Intervenciones en el Sínodo en la tarde del 8 de octubre

CIUDAD DEL VATICANO, viernes 10 de octubre de 2008 (ZENIT.org).- Publicamos la síntesis de las intervenciones que se pronunciaron en el Sínodo de los Obispos durante la quinta congregación general que se celebró en la tarde del miércoles, 8 de octubre.

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– S. Em. R. Mons. Donald William WUERL, Arzobispo de Washington (ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA)
– S. Em. R. Mons. Tomash PETA, Arzobispo de María Santisíma en Astana, Presidente de la Conferencia Episcopal (KAZAJISTÁN)
– S. Em. R. Mons. Eduardo Porfirio PATIÑO LEAL, Obispo de Córdoba (MÉXICO)
– Rev.do Julián CARRÓN, Presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación (ESPAÑA)
– Revmo. P. Heinz Wilhelm STECKLING, O.M.I., Superior General de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada
– S. Em. R. Mons. Orlando ROMERO CABRERA, Obispo de Canelones (URUGUAY)
– S. Em. R. Mons. Terrence Thomas PRENDERGAST, S.I., Arzobispo de Ottawa (CANADÁ)
– S. Em. R. Mons. Félix LÁZARO MARTÍNEZ, Sch. P., Obispo de Ponce (PUERTO RICO)
– S. Em. R. Card. William Joseph LEVADA, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CIUDAD DEL VATICANO)
– S. Em. R. Card. Zenon GROCHOLEWSKI, Prefecto de la Congregación para la Educación Católica (CIUDAD DEL VATICANO)
– S. Em. R. Mons. Colin David CAMPBELL, Obispo de Dunedin (NUEVA ZELANDA)
– S. Em. R. Mons. Peter William INGHAM, Obispo de Wollongong, Presidente de la «Federation of Catholic Bishops’Conferences of Oceania» (F.C.B.C.O.) (AUSTRALIA)
– S. Em. R. Mons. Oswald Georg HIRMER, Obispo de Umtata (SUDÁFRICA)
– S. Em. R. Mons. Oscar Mario BROWN JIMÉNEZ, Obispo de Santiago de Veraguas (PANAMÁ)
– S. Em. R. Mons. Peter LIU CHENG-CHUNG, Obispo de Kaohsiung (CHINA)

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– S. Em. R. Mons. Donald William WUERL, Arzobispo de Washington (ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA)

Durante una liturgia celebrada para unas 50.000 personas aproximadamente, reunidas en el National Park de Washington, Usted, Santo Padre, nos habló de la necesidad de comprender nuestro tiempo a la luz del primer Pentecostés y como una expresión viva de éste. En estas reflexiones, quisiera hacer referencia a la oportunidad que nos ofrecen nuestras homilías y el trabajo de catequesis, para renovar el sentido de unión con Cristo y con su Palabra en el seno de la Iglesia.
Hoy día, el contexto en el cual se desarrolla la mayor parte de nuestra predicación, al menos en mi experiencia, se caracteriza por una visión marcadamente secular y materialista en la que la persona es considerada más como un individuo aislado que como un miembro integrado a una comunidad. Esta autoafirmación individualista sumada a un conocimiento mínimo de la Palabra de Dios que es proclamada en la iglesia, constituye un desafío para nosotros que tratamos proclamar la revelación de Dios – la verdad revelada.
La homilía nos ofrece la oportunidad de abrir con mayor plenitud los corazones de nuestros fieles a la Palabra de Dios, de manera tal que el contexto y los contenidos de la fe se integren a las reflexiones sobre determinados pasajes de la Escritura de una liturgia particular. Veinte siglos de meditación sobre la Palabra de Dios nutren el contenido de nuestra proclamación de fe. Nosotros predicamos la Palabra de Dios y su significado en las circunstancias de nuestro tiempo y comprometemos a nuestra gente a poseer una apreciación más profunda de la Palabra como respuesta a los problemas de hoy.
La liturgia es, al mismo tiempo, un acto de culto y un momento de pedagogía. El ciclo trienal del Leccionario, en su presentación de las Escrituras, nos ofrece la extraordinaria oportunidad de unirnos al Catecismo de la Iglesia Católica, rica gracias a un bagaje de dos mil años de meditaciones bíblicas. Ambos textos, el Leccionario y el Catecismo de la Iglesia Católica deberían ser considerados en su relación recíproca.
La tarea consiste en ayudar a nuestros fieles a comprender que forman parte de la Iglesia, una comunidad visible que es también comunión espiritual. La homilía litúrgica representa la mayor oportunidad para nuestros fieles de encontrar la persona viva de Cristo en el ámbito de un auténtico contexto eclesial y comunitario. La integración de elementos del Catecismo de la Iglesia Católica a las lecturas del Leccionario nos permite demostrar de qué modo la Palabra de Dios es capaz de animar nuestra vida personal y comunitaria con Cristo y, al mismo tiempo, articular la fe de la iglesia, enriquecida desde hace dos mil años de manera inmensurable por la tradición viva. De esta manera la homilía ayuda a los fieles a comprender más plenamente la Palabra de Dios, justamente porque es proclamada e interpretada en el contexto concreto, es decir, a la luz de la tradición litúrgica, doctrinal y moral de la Iglesia misma. La comprensión del contexto eclesial de la revelación de Dios ayuda a aquellos que escuchan la palabra de Dios no solamente a reafirmar el significado de la Palabra sino también a la fidelidad y a la adhesión al cuerpo de Cristo, la Iglesia.
Lo que quiero decir con esta intervención es simplemente que, dadas las oportunidades que nos ofrecen nuestras homilías y nuestra instrucción religiosa, deberíamos ver el Catecismo de la Iglesia Católica como un recurso de gran riqueza. Ese compendio de fe es un instrumento que permite a sacerdotes y catequistas presentar proficuamente la Palabra de Dios en la riqueza y en la profundidad de su contexto eclesial. Gracias

