– S. Em. R. Mons. Benoît Comlan Messan ALOWONOU, Obispo de Kpalimé (TOGO)
– S. Em. R. Mons. Vincent RI PYUNG-HO, Obispo de Jeonju (COREA)
– S. Em. R. Mons. Geraldo LYRIO ROCHA, Arzobispo de Mariana, Presidente de la Conferencia Episcopal (BRASIL)
– S. Em. R. Card. Stanisław DZIWISZ, Arzobispo de Cracovia (POLONIA)
– S. Em. R. Mons. Emmanuel LAFONT, Obispo de Cayenne (FRANCIA)
– S. Em. R. Card. Polycarp PENGO, Arzobispo de Dar-es-Salaam, Presidente del Symposium des Conférences Episcopales d’Afrique et de Madagascar (S.C.E.A.M.) (TANZANIA)
– S. Em. R. Mons. Ronald Peter FABBRO, C.S.B., Obispo de London (CANADÁ)
– Revmo. P. Josep María ABELLA BATLLE, C.M.F., Superior General de los Misioneros Hijos del Corazón Inmaculado de María
* * *
– S. Em. R. Mons. Benjamin NDIAYE, Obispo de Kaolack (SENEGAL)
La pedagogía de Jesús en el camino de Emaús es una interpelación para unirse a los hombres en su camino. Escuchándoles, es posible conocer su historia, sus miedos y sus esperanzas. ¿Este lugar de vida humana no es acaso, pues, un terreno fértil para el anuncio del Evangelio? Un anuncio que abre nuevas perspectivas de vida con Cristo, que vino para conducir al hombre a la plenitud de Dios.
[00125-04.03] [IN108] [Texto original: francés]– S. Em. R. Mons. Benoît Comlan Messan ALOWONOU, Obispo de Kpalimé (TOGO)
En el documento de Trabajo se afirma que diferentes grupos bíblicos, lanzados con entusiasmo al descubrimiento del Libro Sagrado, se están disolviendo paulatinamente. La pregunta se encuentra en las Líneas de Orientación: «¿por qué algunos cristianos se sienten indiferentes y fríos con respecto a la Biblia?»
Esta pregunta atrajo la atención del Obispo de Togo.
Conocer las razones del desinterés de muchos cristianos por la lectura y por los estudios bíblicos es la base para el buen resultado de gran parte de las iniciativas bíblicas a la hora de aplicar las recomendaciones de la Dei Verbum.
En Togo se ha constatado que en casi todas las parroquias, numerosos cristianos – hombres y mujeres – que manifiestan una profunda sed por la Palabra de Dios, luego pierden el interés rápidamente.
Con el fin de ayudar a los Ordinarios en la organización de una pastoral Bíblica, se ha efectuado un estudio del contexto por parte de sociólogos, sacerdotes, religiosos y laicos. De este estudio surgen las razones del desinterés de algunos cristianos con respecto a la Biblia.
La primera razón, que es la más importante de todas, es la falta de pertinencia de los estudios bíblicos. Estos podrán interesar a los fieles cristianos solamente en la medida en que sean verdaderamente «interesantes», osea, pertinentes, útiles a los cristianos para poder resolver los problemas elementales o al menos para que sean una fuente eficaz de inspiración. ¿Cómo nos puede ser útil la Biblia en la vida de todos los días? En el plano espiritual, económico, político y social… En fin, ¿de qué manera puede ser útil la Biblia en todas las situaciones existenciales?
Los cristianos no están suficientemente informados sobre la importancia de la Biblia y sobre los programas de enseñanza. Los laicos bien formados pueden ayudar a organizar y a guiar a los grupos.
Las dificultades económicas: el tiempo de los estudios bíblicos se considera tiempo perdido. Por otro lado el escaso poder adquisitivo no permite comprar Bíblias católicas, a menudo demasiado costosas.
