CIUDAD DEL VATICANO, 17 mayo 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha pedido con firmeza a Sudán que respete la libertad religiosa de los derechos de sus minorías.
Al encontrarse este viernes con el nuevo embajador de la República ante la Santa Sede, Abdelbasit Badawi Ali Elsanosi, diplomático de carrera, el Santo Padre afrontó temas delicados para el Gobierno de Jartum, que es acusado de islamizar por la fuerza el sur del país, habitado por poblaciones animistas y cristianas.
«La modernización progresiva de la economía, de las instituciones y de los modelos de vida debe ir de la mano con un diálogo de paz constructivo y con un compromiso serio para deponer las armas», afirmó el Santo Padre.
«Es necesario que las personas rechacen toda discriminación basada en criterios étnicos, culturales o religiosos –exigió–. La unidad nacional se construye en la acogida de la diversidad, buscando hacer que concurra al bien común y al desarrollo de integral de todos los habitantes».
El embajador, por su parte, reveló al Papa que la República de Sudán piensa «reforzar las libertades religiosas, particularmente a través de su inscripción en una nueva Constitución».
El Papa, que visitó el país en 1993, le respondió diciendo que «la libertad de los individuos y de las comunidades a profesar y a practicar su religión es un elemento esencial para la coexistencia pacífica».
«La libertad de conciencia y la libertad de buscar la verdad y de actuar en coherencia con su creencia religiosa personal son elementos tan fundamentales para el ser humano que todo intento por restringirlos conduce inevitablemente a implacables conflictos», afirmó
«Esta libertad –concluyó– no pone en peligro la vida social, pues todo camino religioso auténtico permite descubrirse a todas las personas que profesan una religión como hermanos en humanidad con sus compatriotas».