ROMA, miércoles, 15 octubre 2008 (ZENIT.org).- La canonización de la primera santa india, sor Alfonsa, el 12 de octubre en Roma, tuvo una resonancia especial en su país natal, que fue presa, hace varias semanas de graves atentados anticristianos por parte de extremistas hindúes, informa “Eglises d’Asie”, la agencia de las Misiones Extranjeras de París (EDA).
En el momento de ser canonizada en El Vaticano, la santa reunió a cristianos, hindúes y muulmanes en torno a su tumba en Bharananganam, Kerala.
A pesar de las fuertes lluvias, cincuenta mil personas peregrinaron a la capilla que custodia la reliquia de la religiosa. “Desde la misa a las cinco de la mañana, la iglesia Santa María estaba llena a rebosar”, testimonia el padre Palackaparambil, coordinador del acontecimiento en la diócesis de Palai.
En el auditorio hasta los topes, anexo a la iglesia donde reposa la reliquia corporal de la santa, la multitud siguió con emoción, hacia mediodía, la retransmisión televisada de la canonización en la Plaza de San Pedro.
Uno de los espectadores, Ramesh Chandran, hindú y empleado de banca, confesaba: “He recibido numerosas gracias de santa Alfonsa. Cuando encuentro un problema en la vida, le rezo”. Añadió que venía a recogerse en oración sobre su tumba una vez al año. En cuanto a Sarina Ibrahim, pide a sor Alfonsa que le ayude en sus estudios “Es la santa de todos, no sólo de los cristianos”, explica la joven musulmana.
Nacida el 19 de agosto de 1910, en la aldea de Kudamaloor, cerca de Kottayam, Anna Muttathupadathu perdió a su madre siendo muy joven. A pesar de los intentos de su tía, que la crió de modo muy estricto, con vistas a disuadirla, insistía desde muy joven en entrar en un convento.
Después que mutilarse voluntariamente para escapar al matrimonio, su tía le autorizó a entrar en las clarisas de Bharananganam, donde tomó el nombre de sor Alfonsa de la Inmaculada Concepción. Permanecerá allí, sufriendo graves y dolorosas enfermedades pero dando muestras de una gran compasión, hasta su muerte prematura en 1946, a la edad de 36 años.
Su fama de santidad no tardó en atraer a multitudes cada vez más numerosas, de todas las confesiones, que acudían a recogerse en oración ante su tumba, situada al lado del convento de Bharananganam. Las curaciones milagrosas condujeron a la modesta religiosa de Kerala a la beatificación en 1986.
Mientras los cristianos en India viven estos días de graves persecuciones, las celebraciones de la canonización de sor Alfonsa, tanto en El Vaticano como en India, han tomado una dimensión mucho más que simbólica: “En tiempos en los que el mal está tan presente –declara a la agencia Reuters sor Kalriparambil, que conoció a sor Alfonsa–, es bueno asistir a cosas como esta para reafirmar nuestra fe”.
El mismo día de la canonización, una iglesia fue quemada por hinduistas en Madya Pradesh. Unas horas más tarde, el papa Benedicto XVI aseguraba a los cristianos de India su comunión con sus sufrimientos actuales.
El obispo de Cuttacck-Bhubaneshwar, monseñor Raphael Cheenath, se expresaba así el 13 de octubre en declaraciones a Asia News: “Santa Alfonsa es más que nunca un ejemplo para nosotros, en estos tiempos difíciles. Sufrió mucho en su vida pero permaneció inquebrantable en su amor por Cristo y esto le dió la fuerza de resistir todos su sufrimientos (…). La vida de santa Alfonsa nos recuerda a nosotros, Iglesia en India y en Khandamal [el distrito más afectado por la violencia anticristiana, en el estado de Orisssa, ndr] que Dios está con nosotros. Sabemos que la Iglesia de Dios seguirá y cumplirá su misión: la de proclamar la Buena Noticia”.
Traducido del francés por Nieves San Martín