– S. Em. R. Mons. Vincent RI PYUNG-HO, Obispo de Jeonju (COREA)
El tema que he escogido es el de la predicación. Para empezar quisiera citar el Padre Lucien Legrand, mep. que en el boletín «Dei Verbum» (n. 70/71, pp. 9-15) ha escrito sobre «El fundamentalismo y la Biblia». Lo cito «Como se dice comúnmente, los protestantes leen la Biblia, los católicos, si lo hacen, hablan de la Biblia. Ellos conocen extensos pasajes de memoria; nosotros no conseguimos citar correctamente siquiera un versículo… (Y, naturalmente, hay muchos aspectos problemáticos en su predicación). Mas, al menos, la Palabra forma parte de su bagaje mental para afrontar los problemas de la vida… En todo caso, ¿no deberíamos tal vez incluir en nuestra catequesis una cierta cantidad de memorización de la Biblia?» El Padre L. Legrand prosigue: «Los protestantes citan la Biblia, mientras los católicos extraen temas abstractos que deberían ser bíblicos. Un ejemplo típico de esta tendencia a reducir el mensaje bíblico a una abstracción puede observarse con bastante frecuencia en un cierto tipo di homilía. En su preparación, siempre que se efectúe, el predicador lee la pericope dominical, la reduce a un cierto «tema» y prosigue desarrollando el tema sin una referencia ulterior al texto bíblico… A Jesús, el gran narrador de historias, se le hace hablar con tonos tediosos sobre una disertación pobre moralizadora o sin vida… (y haciendo esto) reducimos el poder de la Palabra a una álgebra abstracta».
Quisiera compartir mi experiencia personal: desde el principio de mi episcopado en 1990, he tratado de recordar de memoria todos los pasajes bíblicos de la Misa diaria. Por esto en la mayor parte de mi predicación, es suficiente que deje que las palabras de Dios hablen por sí mismas. Así, mi gente lo entiende bien y está contenta cuando escucha directamente la Palabra de Dios y es la misma Palabra de Dios la que salva a las personas. Por lo que sé, ésta es la manera en que Jesús ha predicado la Palabra de Dios. Y cuando aprendemos de memoria, comprendemos mejor porqué María es el modelo de la escucha de la Palabra de Dios. El pasaje evangélico «María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19) nos hace comprender que, antes de meditar la Palabra de Dios, ella la aprendió en su corazón y que meditar significa que la ha repetido en su corazón por un largo tiempo hasta que su significado se hizo claro. En este sentido, ella hizo de su corazón una biblioteca de la Palabra. Por lo tanto ¿no es quizás importante incluir en el programa de formación de los sacerdotes, futuros y presentes, una cierta parte de memorización de la Biblia?. En segundo lugar ¿podría establecerse un preciso directorio para lograr una predicación bíblica mejor? Si lo hiciéramos, para los pastores significará revestirse con las armas de Dios, a saber, con la única arma ofensiva de las seis que san Pablo menciona en la Carta a los Efesios (6, 10-18), es decir, con la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios. Sólo entonces la Iglesia tendrá, con seguridad, una nueva primavera.
– S. Em. R. Mons. Geraldo LYRIO ROCHA, Arzobispo de Mariana, Presidente de la Conferencia Episcopal (BRASIL)
Entre las varias formas de transmisión de la tradición litúrgica, es muy recomendable la celebración de la Palabra de Dios, para hacer crecer la fe, la comunión y el compromiso del Pueblo de Dios. La Sacrosactum Concilium recuerda: «Foméntense las celebraciones sagradas de la palabra de Dios en las vísperas de las fiestas más solemnes, en algunas ferias de Adviento y Cuaresma y los domingos y días festivos, sobre todo en los lugares donde no haya sacerdotes».
En muchas naciones de América Latina, la falta de ministros ordenados, la fragmentación de los núcleos de población y la situación geográfica del continente han llevado a un aumento de la conciencia de la importancia de las Celebraciones de la Palabra de Dios.
En Brasil, cerca del 70% de las comunidades eclesiales se ve privado de la celebración dominical de la Eucaristía. Es mediante la Palabra de Dios y en torno a ella como éstas celebran en la fe el misterio de Cristo. Lo ideal sería que todas las comunidades eclesiales, incluso las más pequeñas, pudieran celebrar la Eucaristía dominical.
Con extraordinaria sabiduría, Benedicto XVI afronta esta cuestión en su Exhortación Apostólica post-sinodal Sacramentum Caritatis: «En cambio, allí donde las grandes distancias hacen prácticamente imposible la participación en la Eucaristía dominical, es importante que las comunidades cristianas se reúnan igualmente para alabar al Señor y hacer memoria del día dedicado a Él».
La celebración de la Palabra de Dios se convierte en uno de los lugares privilegiados del encuentro con Jesucristo, centro y plenitud de toda la Escritura y de toda Celebración litúrgica. En la proclamación de la palabra, Cristo sigue hablando a su pueblo.
