CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 23 febrero 2006 (ZENIT.org).- En su primera intervención específicamente dirigida a diáconos permanentes, Benedicto XVI les ha alentado a anunciar la verdad con la caridad, respondiendo en particular a las nuevas pobrezas.
El Papa recibió el 18 de febrero a los casi 90 diáconos permanentes de la diócesis de Roma para celebrar el vigésimo quinto aniversario del restablecimiento de este ministerio en esta Iglesia, tras la decisión tomada por el Concilio Vaticano II.
En el discurso que les dirigió, el Santo Padre constató que «en estos años han emergido nuevas formas de pobreza: muchas personas, de hecho, han perdido el sentido de la vida y no poseen una verdad sobre la cual construir la propia existencia; muchos jóvenes piden encontrar hombres que les sepan escuchar y aconsejar en las dificultades de la vida».
«Junto a la pobreza material, nos encontramos también con una pobreza espiritual y cultural», añadió agradeciendo a los diáconos el trabajo que realizan en Roma, particularmente en la pastoral bautismal y familiar.
Sed «diáconos de la Verdad que hace libres, y llevaréis a los habitantes de esta ciudad a encontrarse con Jesucristo», les recomendó.
«Acoger al Redentor en su propia vida es para el hombre fuente de una alegría profunda, una alegría que puede donar la paz incluso en los momentos de prueba –constató–. Sed, por tanto –recomendó–, servidores de la Verdad para llevar la alegría que Dios quiere dar a cada hombre».
Según el obispo de Roma, «no es suficiente anunciar la fe sólo con palabras» es «necesario acompañar el anuncio del Evangelio con el testimonio concreto de la caridad».
«El ejercicio de la caridad pertenece desde el inicio al ministerio diaconal», aclaró, en referencia a los primeros siete diáconos, que fueron elegidos, según narran los Hechos de los Apóstoles, para servir a los más necesitados, en particular a las viudas.
«Hay muchos pobres», reconoció, «que tocan a las puertas de las comunidades parroquiales para pedir una ayuda necesaria para superar momentos de grave dificultad».
«Acoged a estos hermanos con gran cordialidad y disponibilidad, y tratad, en la medida de lo posible, de ayudarles en sus necesidades», les aconsejó.
En 2004 en el mundo había 32.324 diáconos permanentes, un crecimiento impresionante si se tiene en cuenta que en 1978 no eran más que 5.562.
Según datos de la última edición del «Anuario Pontificio», están presentes sobre todo en América del Norte y en Europa, con un porcentaje mundial del 47,3% y del 32,3%. Entre 2003 y 2004 crecieron en un 2,5%.