[00073-04.06] [IN056] [Texto original: inglés]

– S. Em. R. Mons. Tomash PETA, Arzobispo de María Santisíma en Astana, Presidente de la Conferencia Episcopal (KAZAJISTÁN)

En el capítulo III de la primera parte del Documento de trabajo de nuestro Sínodo, hay un bellísimo texto dedicado a la Beata Virgen María: «María, modelo de recepción de la Palabra para el creyente».
Este texto no es sólo un añadido devoto. En mi opinión trata unos puntos fundamentales relacionados con la Palabra de Dios.
Por una parte, María aparece como el mejor ejemplo de recepción de la Palabra de Dios, de la apertura de un corazón humano a la Palabra de Dios.
Por la otra, ella misma, con su profunda y completa unión con Jesús – el «Verbo encarnado» – representa un maravilloso comentario a la Palabra de Dios.
Podemos incluso decir que su vida es la «clave para comprender la Biblia». A la luz de su existencia, nosotros podemos leer toda la Biblia y comprender mejor los misterios de Cristo y de la Iglesia: sí, el plan total de salvación de Dios. El Documento de trabajo subraya que el Santo Rosario es una «forma simple y universal de escucha y oración de la Palabra». Estoy convencido de que es importante en nuestro tiempo recordar y promover esta forma de oración porque es el camino para llegar a María, ella, que comprendió y se unió a la Palabra de Dios más que ningún otro.
En nuestro país, Kazakistán, en Asia central, una innumerable cantidad de católicos, deportados a esta región, no tuvieron durante decenios la posibilidad de acceder a los sacerdotes, iglesias, Biblias o sacramentos (excepto el bautismo de los hijos que ellos mismos administraban), pero tenían el Rosario. Gracias a la oración del Santo Rosario consiguieron conservar la fe, la comprensión de las verdades fundamentales de la religión católica, la dignidad y la esperanza en tiempos mejores. Después de decenios, la biznieta de unos deportados ha escrito en un himno religioso las siguientes palabras:
«María, en la estepa del Kazakistán has abierto la puerta para mí,has venido a mi encuentro con el Rosario,O beatísima, beatísima beatísima e santísima».
María, en cuanto «clave para comprender la Palabra de Dios» representa un auxilio no sólo en el trabajo pastoral bíblico o para el desarrollo de la devoción personal, sino también en todas las áreas relacionadas con la Palabra de Dios y con la Biblia.
El tema de nuestro Sínodo «La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia» no puede ser meditado profundamente sin María.La Madre de Dios – y Madre de la Iglesia – nos enseña a escuchar y a recibir la Palabra de Dios, a vivir según ésta, y también a proclamarla con valor en toda su plenitud, sin caer en pactos con el «mundo común».

