BUENOS AIRES, 22 agosto 2002 (ZENIT.org–Aica).- La crisis que afecta a la Argentina no es solo económica o política, sino también de «orden moral y religioso». Así lo subrayó el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, en su habitual reflexión semanal en el programa «Claves para un mundo mejor».
El Prelado se refirió a la dimensión religiosa de la decadencia argentina y enumeró algunas de las injusticias que la caracterizan, entre ellas «las amenazas que significan proyectos de leyes y de ordenanzas que afectan a la naturaleza de la familia y que amenazan también con hipotecar la educación moral de las futuras generaciones».
Monseñor Aguer indicó que «todo eso y otras cosas que podríamos seguir enumerando tienen un nombre… Religiosamente todo eso se llama pecado, que significa olvido de Dios y violación de su ley. La sabiduría de Dios ha creado al mundo y lo ha creado con orden y medida. Esa sabiduría de Dios, su ley eterna, se expresa en la ley natural impresa en la conciencia de todo hombre y de toda mujer, confirmada por los 10 Mandamientos que fueron explicados y profundizados por el Evangelio de Jesús. El pecado significa dar la espalda a Dios y sacudir el yugo suavísimo de su ley».
Tras preguntar «cuál es la solución», el Arzobispo respondió: «La solución es volverse a Dios, convertirse a Dios. Sólo de esa manera encontraremos la paz, esa paz que hoy echamos de menos como hecho o como amenaza».
«Convertirse –concluyó– quiere decir volver al orden establecido por Dios en todos los renglones de la vida. Esto es en el orden personal, familiar, institucional y de la comunidad nacional toda. Lo que necesitamos es una conversión. Necesitamos una conversión personal que multiplicada resulte en una gran conversión nacional».