ROMA, domingo, 25 marzo 2007 (ZENIT.org).- «No he sentido nunca rabia: ha sido más fuerte el dolor, y del dolor ha nacido el perdón». Son palabras de Maddalena Santoro, hermana del padre Andrea Santoro (1945-2006), el sacerdote asesinado el 5 de febrero de 2006 en Turquía, mientras rezaba en la iglesia, con una Biblia en la mano en turco.
En el contexto de la Jornada de Oración y de Ayuno por los Misioneros Mártires, 24 de marzo, que recuerda el aniversario del asesinato de monseñor Óscar Romero, arzobispo de San Salvador, Maddalena confía a Zenit que según ella el proceso de canonización de su hermano «irá adelante».
La hermana de este sacerdote mártir ha creado junto a otras personas una asociación para promover el diálogo intercultural e interreligioso, siguiendo el ejemplo de su hermano, la Asociación Padre Andrea Santoro.
–Un año sin su hermano, ¿es más fuerte el perdón que el dolor y la rabia de la pérdida?
–Santoro: Nunca he experimentado rabia porque ha sido más fuerte el dolor, que no ha dejado espacio a la rabia. Ha dejado en cambio espacio al perdón en cuanto creyente: para continuar la bondad y la obra del padre Andrea a favor del diálogo. Si se odia y se tiene rabia, se cierra uno al diálogo.
No es muy automático el paso al perdón, pero es una desembocadura del dolor. Del dolor puede nacer odio, amargura, deseo de venganza. El dolor es un terreno del que pueden nacer muchas cosas. Una de ellas es también el perdón y la voluntad de continuar el comportamiento del padre Andrea en la búsqueda del diálogo.
–¿Se ven ya los frutos del martirio del padre Andrea?
–Santoro: Mire, yo no sé si hablar de frutos o de consecuencias. Desde el 5 de febrero de 2006, día en que fue asesinado, han sucedido cosas inesperadas, aparte del mismo homicidio, inesperado. Es decir, la lectura de este homicidio ha sido verdaderamente la del martirio, ha surgido esta lectura por sí misma, en primer lugar por las condiciones en las que sucedió, un hombre de oración, con la Biblia en turco en la mano, con la iglesia abierta… esto nos hace pensar que quien lo quiso matar, quiso matarle justo a él, un hombre de oración y de fe.
Y luego las consecuencias han sido las de una resonancia tan grande que ha sido inesperada. El eco ha seguido y la petición de testimonios sobre el padre Andrea, este es para mí el fruto, quizá el milagro, no sé cómo llamarlo.
La gente se interesa por su vida en Turquía, su estancia allí, y por tanto esta apertura del corazón por parte de un cristiano, un sacerdote, a otras personas de otras religiones, lugar y cultura. Esto me parece verdaderamente un milagro, porque ha sido una resonancia que suscitado este interés en todos, personas religiosas, personas no creyentes. Incluso a nivel político me parece que se ha dado un despertar.
Pero mi preocupación es ésta: a un cierto nivel social y político las cosas puede que no se cimienten. Mientras que a nivel de pueblo, la gente se conmueve y siente una conversión, siente que puede emprender un camino como ha sido testimoniado por el padre Andrea, a otros niveles no sé si se bloqueará este proceso. Hace falta una gran voluntad para obrar un cambio, hace falta, tanto en Oriente como en Occidente, respeto por la fe, por la religión, apertura…
–¿Cuál era, cuál es, el legado espiritual de don Andrea Santoro?
–Santoro: Espiritualmente, ha dejado un profundo sentido de interioridad respecto a la Palabra de Dios.
Otro elemento muy importante a nivel espiritual es la comprensión que el padre Andrea tuvo de la Eucaristía, este «Cristo cordero inmolado» como él decía, Cristo que se ha dado por nosotros.
Redescubriéndolo, sabemos que Cristo quiere estar presente hoy a través de la Eucaristía, a través de nuestra mente, nuestro andar, nuestro amar, nuestro estar en los lugares, en los ambientes… Cristo está presente en la Eucaristía realmente y esta Eucaristía nos transforma en él para que siga estando presente en medio de la gente. Él vivía así esta visión de la Eucaristía.
Lo dejó escrito en sus cartas. Cuando en 1980 se fue a Oriente Medio, una de las primeras meditaciones en Betania fue justo sobre la Eucaristía: ser Eucaristía nosotros con Cristo y Cristo presente a través de nosotros.
–¿Piensa que hay posibilidades de que la Iglesia reconozca a su hermano como santo?
–Santoro: Desde mi punto de vista personal de hermana, como dice mi madre: «A mí no me importa que lo hagan santo desde el punto de vista formal, yo le echo de menos a él: sé que está junto al Señor y que lo amó mucho y esto me consuela».
Desde un punto de vista de la Iglesia institucional, creo que sí porque el cardenal Camillo Ruini, (obispo vicario del Papa para la diócesis de Roma, ndr) se ha expresado de manera clara: conocía bien al padre Andrea. Creo que irá adelante, así me parece.