[00067-04.04] [IN059] [Texto original: inglés]

– S. Em. R. Mons. Eduardo Porfirio PATIÑO LEAL, Obispo de Córdoba (MÉXICO)

Hoy asume un particular relieve ayudar a comprender la justa relación entre Revelación pública y constitutiva del Credo cristiano y las revelaciones privadas, discerniendo la pertinencia de éstas a la fe genuina. (Lineamenta 8). Ejemplos iluminadores son la Encíclica Haurietis Aquas, de S.S. Pío XII; y la nota explicativa del entonces Cardenal Ratzinger, en torno al 3° Secreto de Fátima. Reconocemos con gratitud 105 frutos espirituales que Dios ha concedido a la Iglesia, por la mediación de estas experiencias religiosas.
El número 7 del Instrumentum Laboris constata que frecuentemente la experiencia religiosa actual es «más emotiva que convencida, a causa del escaso conocimiento de la doctrina»: se está tendiendo más bien hacia lo subjetivo y al gusto por hacerse una religión al modo propio de cada persona. Gente sencilla y de buena voluntad es atraída por supuestas manifestaciones, pero, a veces se convierten en grupos religiosos aislados en el interior de la Iglesia Católica. que propagan devociones y líneas de espiritualidad cuyo origen se remite a «mensajes o revelaciones privadas», que deben valorarse con cautela y deben en todo caso impulsar a la Revelación Pública integral en la Tradición viva de la Iglesia. Se propone reafirmar la doctrina de la Dei Verbum 4 y el Catecismo de la Iglesia Católica 66-67, y la recomendación a los pastores de encauzar oportunamente estas experiencias religiosas, con criterios actualizados al ambiente de movilidad y globalización que vivimos.

[00083-04.03] [IN065] [Texto original: español]

– Rev.do Julián CARRÓN, Presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación (ESPAÑA)

La interpretación de la Biblia es una de las preocupaciones más sentidas hoy por la Iglesia. El núcleo del desafío que plantea la interpretación moderna de la Sagrada Escritura ya había sido identificado años atrás por el entonces cardenal Ratzinger: «¿Cómo puedo alcanzar una comprensión que no esté fundada en el arbitrio de mis presupuestos, una comprensión que me permita verdaderamente entender el mensaje del texto, dándome algo que no venga de mi mismo?
Con respecto a esta dificultad, el Magisterio reciente de la Iglesia nos ofrece algunos elementos para salir de cualquier posible reducción.
Fue mérito del ConcilioVaticano II el haber recuperado un concepto de revelación como acontecimiento de Dios en la historia. De hecho, la Dei Verbum permite comprender la revelación como el acontecimiento de la autocomunicación de la Trinidad en el Hijo «mediador y plenitud de toda la revelación » (DV 2). Es Cristo quien «con su total presencia y manifestación personal, con palabras y obras, señales y milagros, y, sobre todo, con su muerte y resurrección gloriosa de entre los muertos; (y) finalmente, con el envío del Espíritu de verdad, completa la revelación» (DV 4).
Este acontecimiento no pertenece solamente al pasado, a un momento en el tiempo y en el espacio, sino que permanece presente en la historia, transmitiéndose a través de toda la vida de la Iglesia que lo acoge. De hecho, «la contemporaneidad de Cristo respecto al hombre de cada época se realiza en el cuerpo vivo de la Iglesia» (VS 25; cf. FR 11).
La encíclica Fides e Ratio caracteriza el impacto que la verdad revelada provoca en el hombre que la encuentra según un dúplice impulso: a) dilatar la razón para adecuarla al objeto; b) facilitarle la acogida de su sentido mas profundo. En vez de mortificar a la razón y a la libertad del hombre, la revelación permite desarrollarlas al máximo de su condición original.
La experiencia del encuentro con Cristo presente en la tradición viva de la Iglesia es un acontecimiento y se convierte, por tanto, en el factor determinante de la interpretación del texto bíblico. Es el único modo de entrar en sintonía con la experiencia testimoniada por el texto de la Escritura. En efecto, » el justo conocimiento del texto bíblico es accesible sólo a quien tiene una afinidad vivida con aquello de lo que el texto habla»(PCB 70)
San Agustín lo resumía icásticamente: «In manibus nostris sunt codices, in oculis nostris facta».