La Palabra de Dios proclamada y celebrada mediante el Espíritu Santo fructifica en los corazones y en la vida de quien la recibe. La acogida de la Palabra, la oración de alabanza, la acción de gracias y la súplica son manifestaciones del Espíritu en el corazón de los fieles y en la Asamblea cristiana reunida en torno a la Palabra de Dios.
– S. Em. R. Card. Stanisław DZIWISZ, Arzobispo de Cracovia (POLONIA)
El Documento de Trabajo llama la atención sobre una cierta paradoja cuando afirma que «al hambre de la Palabra de Dios no siempre corresponde una predicación adecuada de parte de los Pastores de la Iglesia, por carencias en la preparación del seminario o en el ejercicio pastoral» (n. 27). Tocamos aquí un importante problema para la vida y la misión de la Iglesia.
Creemos que la plena verdad sobre la suerte del hombre está contenida en la Palabra de Dios. El problema elemental consiste en el hecho que esta Palabra necesita testigos ardientes, dispuestos a compartir con los demás la verdad que ha cambiado su vida.
El periodo de la formación en el seminario es un tiempo especial de la preparación de estos testigos; pero parece que a veces los candidatos al sacerdocio tratan el texto de la Sagrada Escritura más bien como objeto de estudio, sin tener en cuenta su dimensión espiritual.
La Escritura no se convierte para ellos en la Palabra de su vida. No deja que emane de la Escritura la fuerza de la Palabra capaz de cambiar al hombre, de convertirlo.
Tendremos que reflexionar sobre el papel de la Palabra de Dios en la formación impartida en los seminarios y, por consiguiente, en la formación permanente de los sacerdotes. En los seminarios se han elaborado diversas formas del encuentro personal y comunitario con la Sagrada Escritura. Veo que es existe la necesidad de compartir las experiencias en este campo en el diálogo entre nuestros seminarios.
El Documento de Trabajo señala esta necesidad cuando subraya que la formación en los seminarios tiene que favorecer no sólo el aprendizaje de conocimientos bíblicos adecuados sino también »una verdadera iniciación a la espiritualidad bíblica» y «una gran pasión por la Palabra al servicio del pueblo de Dios» (n. 49).
El Pueblo de Dios necesita sacerdotes apasionados por la Palabra y el servicio.
Ésta es una de las condiciones indispensables de la nueva evangelización que tanto preocupaba al Siervo de Dios Juan Pablo II.
– S. Em. R. Mons. Emmanuel LAFONT, Obispo de Cayenne (FRANCIA)
La Federación Bíblica Católica es un instrumento privilegiado de los obispos para que la Palabra sea fuente e inspiración de toda oración, de toda evangelización, de toda homilía, de toda catequesis, de todo documento episcopal y de toda obra de caridad.
Doy testimonio de la fecundidad de la Palabra entre los pequeños y los humildes. Tengo una licenciatura en Sagrada Escritura, obtenida en el Instituto Bíblico de Roma, pero los pobres me han abierto aún más a la fuerza de la Palabra. Me han evangelizado, desde los jóvenes de la Juventud Obrera Cristiana en Francia y los negros de Soweto hasta los amerindios, los hmongs, los criollos y los inmigrantes de la Guayana Francesa. Por ellos repito con Cristo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito» (Mt 11, 25-26). Los pobres tienen una profunda apertura a la Palabra de Dios y la Iglesia tiene el deber de leerla siempre junto a ellos. Propongo que este Sínodo muestre una gran confianza por el modo con el que los pequeños y los laicos en general acogen la Palabra. Mi más profundo temor no es que se equivoquen leyendo la Biblia, sino que no la lean, y que nosotros les impidamos, tomando demasiadas precauciones, que se enamoren de la Palabra.
Deseo una renovación profunda de la formación de los sacerdotes, a fin de que no sólo lleguen a ser expertos en la Biblia, sino que también estén familiarizados con la Palabra y enamorados de ella, ansiosos de comunicarla a todos los que han sido confiados a su cuidado pastoral. Que su formación permita decir de los sacerdotes y los obispos lo que Teresa de Ávila afirmaba del Apóstol Pablo: «¡Cuando abre la boca, es siempre Jesús quien habla!»
– S. Em. R. Card. Polycarp PENGO, Arzobispo de Dar-es-Salaam, Presidente del Symposium des Conférences Episcopales d’Afrique et de Madagascar (S.C.E.A.M.) (TANZANIA)
Hago mi breve intervención en nombre del Simposio de las Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SECAM), y a título personal.
