Benedicto XVI: “estamos en deuda con el Concilio Vaticano II”

Mensaje a los participantes en un Congreso sobre Juan Pablo II y el Concilio

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CIUDAD DEL VATICANO, martes 28 de octubre de 2008 (ZENIT.org).- «Los documentos conciliares no han perdido actualidad con el paso del tiempo «, sino que al contrario «se revelan particularmente pertinentes en relación a las nuevas instancias de la Iglesia y de la presente sociedad globalizada».

Así lo afirma hoy el Papa Benedicto XVI, en un extenso mensaje a los participantes en el Congreso Internacional «El Vaticano II en el Pontificado de Juan Pablo II», organizado por la Pontificia Facultad Teológica «San Buenaventura» – Seraphicum y por el Instituto de Documentación y de Estudio sobre el Pontificado de Juan Pablo II.

Según el Papa, «todos nosotros somos verdaderamente deudores de este extraordinario acontecimiento eclesial», en el que recuerda que tuvo «el honor de participar como experto».

El fin principal del Concilio fue, explica el Papa, «hacer accesible al hombre de hoy la salvación divina fue para el Papa Juan el motivo fundamental de la convocatoria del Concilio, y fue esta perspectiva con la que los Padres trabajaron».

En este sentido, el Papa elogió la figura y obra del Papa Juan Pablo II, «que en aquel Concilio dio una contribución personal significativa como Padre conciliar, del que se convirtió después, por voluntad divina, en ejecutor primario durante los años de su pontificado».

Juan Pablo II «acogió prácticamente en todos sus documentos, y aún más en sus decisiones y en su comportamiento como Pontífice, las instancias fundamentales del Concilio Ecuménico Vaticano II, del que se convirtió en intérprete cualificado y testigo coherente», afirma.

 

El Concilio, añade, «brotó del corazón de Juan XXIII, pero es más exacto decir que en último término, como todos los grandes acontecimientos de la historia de la Iglesia, brotó del corazón de Dios, de su voluntad salvífica».

«La múltiple heredad doctrinal que encontramos en sus Constituciones dogmáticas, en las Declaraciones y en los Decretos, nos estimula aún ahora a profundizar en la Palabra del Señor para aplicarla al hoy de la Iglesia, teniendo muy presentes las necesidades de los hombres y mujeres del mundo contemporáneo, extremamente necesitado de conocer y experimentar la luz de la esperanza cristiana".

El pontífice augura a los congresistas que se acerquen «a los documentos conciliares para buscar en ellos respuestas satisfactorias a los muchos interrogantes de nuestro tiempo», a imitación de san Buenaventura, patrón del Seraphicum, la institución que ha organizado este congreso.

«El ansia por la salvación de la humanidad, que animaba a los Padres conciliares orientando su empeño en la búsqueda de soluciones a tantos problemas actuales, no estaba menos viva en el corazón de san Buenaventura frente a las esperanzas y a las angustias de los hombres de su tiempo», añade.

«La meta última de todas nuestras actividades debe ser la comunión con el Dios viviente. Así también para los Padres del Concilio Vaticano II, el fin último de todos los elementos de la renovación de la Iglesia fue guiar al Dios vivo revelado en Jesucristo», concluye el Papa.

Por Inma Alvarez

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ZENIT Staff

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