[00093-04.06] [IN072] [Texto original: italiano]

– Revmo. P. Heinz Wilhelm STECKLING, O.M.I., Superior General de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada

Es conveniente que recordemos que «Palabra de Dios» es más que un sinónimo de Sagrada Escritura. Dios se nos revela de muchos modos, no sólo a través de la Biblia. Pero nosotros ¿oímos hablar a Dios? ¿De verdad descubrimos «las chispas de la Palabra» en la cultura humana, en el diálogo inter-religioso, en la historia de nuestra vida?
Muchos ejemplos positivos de la escucha de la voz de Dios, tanto en la escritura como en la vida, nos los dan los fundadores de los institutos religiosos. La Biblia les educó a escuchar, dándoles el vocabulario y la gramática para comprender el lenguaje de Dios. Por esto fueron capaces de escuchar la Palabra de Dios en modos nuevos, como, por ejemplo, hizo mi fundador, San Eugenio Mazenod, en medio de la confusión de la Francia post-revolucionaria.
¿Cuál es, pues, la relación entre la Palabra de Dios bíblica y la extra-bíblica? Se podría afirmar que la Biblia es un curso de lengua en el que aprendemos a escuchar. Sin embargo, la Escritura se quedaría en letra muerta si transcurriéramos toda nuestra vida en la escuela sin salir para escuchar la voz de Dios en el mundo que nos rodea. Establecer un contacto con las riquezas de la Biblia puede servir – se podría decir así – como «curso básico de lengua» para escuchar mejor y obedecer hoy a las muchas palabras de Dios y a su consejo en la vida personal de cada uno y en el mundo que nos rodea.
La Palabra eterna del Padre esparce sus semillas más extensamente de cuánto está contenido en la Biblia. Que su palabra pueda ser oída y escuchada en todas partes; no sólo en la Escritura, sino también en las múltiples voces que resuenan en la creación y en nuestra vida cotidiana, para que se haga Su voluntad y venga Su Reino.

[00095-04.03] [IN073] [Texto original: inglés]

– S. Em. R. Mons. Orlando ROMERO CABRERA, Obispo de Canelones (URUGUAY)

1. Dios sale a nuestro encuentro en su Palabra, como Jesús que va a casa de Marta y María.
En la Biblia la Iglesia no sólo lee la Palabra de Dios, sino que Dios sale a su encuentro como el Dios de la Palabra.
2. La actitud ante Dios que habla es la escucha. La Iglesia es discípula que escucha a los pies del Maestro y debe ser maestra de la escucha.
En el testimonio de la propia escucha de la Palabra de Dios, que habla en lenguaje humano, la Iglesia se hace maestra de la escucha, en el mismo Espíritu en que la Palabra fue inspirada (DV 12).
3. La Palabra de Dios debe ser inspiradora de toda la vida y Pastoral, por lo que proponemos la Animación Bíblica de la Pastoral.La Palabra no es un elemento más en la Vida y Pastoral de la Iglesia, sino que constituye una transversal que las sustenta y dinamiza.
4. En esta clave de Animación Bíblica de la Pastoral, el camino de la Lectio Divina, se muestra como lugar privilegiado para que la palabra sea hecha vida en los discípulos.

[00094-04.04] [IN074] [Texto original: español]

– S. Em. R. Mons. Terrence Thomas PRENDERGAST, S.I., Arzobispo de Ottawa (CANADÁ)

«Dificultades con el Antiguo Testamento».El tema del nº17 del Documento de trabajo trata de las dificultades que muchos católicos encuentran con el Antiguo Testamento.
Propongo que el Sínodo analice la pérdida de confianza entre los católicos hacia el hecho de que la Escritura comunique, verdaderamente, la revelación de Dios; que también se reflexione sobre cómo ello se debe a la influencia de los estudios bíblicos modernos en la predicación, y que renueve la comprensión que la Iglesia tiene del significado espiritual de la Escritura como un remedio.

[00122-04.03] [IN079] [Texto original: inglés]< br>– S. Em. R. Mons. Félix LÁZARO MARTÍNEZ, Sch. P., Obispo de Ponce (PUERTO RICO)