Mi intervención versa sobre el párrafo 40 del Documento de Trabajo, en concreto donde dice: «Se pide que sea superada la distancia que se advierte entre la investigación exegética y la elaboración teológica, en favor de una recíproca colaboración».
Gran parte del continente africano está asistiendo a un fenómeno atroz: el éxodo de los fieles católicos que abandonan la Iglesia para unirse a las Sectas Pentecostales. Uno de los motivos es la real «distancia entre la investigación exegética y la elaboración teológica», es decir, la falta de colaboración recíproca entre las dos ciencias. El resultado de esta situación es la violación de la verdad de los Textos Sagrados y la confusión espiritual (cfr. IL 29). Esta realidad invita a los estudiosos de la Biblia y la teología a una colaboración más estrecha.
Dixi Gratias.
– S. Em. R. Mons. Ronald Peter FABBRO, C.S.B., Obispo de London (CANADÁ)
Las diócesis de Canada son consientes de que para renovar la vida de las parroquias es necesario promover una devota escucha de la Palabra de Dios en las Escrituras. Nuestro pueblo tiene hambre de Dios. Sin embargo, un gran obstáculo para el desarrollo de una relación viva con Cristo se encuentra en el formalismo que caracteriza gran parte de la vida parroquial. Necesitamos enseñar a nuestro pueblo métodos eficaces para convertirnos en una sola cosa con Cristo, como la práctica tradicional de la Lectio divina, que permite meditar sobre las Escrituras – individualmente y dentro de una comunidad de fieles – en un espíritu de oración.
Es tarea de los obispos encontrar el modo de ayudar a las parroquias, de superar el formalismo que paraliza a muchos de nuestros fieles y conducirlos, gracias al poder del Espíritu, a una relación viva y personal con el Señor Resucitado.[00080-04.04] [IN046] [Texto original: inglés]
– Revmo. P. Josep María ABELLA BATLLE, C.M.F., Superior General de los Misioneros Hijos del Corazón Inmaculado de María
Comento la relación «Palabra de Dios-Comunidad», haciéndome eco de la rica experiencia de tantas comunidades cristianas que están experimentando cómo la Palabra leída, orada y compartida en la comunidad, les lleva a consolidar su fe, a profundizar su relación fraterna y a comprometerse con mayor audacia y generosidad en la misión. La Palabra fecunda la comunidad. La comunidad ayuda a que la Palabra fecunde la vida de cada uno de sus mie
mbros.
Los religiosos hemos caminado con estas comunidades y de ellas hemos recibido estímulos. muy importantes en orden a acoger la Palabra en nuestras propias vidas y comunidades.
El Sínodo debe apoyar y promover el camino de estas comunidades en torno a la Palabra.
La comunidad cristiana es «escuela de la Palabra» porque ayuda a acoger la Palabra en la vida. Facilita una comprensión más fiel del mensaje de la Escritura a través de la guía de los animadores y del estudio común. A la luz de la Palabra se aprende a descubrir al otro dentro del proyecto de Dios y a mirar la realidad con los ojos y el corazón del Padre. Trabajada por la Palabra, la comunidad consolida su experiencia de fraternidad y, de este modo, se convierte para el mundo en anuncio de las nuevas relaciones que surgen entre las personas y los pueblos cuando la Palabra ilumina el camino y el Reino ocupa el centro del corazón. A la comunidad llega con desafiante sinceridad la voz de los pobres, que exige leer la Palabra en. el contexto doloroso del mundo actual. En la lectura común los miembros de la comunidad se descubren como «servidores de la Palabra», en el ejercicio de mediación mutua que realizan para que la Palabra se encarne verdaderamente en la vida de cada uno y en la historia del pueblo.
A partir de esta experiencia podemos entender mejor nuestra misión. Nos percibimos como «servidores de la Palabra», con una vocación de servicio al diálogo de Dios con la humanidad. No somos propietarios de nada. Formamos parte de los llamados a este diálogo de vida a través del que somos conducidos a la experiencia del amor del Padre. La Escritura nos ofrece las claves para entrar en este diálogo y la gramática para leer y comprender el mensaje. Somos, pues, «servidores del diálogo de Dios con la humanidad». Esta conciencia marca nuestras vidas y nos coloca, como comunidad y como Iglesia, en una dinámica de servicio que hace nuestro testimonio y nuestras propias palabras más humildes, pero, paradójicamente, más creíbles y poderosas.