LONDRES, 8 noviembre 2003 (ZENIT.org).- La preocupación por la proliferación de armas ha llevado a tres organizaciones no gubernamentales (ONGs) a lanzar una campaña que intenta limitar este comercio. Amnistía Internacional, Oxfam, e International Action Network on Small Arms anunciaron la iniciativa en Inglaterra el 9 de octubre.
Las tres organizaciones se mostrarán activas en este tema en más de cincuenta países, decía la nota de prensa. La campaña de Control de Armas intenta reducir la proliferación de armas y su uso erróneo y convencer a los gobiernos para que introduzcan un tratado para endurecer el comercio de armas.
Las ONGs sostienen que los actuales controles de exportación de armas están llenos de agujeros. La disponibilidad de armas incrementa la incidencia de la violencia armada y prolonga las guerras una vez que han estallado, defienden. Además, apuntan a que los esfuerzos para luchar contra el terrorismo internacional están realmente estimulando la venta de armas, sin importar la preocupación por los derechos humanos y el desarrollo.
«El comercio de armas está fuera de control», afirmaba Barbara Stocking, directora de Oxfam. «Es un problema global con horrorosas consecuencias locales – y son los pobres los que más sufren. Se necesita desesperadamente un tratado de comercio de armas, para parar el flujo de armas a los explotadores y ayudar a volver nuestras sociedades más seguras».
Un informe publicado coincidiendo con el lanzamiento de la campaña observaba que un tercio de los países gastan más en lo militar que en servicios sanitarios. El problema es particularmente agudo en los países en vías de desarrollo. Los países de África, Asia, Oriente Medio y América Latina se gastan una media de 22.000 millones de dólares al año en armas. Sólo la mitad de esta cantidad permitiría que todos los niños de estas regiones fueran a la escuela primaria. En total, el 42% de los países con los gastos más altos en defensa están entre los más bajos en desarrollo humano.
Se ha desarrollado un borrador de tratado de comercio de armas por un grupo de ONGs de derechos humanos, desarrollo y control de armas, que incluyen a Amnistía Internacional y Oxfam en colaboración con expertos legales internacionales. El objetivo principal es proporcionar una serie de principios comunes mínimos para el control de las transferencias de armas, sólidamente basado en las responsabilidades existentes para los estados según las leyes internacionales.
Grandes ventas
En agosto, el Instituto de Investigaciones Internacionales de Paz de Estocolmo (SIPRI), publicaba su libro anual sobre armamento y seguridad internacional. El estudio revelaba que el gasto militar mundial, ya en aumento desde 1998, se aceleró de manera pronunciada en el 2002. El año pasado aumentó en un 6% en términos reales, hasta los actuales 794.000 millones de dólares. Esta cantidad equivale al 2,5% del producto interior bruto mundial. Los actuales niveles de gastos militares en el mundo están ahora un 14% en términos reales por encima de la cifra más baja de 1998 tras la guerra fría. Pero todavía están un 16% por debajo del techo alcanzado en 1988.
Casi tres cuartos del incremento del 2002 vinieron de Estados Unidos, que aumentó el gasto militar en un 10% en respuesta a los atentados del 11 de septiembre del 2001. Los Estados Unidos contabilizan ahora el 43% del gasto militar mundial.
Otro país que ha aumentado notablemente su gasto ha sido China. Aumento el gasto militar en un 18% en el 2002. Rusia también intensificó sus gastos, con un 12% de aumento. Los cinco países que más gastan –Estados Unidos, Japón, Reino Unido, Francia y China- suman el 62% del gasto total mundial. Los 15 que más gastan el 82%.
Detrás de las cifras totales de gasto militar existen notables disparidades regionales. En el 2001, el año más reciente del que se tienen datos disponibles, el gasto militar de Oriente Medio se estimaba en un 6,3% de su producto interior bruto, mientras que América Latina gastó sólo el 1,3%.
Algunos datos del informe del SIPRI vierten un jarro de agua fría sobre la afirmación de que la guerra contra el terror ha agravado la proliferación de armas y los conflictos. En el 2002, hay 21 conflictos armados importantes en 19 lugares del mundo. Tanto el número de conflictos como el de localizaciones fue menor que en el 2001, cuando había 24 conflictos armados importantes en 22 lugares. De hecho, el número de conflictos armados importantes en el 2002 ha sido el más bajo desde 1998.
