CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 27 febrero 2005 (ZENIT.org).- El antiguo presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, monseñor Wilton D. Gregory, considera que una «conversación franca» es capaz de superar muchos de los inevitables malentendidos que se pueden dar entre medios de comunicación y la Iglesia.
«Ante todo, la Iglesia y los medios de comunicación tienen que verse como colegas, y no como adversarios, tratando de servir y mejorar la sociedad», sugiere.
El nuevo arzobispo de Atlanta presentó su propuesta durante un Simposio organizado por el Consejo Pontifico para las Comunicaciones Sociales celebrado en Roma sobre «Iglesia y medios: un futuro que viene de lejos».
«Dado el extraordinario alcance de los medios en el mundo de hoy –reconoció en su ponencia, que llevaba por título «¿Qué espera la Iglesia de los medios?» –, la Iglesia debe comprometerse por colaborar con esta poderosa fuente de información e influencia».
El arzobispo, natural de Chicago, afirmó que «si bien pueden darse momentos de tensión, malentendidos y de divergencia de perspectivas con componentes particulares de los medios, la Iglesia no puede ignorar o dejar de utilizar los servicios de una institución de servicio público tan poderosa».
El prelado afroamericano, doctor en liturgia por el Pontificio Instituto Litúrgico de San Anselmo de Roma pidió a los medios que se asesoren bien cuando buscan a portavoces de Iglesia, «tanto a nivel universal como local».
«En ocasiones, las inevitables tensiones deberían superarse a través de una conversación franca y directa», opinó este arzobispo que ha escrito extensamente sobre comunicación, pena de muerte y eutanasia.
«Como miembros de la Iglesia, tenemos que reconocer también que, no participamos en nuestro compromiso de comunicación con nuestras comunidades, creamos inevitablemente un vacío que es llenado normalmente por gente que no tiene el conocimiento o la autoridad para representar a la Iglesia», reconoció monseñor Gregory.
El criterio de la relación entre la Iglesia y los medios debe ser la verdad, concluyó. «Los medios deben tener pasión para perseguir la verdad. La verdad no sólo afecta a los hechos, sino también a las circunstancias que rodean a la realidad de los hechos».