Hoy se hace necesario por su importancia, por el momento que vive la Iglesia. la reflexión sobre la Palabra escrita. La Iglesia como guardiana de tan preciado depósito tiene la tarea de conservarla, transmitirla e interpretarla.
Para que los fieles tengan la oportunidad de leer y conocer la Palabra escrita revelada y acudir a las Escrituras para su lectura y oración, lo primero que se impone es que las Conferencias Episcopales se responsabilicen de que haya ediciones reconocidas aprobadas al alcance de todos los bolsillos.
Es claro que la Palabra de Dios se encuentra en la unidad de Tradición y Escritura, interpretada auténticamente por el Magisterio. Sin embargo, la dinámica entre Tradición y Escritura no ha sido suficientemente ref1exionada.
La relación entre Escritura, Tradición y Magisterio se vería enriquecida con una mutua compenetración entre Teología y exégesis. Es el Pueblo de Dios quien sufre las consecuencias de la dicotomía existente entre Teología y Exégesis. Sería de mucho beneficio si los fieles comprendiesen la relación entre Escritura y Credo.
Importa vivir la espiritualidad que nace de la Palabra. La espiritualidad de y en la Palabra conlleva la disposición del espíritu para escuchar la Palabra (profeta Elías) y asimismo, para responder en la fe; que el fiel sienta que Dios le habla y que él puede responder. Ésa es la historia de los santos hombres y mujeres de las Escrituras, y ésa es la historia de la Iglesia (Hb, 11,1-40).
Hay varias formas de hacerlo, como la Lectio divina, la Misa dominical, el rezo del Oficio divino y la liturgia.

[00118-04.03] [IN097] [Texto original: español]

– S. Em. R. Card. William Joseph LEVADA, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CIUDAD DEL VATICANO)

Una primera observación se refiere a la necesidad de aclarar la relación entre la Biblia y la Iglesia. En la fides Ecclesiae tenemos la comprensión correcta del Libro sagrado y la frecuentación amorosa del Libro no puede sino favorecer un sentido eclesial de la fe.
Una segunda observación se refiere a la interpretación de las Sagradas Escrituras, que no puede consistir solamente en un esfuerzo científico individual, sino que tiene que ser siempre confrontada, integrada y autenticada por la tradición viva de la Iglesia. Si bien la interpretación de los textos bíblicos debiera valerse siempre de la investigación científica de los exegetas, necesitará también una hermenéutica que desarrolle el íntimo nexo entre Palabra de Dios y la fe de la Iglesia, profesada en el Credo y expresada a lo largo de los siglos en las enseñanzas doctrinales del Magisterio.
Come tercera observación querría señalar la estrecha relación que existe entre Sagrada Escritura y ecumenismo. Se ha constatado que la Biblia es verdaderamente un terreno de unidad. Al mismo tiempo no podemos ignorar el hecho histórico de que a la raíz de las divisiones entre los cristianos está precisamente la interpretación controvertida de algunos textos bíblicos importantes y fundamentales. Baste con pensar, en la antigüedad cristiana, en la crisis ariana y, a comienzos de la edad moderna, en la reforma protestante. El Sínodo deberá tener presente este aspecto ecuménico, puesto que la atención que se da a la Palabra de Dios escrita es ciertamente un lazo muy fuerte que acerca la Iglesia católica a las demás confesiones en una búsqueda común.
Para concluir, como cuarta y última observación, querría hacer referencia a la relación entre Sagrada Escritura y Liturgia. Es bueno recordar cómo en la Liturgia, la narración bíblica se convierte en evento de salvación actual.

[00121-04.03] [IN100] [Texto original: italiano]

– S. Em. R. Card. Zenon GROCHOLEWSKI, Prefecto de la Congregación para la Educación Católica (CIUDAD DEL VATICANO)