Además, a pesar de que se han elevado los gastos militares, las grandes transferencias para armas convencionales en el periodo 1998-2002 permanecieron en las cifras bajas de la etapa posterior a la guerra fría, informaba el SIPRI. A pesar del aumento en el periodo 2000-2002, la media móvil de cinco años hasta el 2002 ha sido la más baja hasta ahora.
Estados Unidos ha sido el mayor suministrador de armas en 1998-2002, con el 41% de las entregas totales. Rusia, en segundo lugar, sumó el 22% de las transferencias totales de armas. Por segundo año consecutivo, Rusia ha sido en el 2002 el mayor suministrador, con el 36% de las entregas totales.
El SIPRI observaba que entre los mayores receptores de armas estaban países implicados en la guerra contra el terrorismo. Con todo, indicaba que los datos «no apoyan la hipótesis de que los niveles de más importantes transferencias de armas serían más altos a causa de las entregas por el antiterrorismo en el 2002». De hecho, el SIPRI observaba que muchas de las transferencias de armas convencionales durante el 2002 fueron resultado de decisiones tomadas antes de septiembre de 2001. Según el informe, es demasiado pronto para decir en qué medida las importantes actividades antiterroristas incidirán en la futura tendencia de transferencias de armas
El informe ponía de relieve los problemas de controlar las ventas de armas, especialmente al implementarse los embargos de armas de Naciones Unidas. Precisaba la necesidad de un mayor desarrollo de instrumentos de control del comercio de armas, tanto cerrando los agujeros como coordinando el control de transferencias de armas desde el punto de salida hasta el de llegada al destino final autorizado.
Control de armas ligeras
Un área del comercio de armas que ha recibido mayor atención en los últimos tiempos es la proliferación de armas ligeras. Del 7 al 11 de julio, las Naciones Unidas tuvieron un encuentro para revisar la implementación del «Programa de Acción para Prevenir, Combatir y Erradicar el Comercio Ilícito de Armas Ligeras en Todos sus Aspectos», del año 2001.
Las armas ligeras matan a más de medio millón de personas cada año, que incluyen a unas 300.000 en conflictos armados y 200.000 por homicidios y suicidios, afirmaba la nota de prensa de Naciones Unidas del 3 de julio. El Programa de Acción pide una serie de medidas: legislación sobre la fabricación, posesión, almacenamiento y comercio ilegales de armas ligeras; destrucción de armas confiscadas; identificación y seguimiento de las armas ilícitas; cooperación internacional y asistencia a los estados para fortalecer su capacidad de identificar y seguir las armas ilícitas; y campañas de concienciación pública.
Durante el encuentro en Nueva York, algunos países informaron sobre las nuevas legislaciones nacionales para limitar las armas ligeras, observaba una nota de prensa del 9 de julio. Algunos delegados de Naciones Unidas apuntaban a la necesidad de una mayor cooperación internacional, señalando la proliferación en las fronteras y las redes cada vez más internacionales.
Una investigación internacional sobre armas ligeras, publicado durante el encuentro, reveló muchos problemas que todavía hay que tratar. El estudio mostraba niveles decepcionantemente bajos de transparencia sobre el comercio mundial de armas, con sólo veinte países proveye
ndo informes anuales de exportaciones, informó el 8 de julio Associated Press. Se sabe que sesenta países están implicados en el comercio legal.
La investigación decía que se estima que el valor de la producción mundial de armas ligeras permanece sin cambios alrededor de los 7.400 millones de dólares. Peter Batchelor, director del proyecto de investigación, afirmaba que el comercio ilícito se cree que pueda tener un valor de unos 1.000 millones de dólares.
Durante el encuentro de julio, el arzobispo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, pidió a las naciones «que desarrollasen e implementasen actividades educativas y de concienciación para promover una cultura de la paz y de la vida».
Monseñor Migliore volvió a hablar de las armas en un discurso del 8 de octubre sobre el tema del desarme general. «Si vamos a aspirar a un desarme general y completo, debemos ante todo mostrar respeto por la vida y la dignidad y derechos humanos de los individuos», afirmaba.
Esto implica algunos factores que explicó, desde el rechazo de la violencia a la promoción de la libertad, la justicia, la solidaridad y la tolerancia. Una aspiración sumamente ardua para un mundo armado hasta los dientes.