El Papa propone a san Columbano como “verdadero santo europeo”

Durante la Audiencia General de hoy

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 11 de junio de 2008 (ZENIT.org) El Papa Benedicto XVI propuso este miércoles, durante la audiencia general que tuvo lugar en la plaza de San Pedro, una reflexión sobre la figura de san Columbano, «verdadero santo europeo», según el Pontífice.

De este santo monje irlandés, el Papa destacó su gran cultura, la firmeza de su fe y su incansable labor evangelizadora en toda Europa.

«Con su energía espiritual, con su fe, con su amor por dios y por el prójimo, realmente fue uno de los Padres de Europa: él nos muestra también hoy a nosotros dónde están las raíces de las cuales puede renacer esta Europa nuestra», afirmó.

El mensaje de san Columbano, dijo el Papa, «se concentra en una firme llamada a la conversión y al desprendimiento de los bienes terrenos con vista a la herencia eterna. Con su vida ascética y su comportamiento sin compromisos frente a la corrupción de los poderosos, evoca la figura severa de san Juan Bautista».

Sin embargo, su austeridad «nunca fue un fin en sí misma, sino sólo el medio para abrirse libremente al amor de Dios y corresponder con todo su ser a los dones recibidos de él, reconstruyendo así en sí mismo la imagen de Dios y, al mismo tiempo, roturando la tierra y renovando la sociedad humana».

El Papa citó una palabras del santo abad, en su obra Instructiones: «Si el hombre usa rectamente las facultades que Dios ha concedido a su alma, entonces será semejante a Dios… nos ha enseñando el modo con sus mandamientos. El primero de ellos es el de amar al Señor con todo el corazón, porque él nos amó primero, desde el inicio de los tiempos, antes de que nosotros viniéramos a la luz de este mundo».

«Estas palabras, el santo irlandés las encarnó realmente en su vida. Hombre de grande cultura -escribió también poesía en latín y un libro de gramática- se reveló rico de dones de gracia. Fue un incansable constructor de monasterios, como también intransigente predicador penitencial, gastando todas sus energías en alimentar las raíces cristianas de la Europa que estaba naciendo».

San Columbano, abad

Columbano, según explicó el Papa, nació alrededor del año 543 en Leinster (sureste de Irlanda). A los veinte años entró en el monasterio de Bangor, donde fue ordenado sacerdote.

A los cincuenta años, siguiendo el ideal ascético irlandés de la peregrinatio pro Christo, «Columbano dejó la isla para acometer, junto con doce compañeros una obra misionera en el continente europeo». Llegados a Francia, fundaron el primer eremitorio en Annegray y otros dos en Luxeuil y Fontaine.

«El monasterio se convertiría en el centro de la irradiación monástica y misionera de tradición irlandesa sobre el continente europeo». El Papa se refirió también a las fricciones que tuvo el santo con los obispos franceses y con el rey Teodorico, por su defensa de la tradición litúrgica irlandesa y de la moralidad de las costumbres.

Expulsado de Francia, Columbano pasó a territorios alemanes, y de allí a Italia. Acogido por la corte logombarda, fundó el monasterio de Bobbio, donde falleció en el año 615.

Por Inmaculada Álvarez

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ZENIT Staff

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