CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 16 marzo 2007 (ZENIT.org).- Según Benedicto XVI, la separación entre Iglesia y Estado no implica relaciones de enemistad, sino de colaboración en el respeto de las competencias específicas de cada uno.
El Papa ilustró la concepción de la Iglesia católica de la laicidad al recibir las cartas credenciales del nuevo embajador de Perú ante la Santa Sede, Alfonso Rivero Monsalve.
«La Iglesia, que reconoce al Estado su competencia en las cuestiones sociales, políticas y económicas, asume como un propio deber, derivado de su misión evangelizadora, la salvaguardia y difusión de la verdad sobre el ser humano, el sentido de su vida y su destino último que es Dios», aclaró.
La Iglesia, añadió, «es fuente de inspiración a fin de que la dignidad de la persona y de la vida, desde su concepción hasta su término natural, sea reconocida y protegida, como garantiza la Constitución Peruana».
«Por esto, seguirá colaborando de manera leal y generosa en la educación, en la atención sanitaria y en la ayuda a los más pobres y necesitados».
El obispo de Roma aseguró el apoyo de la Santa Sede a «todo el esfuerzo social que ya se lleva a cabo, para que haya siempre igualdad de oportunidades y cada peruano se sienta respetado en sus derechos inalienables».
«Por eso –aseguró–, el Episcopado del Perú seguirá fomentando, a la luz del Evangelio y de la doctrina social de la Iglesia, la búsqueda de la verdad en el campo familiar, laboral y sociopolítico».
«Por su parte –siguió ilustrando el sucesor de san Pedro–, los católicos peruanos están también llamados a ser fermento del mensaje cristiano en las instituciones sociales y en la vida pública, para contribuir así a la construcción de una sociedad más fraterna».
«La Iglesia, consciente de su propia «misión religiosa y, por esto mismo, sumamente humana», así como de su deber de proponer la verdad de todo hombre, que por ser hijo de Dios está dotado de una dignidad superior y anterior a toda ley positiva, seguirá trabajando para alcanzar estos objetivos», garantizó.
El Papa recordó que la Iglesia «enseña además que sólo en el respeto de la ley moral, que defiende y protege la dignidad de la persona humana, se puede construir la paz favoreciendo un progreso social estable»
«Por eso es de desear que continúe la mutua colaboración entre el Estado y la Iglesia en el Perú, que hasta ahora ha dado buenos frutos», concluyó Benedicto XVI.