Me detengo a reflexionar sobre las diversas formas de enseñanza superior eclesiástica en las que la Palabra de Dios tiene que constituir la base para el conocimiento de todas las verdades de la fe y la fuente de la vida.
1. Actualmente se multiplican los institutos de estudio, sobre todo para laicos y personas consagradas, pero al mismo tiempo parece aumentar la ignorancia religiosa. El reciente estudio, comisionado por la Federación Bíblica Católica en 10 países europeos, ha demostrado una ignorancia increíble de los fieles acerca de las nociones elementares relativas a la Biblia, como: «¿Los Evangelios son parte de la Biblia?», «¿Escribió Jesús los libros de la Biblia?», «¿Quién, Moisés o Pablo, era un personaje del Antiguo Testamento?», etc. Una tal ignorancia constituye un terreno fértil para las sectas. De aquí algunas prevenciones que habría que considerar de manera conjunta:
a. Nos esforzamos mucho, pero quizás no distribuimos nuestras fuerzas de manera razonable en las diversas formas y grados de enseñanza. El aumento de los institutos a menudo va en detrimento de una enseñanza más difundida en la pastoral ordinaria. Disminuye el número de sacerdotes, pero aumenta el número de los presbíteros que se sienten llamados a ser profesores, devaluando el cuidado pastoral ordinario, mientras que es precisamente de éste que trata principalmente el Documento de trabajo. La Palabra de Dios va dirigida a todos, está destinada a fructificar en todos. Somos responsables también de una correcta economía en el uso de las fuerzas de enseñanza que tenemos a nuestras disposición, para hacer crecer y obrar eficazmente todo el Cuerpo Místico de Cristo. En esta perspectiva, habría que favorecer y difundir cursos adecuados de ciencias sagradas sin otorgar títulos académicos, pues serían más fácilmente accesibles a un público más vasto.b. Se encarga a los diversos Institutos de enseñanza superior de realizar cursos monográficos, pero en detrimento de los conocimientos bíblicos, dogmáticos y morales fundamentales. Ingenuamente, se dan por supuestos estos conocimientos, que en cambio los estudiantes no tienen y, por consiguiente, la formación intelectual, desde el punto de vista religioso, no es orgánica ni coherente, ni fructífera; por lo tanto, no prepara a realizar lo que postula el Documento de trabajo en relación a la pastoral bíblica.
Es preciso atribuir importancia a las verdades fundamentales de fe, enlazadas con la Palabra de Dios, porque determinan nuestra vida cristiana, nuestra relación con el Señor, nuestra alegría cristiana.
2. Estoy muy contento – en relación a lo que acabo de decir – de que en el Documento de trabajo se hayan puesto en evidencia elementos que pertenecen a la metodología de los estudios y enseñanzas en ciencias eclesiásticas, que en nuestros tiempos exigen mayor atención para una correcta organización de la enseñanza: a. Una clara distinción entre los que poseen el «munus docendi» en la Iglesia y todos los demás que, de todos modos, tienen que ser anunciadores de la Palabra de Dios; b. La importancia sustancial del Magisterio, resaltada de manera perspicaz por la Dei Vebum 10, para comprender, interpretar y enseñar la Palabra de Dios ; c. La necesidad de la oración, de escuchar, de la fe, de la docilidad al Espíritu Santo, para conocer el verdadero sentido teológico-espiritual de la Palabra de Dios ; d. El primado del testimonio del anuncio de la Palabra de Dios.

[00032-04.03] [IN006] [Texto original: italiano]

– S. Em. R. Mons. Colin David CAMPBELL, Obispo de Dunedin (NUEVA ZELANDA)

Titulo: «El Evangelio: una carta de amor al mundo»
En la segunda parte del Documento de Trabajo, al comienzo del capítulo cuarto (página 37) se describe la Palabra de la Escritura como «una palabra que Dios dirige a cada uno personalmente, como una carta en las concretas circunstancias de la vida». Cuánto más lo es entonces el Evangelio comunicado directamente por Jesús, Palabra de Dios. Desde el punto de vista pastoral, debemos examinar de qué modo Jesús realizó esto y, como pastores del pueblo de Dios, debemos seguir su ejem
plo. Debemos crear las condiciones necesarias de fe en las cuales las personas logren escuchar esta «carta de amor» dirigida a ellos. Y, como Iglesia, debemos promover mayores ocasiones para que las personas escuchen, vean y experimenten la Palabra para poder experimentar el amor de Dios. Las sugerencias que surgen en consecuencia son que el Sínodo se pronuncie a favor de una homilía en cada Misa (con asamblea), que busquemos formas visuales y dramatizadas para ilustrar el Evangelio en la liturgia y que contemplemos modalidades para llevar el Evangelio al mundo. Como Iglesia debemos armonizar la verdad doctrinal con las imágenes de las escrituras, para que las personas puedan, con mayor facilidad, comprender la verdad del Reino en forma sencilla, clara y lineal.

[00033-04.02] [IN007] [Texto original: inglés]

– S. Em. R. Mons. Peter William INGHAM, Obispo de Wollongong, Presidente de la «Federation of Catholic Bishops’Conferences of Oceania» (F.C.B.C.O.) (AUSTRALIA)

Cuando los lectores proclaman la Sagrada Escritura en la Liturgia, tienen que asegurarse de que la Palabra de Dios sea escuchada, comprendida y, se espera, apreciada. El lector ejerce un ministerio vital.Es una cortesía para con los que escuchan transmitir la Palabra de Dios de tal manera que el mensaje de salvación pueda crecer fuerte en sus corazones y sus mentes. La Palabra tiene que ser fuerte ya en la vida de quien la proclama.
Muchos lectores leen demasiado deprisa para que la Palabra de Dios pueda ser comprendida por el corazón y la mente de quien escucha.
Habría que dar a cada palabra y a cada frase su valor gramatical. Respetando la puntuación, se puede modular la voz de manera que añada interés a lo que se está proclamando.
Algunos lectores no proyectan su voz, no usan el micrófono de manera eficaz.
La idea clave en una lectura bíblica puede escaparse o perderse por la falta de énfasis de un lector que no comprende realmente el contexto del pasaje.Una de las razones de una proclamación pobre puede ser la falta de seguridad del lector frente a una asamblea. Por este motivo, la práctica de la lectura en voz alta constituye un ejercicio esencial.

