(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 2 de mayo de 2017).- “Mirar hacia la ternura de Jesús: el testimonio de la obediencia, el Gran testimonio Jesús, que ha dado la vida y nos hacer ver la ternura de Dios hacia nosotros, delante de nuestros pecados y de nuestras debilidades». Con esta idea el papa Francisco concluyó la homilía de este martes en la misa que celebró en la Residencia Santa Marta en el Vaticano.
Invitó así a “entrar en este diálogo y pedir la gracia de que el Señor ablande el corazón de estos rígidos, de aquella gente que encerrada siempre en la Ley, condena todo lo que está fuera de la Ley”.
No saben –aseguró el Pontífice– que el Verbo se hizo carne, que el Verbo es testimonio de obediencia. No saben que la ternura de Dios es capaz de quitar un corazón de piedra y de poner en su lugar uno de carne”.
El Santo Padre parte de la primera lectura, sobre el martirio de San Esteban, señalando cómo el cristiano es un testimonio de obediencia. Precisó que “quienes lo lapidaron no entendían la palabra de Dios, por ello Esteban los llamaba “tercos”.
Diverso de cuando Jesús llama a los discípulos de Emaus “necios”, que no es un elogio, pero no tan pesada como la que usa Esteban, porque los discípulos de Emaus no tenían miedo pero eran buenos, abiertos a la verdad. Y ellos cuando Jesús les reprocha, ellos dejan entrar las palabras su el corazón que se inflama.
En cambio con Esteban no querían escuchar, “este es el drama del corazón que se cierra”, indica el Papa. Son los corazones que solamente conocen el lenguaje de la condena, saben condenar, y no saben preguntar: ¿por qué sucede esto?, “no tienen necesidad de explicaciones” motivo por el cuan dice Jesús, asesinaron a los profetas “porque decían lo que a ellos no le gustaba”. Y es así que “un corazón cerrado no deja entrar al Espíritu Santo”.
El Papa en Santa Marta: abrirse al Espíritu para que cambie nuestro corazón de piedra
El Santo Padre parte de la lectura del martirio de San Esteban