PRAGA, 22 abril 2002 (ZENIT.org).- La Iglesia ha denunciado el intento por parte de los mayores partidos de la República Checa de favorecer medidas anti-alemanas y la explotación de las emociones nacionalistas.
En realidad se trata de una larga historia. El 17 de mayo de 1945, tras la victoria de los Aliados (con la liberación de Eslovaquia por el Ejército ruso), nació en Praga la llamada República Checoslovaca presidida por Eduard Benes, a su retorno del exilio londinense.
El 20 de marzo de 1947 Benes firmaba con Polonia un acuerdo que establecía la expulsión de los dos países de las minorías alemanas, acusadas de connivencia con el régimen nazi. Estos decretos fueron luego retomados por la Asamblea constituyente, sancionados por la Constitución de 1948 y ratificados como leyes.
Un grupo de 250 intelectuales de todas las tendencias políticas, y representantes de las Iglesias y comunidades cristianas de la República Checa, han firmado un manifiesto contra el reforzamiento de los «decretos Benes», propuesto por una moción conjunta del Partido Socialdemócrata (CSSD), en el gobierno, y del Partido Popular Democrático (ODS), en la oposición.
Las propuestas de carácter populista tienen lugar con motivo del inicio de la campaña electoral para la renovación del Parlamento.
«Los decretos del presidente de la República Benes, y el traslado forzado de los alemanes –dice la declaración de los intelectuales–, representan un problema doloroso respecto al cual hay que realizar en la sociedad checa, también a nivel político, una confrontación pública».
«Asistimos al intento de explotar emociones nacionalistas desenfrenadas para demostrar una falsa unidad nacional, que debería hacer ganar puntos en la batalla electoral –denuncian–. De este modo, se pone de manifiesto la limitación de la libertad política y de la pluralidad de opinión en nuestra sociedad, el empeoramiento de las relaciones con nuestros vecinos y quizá se pone en riesgo también nuestra entrada en la Unión Europea (UE)».
La adhesión de Chequia a la UE implica un atento examen del Derecho checo sobre la propiedad para asegurar que sea conforme con las normas europeas y con el principio de igualdad respetado en los países miembros.
La Conferencia Episcopal Católica de la República Checa ha prestado atención a la cuestión, y ha hecho un llamamiento a «no minar el proceso de reconciliación entre los dos pueblos», en un documento firmado por el cardenal Miloslav Vlk, arzobispo de Praga y monseñor Jan Graubner, arzobispo de Olomouc y presidente de la Conferencia Episcopal.
El documento titulado «Las relaciones de buena vecindad checo-alemanas deben tener éxito», observa que «la reconciliación , el acercamiento y la unión entre los pueblos pueden realizarse sólo cuando la construcción de las relaciones recíprocas es llevada a cabo de tal manera que al mismo tiempo se realiza también un proceso espiritual».
El documento prosigue que es «tarea de la Iglesia sumar la propia aportación» no sólo «a la solución del conflicto checo-alemán y checo-austríaco sino también al proceso general de la unificación de Europa».