporcionara a la Postulación material suficiente para el estudio de su santidad. En el pueblo cubano el padre Olallo está considerado y tiene visos de protagonista y héroe local y nacional, y eso naturalmente también influye en alguna medida para la acogida y aceptación de su beatificación a todos los niveles.
Considero además sin ninguna duda que se ha recibido este paso de la beatificación de nuestro Olallo con especial satisfacción por todo el pueblo cubano, pero a través de la Orden Hospitalaria, extendida por todo
el mundo, ha empezado a ser conocido por tantas otras partes de la tierra, de la misma manera que tantos otros cubanos, residiendo en tantas otras naciones, y que muchos ya tienen noticia, reciben el acontecimiento con ilusión y alegría.
La segunda parte de esta entrevista se publicará este miércoles.
Por Dominik Hartig