Creo que habría que mejorar notablemente la proclamación de la Palabra de Dios en la Liturgia, tanto por parte de los eclesiásticos como de los laicos; de lo contrario, el impacto de «Dios que nos habla» no será el que la Iglesia desea ni el que los fieles merecen.

[00034-04.03] [IN008] [Texto original: inglés]

– S. Em. R. Mons. Oswald Georg HIRMER, Obispo de Umtata (SUDÁFRICA)

El Evangelio compartido en siete pasos no es otro método de estudio de la Biblia, sino la continuación de la liturgia de la Palabra de la Eucaristía. Este modo de utilizar las Escrituras se ha revelado como una clave para encontrar a Cristo en la Palabra de la Biblia. En los grupos de estudio bíblico a menudo «hablamos de Jesús», mientras que mediante el Evangelio compartido en siete pasos intentamos entrar «en contacto» con el Señor. Las pequeñas comunidades cristianas y los grupos de vecinos usan los siete pasos como base espiritual, uniendo la vida con la Palabra de Dios.
El secreto de los siete pasos reside en el hecho de que la Palabra de la Biblia no se recibe como una mera información sobre Jesús, sino como un signo sacramental de la presencia de Cristo entre nosotros.
Resumiendo:
En el primer paso invitamos al Señor como hicieron los dos discípulos en el camino de Emaús.
Los pasos segundo y tercero ayudan a los fieles a «sentarse» con Jesús y a permanecer con él como hizo María de Betania.
Con el cuarto paso, en silencio, los fieles se dejan conmover por Jesús con una Palabra que se ha convertido en importante para ellos.
Al silencio sigue la participación personal, sin predicar a los demás o sin iniciar debates sobre cuestiones que podrían romper el clima de oración. San Pablo es nuestro ejemplo de participación personal: «Para mí la vida es Cristo», dice por ejemplo en la Carta a los Filipenses (Fil 1, 21).
En el sexto paso el grupo pregunta: «¿Qué quiere el Señor que hagamos?»
El séptimo paso da a todos la posibilidad de rezar espontáneamente.
El Evangelio compartido en siete pasos, si se celebra bien, puede renovar la fe en las parroquias y reavivar las comunidades de base desde dentro. Puede convertirse en una escuela que enseñe a escuchar profundamente la Palabra de Dios, una escuela para expresar la fe y para reforzarse recíprocamente en la fe, una escuela para aprender el arte del silencio y experimentar el misterio de la presencia de Cristo entre nosotros.
El Evangelio compartido en siete pasos ayudará también a rezar mejor en privado y a vivir la Eucaristía de un modo más profundo y significativo.

[00036-04.03] [IN012] [Texto original: inglés]

– S. Em. R. Mons. Oscar Mario BROWN JIMÉNEZ, Obispo de Santiago de Veraguas (PANAMÁ)

