Roberto Benigni, «Premio Oscar», define a Jesús como el «inventor del amor desinteresado»

En un espectáculo dirigido a jóvenes en la ciudad de san Valentín, Terni

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TERNI, jueves, 16 febrero 2006 (ZENIT.org).- En la noche de la víspera de San Valentín, en la ciudad italiana del santo obispo patrono de los enamorados, Terni, el Premio Oscar Roberto Benigni explicó a los jóvenes que, según él, Jesús es el «inventor del amor desinteresado».

Siendo el hombre que no podía pecar, explicó el director y actor de «La vida es bella», Jesús «cargó con los pecados de todos»; el hombre que no podía morir «murió por amor de todos».

«Inventó el amor desinteresado –constató Benigni–. Vosotros me diréis que el amor ya existía. ¡Es verdad! También las ondas de radio y la electricidad existen desde siempre, pero si no había alguien que las descubriera, no lo hubiéramos sabido».

«Él ha declarado verdaderamente qué es el amor», explicó los jóvenes que llenaban el Teatro Verdi de esta localidad en un encuentro organizado por el obispo de esta diócesis, monseñor Vincenzo Paglia, según una crónica recogida por el diario «Avvenire».

El amor es para los demás, «pues nuestra felicidad depende de su felicidad, y esto es lo que nos ha enseñado Jesús», explicó el actor, quien demostró que ha leído la encíclica «Deus caritas est» de Benedicto XVI, aunque no la citó expresamente.

Benigni dejó un consejo a los jóvenes: «Que vuestros pasos vayan al ritmo de sus pasos [de Jesús], dirigid la mirada en su misma dirección».

El director y actor, como siempre no pudo esconder su humor ni siquiera al hablar de Jesús.

«Nosotros hacemos los chistes sobre las suegras. Él enseñó el amor incluso por las suegras», explicó citando el pasaje del Evangelio de san Marcos en el que Jesús cura a la suegra de Pedro.

Y el cómico, añadió: «¡Así podía hacerles la comida!».

En el espectáculo, Benigni recitó pasajes del Cantar de los Cantares y dirigió su último pensamiento a María, citando unos los versos de Dante Alighieri, en los que dice: «Virgen Madre, hija de tu hijo, humilde y alta más que otra criatura, término fijo del consejo eterno» (Divina Comedia, Paraíso, canto XXXIII, 1-3).

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ZENIT Staff

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