Así lo explicó este viernes a la nueva embajadora de Ucrania ante la Santa Sede, Tetiana Izhevska, aclarando que de este diálogo depende la paz y el desarrollo duradero.
«En nuestro mundo cada vez más condicionado por las urgencias de la globalización, es necesario un diálogo exigente y profundo entre culturas y religiones, pero no para nivelarlas todas en un sincretismo empobrecedor, sino para permitir que se desarrollen en un respeto recíproco y que trabajen, cada una según su carisma propio, a favor del bien común», considera el Papa.
Así lo explicó este viernes a la nueva embajadora de Ucrania ante la Santa Sede, Tetiana Izhevska, aclarando que «esta perspectiva permitirá seguramente reducir las causas siempre posibles de tensión y enfrentamiento entre grupos o entre naciones, y garantizará a todos las condiciones de una paz y un desarrollo duradero».
En su discurso el Papa reconoció que Ucrania es «puerta entre Oriente y Occidente en virtud de su situación geográfica» en el continente europeo y alentó «el intercambio fecundo» «entre los dos pulmones culturales que han forjado la historia de Europa y que han caracterizado en particular su historia cristiana».
«Estoy seguro de que la nación ucraniana, profundamente impregnada por el Evangelio en su vida, en su cultura y en sus instituciones, desde su bautismo de hace más de mil años en Kiev, se preocupará por aportar a las demás naciones el dinamismo de su identidad, preservando sus características originales», confesó.