– En el número 35 del Instrumentum Laboris, se afrrma que este sínodo, sobre La Palabra de Dios en la Vida y Misión de la Iglesia, esta en relación de continuidad con el precedente, sobre La Eucaristía, Fuente y Culmen de la Vida y Misión de la Iglesia.
En la exhortación apostó1ica Sacramentum Caritatis, fruto de aquel sínodo, se nos recomienda vivamente destacar la unidad intrínseca del rito de la santa misa. No se deben yuxtaponer las dos partes del rito, la liturgia de la palabra y la liturgia de la eucaristía, se dice, como si fuesen independientes una de otra, pues ambas están íntimamente unidas entre sí, y forman un único acto de culto, al que se suman la introducción y la conclusión (cf Sacramentum Caritatis, 4449). El LL. del presente sínodo reafrrma esta doctrina, cuando sostiene que la unión íntima entre palabra y eucaristía está arraigada en el testimonio de la Escritura, y aduce el testimonio de los Padres de la Iglesia, corroborado por el Concilio Vaticano II.
Recordamos que la eucaristía es el memorial de la pascua del Senor. En ella se hace presente, de manera incruenta, por las especies sacramentales, el Único sacrificio de Cristo, realizado de manera cruenta, una vez por todas, en el Calvario.
La liturgia de la eucaristía empieza con la plegaria eucarística, que se abre con un prefacio, que presenta de manera sucinta el misterio pascual del Senor, destacando algún aspecto concreto del mismo. Crucial importancia reviste la epíclesis, cuando humildemente pedimos a Dios que envíe su Espíritu sobre los dones presentados, para que se conviertan, para nosotros, en el cuerpo y la sangre de Jesucristo, nuestro Señor.
La acción del Espíritu en la liturgia de la eucaristía, como en la liturgia de la palabra, es la que hace presente al Señor de la pascua el Verbo de Dios, que se encarnó, padeció, murió y resucitó para el perdón de los pecados y hacernos hijos adoptivos de Dios, por el Espiritu.
En la liturgia de la palabra, como en la de la eucaristía, en la misa, está realmente presente el Señor de la pascua en un diálogo en el que Dios toma la iniciativa de dirigirse al hombre con su palabra y éste le responde con fe, obediencia y conversión. Esta presencia está latente en el Antiguo Testamento y patente en el Nuevo.
Las alianzas del A.T. son tipos y figuras de la Nueva Alianza, pactada en el Espíritu, que se cumplirá en el misterio pascual de Jesucristo, único mediador entre Dios y los hombres. Por eso concluimos la oración eucarística con la gran doxología en que glorificamos al Padre por el Hijo, en el Espíritu.
La obra de Lucas, su evangelio y el Libro de los Hechos de los Apóstoles, es un excelente lugar teológico para estudiar nuestra temática.
Concluimos notando que la relación entre la liturgia de la palabra y la liturgia de la eucaristía, en la santa misa, esta mediada por la acción del Espíritu, que hace presente al Señor de la pascua, en la liturgia de la palabra, por medio de las oraciones, la Sagrada Escritura la homilía, el símbolo de la fe y la oración de los fieles.
Pero el Señor también está presente en la liturgia de la euca
ristía, por la epíclesis, que convierte el pan y el vino en el cuerpo y la sangre del Señor. Tal vez se pueda hablar de una doble epíclesis, como en las iglesias orientales, una implícita, la de la liturgia de la palabra, y la otra explícita, la de la liturgia de la eucaristía. No se yuxtaponen. Su unidad intrínseca resulta de la presencia y la accion en ambas del único Espíritu Santo, Señor y Dador de vida que procede del Padre y del Hijo, y nos incorpora en el dinamismo de la Santísima Trinidad. Toca al presidente de la celebración eucarística, auténtico mistagogo, maestro del misterio, ayudar a la asamblea a vivirlo
en toda su riqueza.

[00037-04.05] [IN016] [Texto original: español]

– S. Em. R. Mons. Peter LIU CHENG-CHUNG, Obispo de Kaohsiung (CHINA)

La pregunta es:¿cómo hay que hacer para que el Kerygma y la proclamación de la palabra viva de Dios sean más accesibles a los fieles? ¿Cómo puede este Kerygma – este encuentro con la Palabra de Dios- ser un dialogo auténtico entre Cristo y los fieles? La respuesta está en reconocer al Espíritu Santo en esta proclamación de la palabra viva de Dios. Es el Espíritu Santo quien confiere a cada católico bautizado dones y carismas, que, a su vez, son aportaciones a la Iglesia local.
Queremos invitar a los obispos y a los párrocos a que traten de abrirse a estas realidades en la comunidad local de los fieles. Y es en estas pequeñas comunidades a nivel parroquial donde la Palabra proclamada puede transformarse en una entidad viva. Poco a poco, los fieles de estas comunidades pueden rezar juntos la Liturgia de las horas y llevar adelante las celebraciones comunitarias del Sacramento de la Penitencia (con confesiones individuales). En este contexto las Escrituras están íntimamente ligadas a la liturgia como signo de Dios que dialoga con su pueblo especialmente en la Eucaristía.
Sin embargo, para que todo ello pueda ser realizado, es necesario impartir una catequesis práctica y concreta, guiada por la diócesis local y con la colaboración del párroco, en una situación en la que el espíritu de las Escrituras pueda ser interiorizado, probado y protegido en las dificultades, así como reforzado entre los fieles y quienes se preparan a la iniciación en la Iglesia.

[00039-04.05] [IN020] [Texto original: inglés]
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ZENIT Staff

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