ROMA, miércoles, 15 diciembre 2008 (ZENIT.org).- La causa de beatificación y canonización de Juan Pablo II procede de modo riguroso, según el tradicional procedimiento del proceso canónico, afirmó este lunes su postulador, monseñor Slawomir Oder.
La declaración fue hecha durante la presentación del libro “Juan Pablo II, párroco de Roma”, de Angelo Zema, publicado por la “Lateran University Press”, y presentado en la Universidad Pontificia Lateranense.
“Como se sabe –dijo el sacerdote polaco–, el 2 de abril de 2007 empezó el itinerario procesual en la Congregación de las Causas de los Santos. En este momento, estamos en la fase de la elaboración completa de la ‘Positio super virtutibus’. Esta fase procesual deja espacio a eventuales ulteriores profundizaciones”.
Las etapas que se siguen en una causa de beatificación son dos: la diocesana y la romana. La primera mira a la investigación que el obispo competente instruye para recoger todos los escritos del Siervo de Dios y todos los testimonios y los documentos relativos a su vida, a sus actividades y virtudes (teologales y cardinales) o al martirio.
Mientras que la segunda se desarrolla en la Congregación de las Causas de los Santos, donde las actas de la investigación son consideradas en su parte final y examinadas con un meticuloso trabajo de corte científico para comprobar la heroicidad de las virtudes, el martirio o los presuntos milagros.
Una vez llegadas a Roma las actas del proceso realizado por la diócesis, el postulador y sus colaboradores –bajo la dirección de un relator, que en este caso es el padre dominico
Daniel Ols- se encargan de redactar e imprimir la ‘Positio’, integrada por los volúmenes con las pruebas testimoniales y docuementales y todas las actas jurídicas, los estudios y los sumarios.
La ‘Positio’ será luego sometida al examen de ocho consultores teológicos, junto con el promotor general de la Fe, cargo que ostenta monseñor Sandro Corradini. El resultado del trabajo de los consultores pasará a la consideración, junto con la “Positio’, de los cardenales y obispos elegidos por la Congregación de las Causas de los Santos.
Sólo una vez superadas con voto favorable todas estas fases, el Papa podrá expresar su juicio ante la ‘Positio’, y ordenar la promulgación del decreto sobre las virtudes en grado heroico de Juan Pablo II, proclamándolo “Venerable”.
Si bien el reconocimiento de un milagro (que haya sucedido ‘post mortem’, nunca en vida) pueda allanar el camino hacia la beatificación –la praxis en uso desde 1975 deroga lo previsto por el Código de Derecho Canónico de 1917–, no puede sin embargo suplir un eventual defecto de pruebas sobre la heroicidad de las virtudes.
Respecto a la aprobación de un milagro debido a la intercesión de Juan Pablo II, en el pasado monseñor Oder indicó el caso de sor Marie Simon-Pierre, de la Congregación de las Hermanitas de las maternidades católicas, que el 2 de junio de 2005, cerca de Aix-en-Provence, se curó inesperadamente de un ‘parkinson’.
En marzo pasado, monseñor Oder entregó una redacción semidefinitiva de la ‘Positio’ de cerca de dos mil páginas.
“En mi trabajo –dijo este lunes monseñor Oder- tuve siempre bien presentes las palabras que oí personalmente del Papa Benedicto XVI, que muchas veces demostró públicamente su vivo interés por la causa: ‘¡Trabajad rápido pero bien, de modo irreprochable!’”.
“Las palabras del pontífice están en vigor también en este momento procesual y afectan a todas las personas implicadas”, añadió el postulador que no se ha comprometido en previsiones sobre la posible fecha de la beatificación.
“Este hecho –prosiguió–, por una parte me deja muy sereno porque soy consciente que el trabajo realizado hasta ahora ha sido llevado a cabo en fidelidad a las palabras del Papa, por otra, me impone una confiada y paciente espera, para que también la actual fase se desarrolle con la seriedad y rigor propias de este tipo de procesos canónicos”.
La causa de beatificación y canonización de Juan Pablo II tuvo la dispensa de Benedicto XVI de los cinco años de espera tras la muerte, prescritos por el derecho canónico.
Por Mirko Testa, traducido del italiano por Nieves San Martín