BELÉN, lunes, 16 abril 2007 ( ZENIT.org).- Todos los patriarcas y obispos de las diversas iglesias de la Ciudad Santa de Jerusalén participaron, el pasado 10 de abril, en Belén, en la comida a la que les invitó el presidente de la Autoridad Palestina para celebrar las solemnidades pascuales.
Según una nota informativa de la Custodia franciscana de Tierra Santa, «por primera vez en la historia el presidente de la Autoridad Palestina» Abou Mazen (Mahmud Abbas) «ha invitado, en su palacio-residencia», «a todas las autoridades religiosas cristianas de Jerusalén a una comida» por las citadas conmemoraciones litúrgicas.
Acudieron igualmente el Custodio de Tierra Santa -el padre Pierbattista Pizzaballa-, el vicario –el padre Artemio Vítores- y el padre Ibrahim Faltas -párroco latino de Jerusalén y «representante» de los franciscanos ante la Autoridad Palestina-.
«Los cristianos hemos valorado muy positivamente las cálidas palabras del señor presidente en esta fiesta de Pascua, que es el corazón del mundo cristiano y que, en la historia, ha sido más de una vez motivo de contraste entre cristianos y musulmanes en Jerusalén», escribe el padre Vítores en la nota.
El Patriarca greco-ortodoxo Teophilos III, en nombre de todas las autoridades cristianas, respondió el discurso de Abou Mazen agradeciéndole su gesto de amistad hacia los cristianos.
«La comida, típica árabe, sirvió también para profundizar en los lazos de amistad entre las diversas iglesias» precisamente el día en que comenzaba «el tradicional intercambio de felicitaciones pascuales entre todas las comunidades», añade el padre Vítores.
A la vez, la invitación representó una oportunidad «de encontrarse con varios miembros de la Autoridad Palestina, casi todos musulmanes, lo cual es siempre ocasión para fomentar la amistad y el mutuo conocimiento entre todos, que es el punto de partida de todo diálogo ecuménico e interreligioso», prosigue el franciscano.
Haciéndose portavoz del sentir franciscano, el padre Artemio Vítores escribe que una vez más se ha podido constatar la buena acogida que ha mostrado siempre Abou Mazen hacia los cristianos.