Ayuda inmediata a los refugiados afganos, pide el enviado papal a Pakistán

Monseñor Cordes llevó a los campos de acogida un mensaje de Juan Pablo II

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CIUDAD DEL VATICANO, 4 noviembre 2001 (ZENIT.org).- Al regresar de Pakistán como enviado especial de Juan Pablo II, el arzobispo Paul Josef Cordes ha hecho un llamamiento para que se envíe ayuda inmediata para los refugiados afganos.

El presidente del Consejo Pontificio «Cor Unum» se encontró el 27 de octubre con el presidente paquistaní, Pervez Musharraf, con los responsables de la comunidad católica del país, y con los dirigentes de las organizaciones humanitarias católicas que ofrecen su ayuda a los refugiados, muchos de ellos huidos de su país tras los atentados del 11 de septiembre.

Celebró también la eucaristía en la catedral de Rawalpindi con los obispos y la comunidad católica del país «para romper las cadenas del odio y de la injusticia y para implorar el don de la paz».

Al hacer su llamamiento a través de los micrófonos de Radio Vaticano, el arzobispo alemán recuerda su visita a uno de los campos de refugiados en la frontera entre Pakistán y Afganistán.

«Había cerca de 35.000 refugiados –explica–. Para mí, lo más dramático es que no tienen futuro. El sentido de depresión que se respira entre ellos es grande porque no saben dónde ir y quizá no podrán ni siquiera volver a Afganistán. Tenemos que pensar en el invierno que llega y el frío trae consigo muchos peligros para la vida humana. Es absolutamente necesario seguir llevando ayuda a los refugiados».

Monseñor Cordes leyó en varias ocasiones el mensaje del Papa enviado con motivo de su visita a los católicos de Pakistán con el que quiere transmitirles su cercanía y la oración.

«Hace también un llamamiento –explica el prelado–: «Tenemos que esperar y rezar con ardor para que la estrella luminosa de la paz pueda resplandecer pronto en vuestra región». Y, mientras tanto, tener en cuenta los sufrimientos de los innumerables hombres, mujeres y niños que piden un alivio inmediato de orden práctico».

«He leído este mensaje también en una reunión de todos los misioneros locales que representan en cierto sentido la «fortaleza» del catolicismo en este país –sigue revelando Cordes–. Con frecuencia los misioneros reciben llamadas telefónicas de sus familiares: «Volved a casa, allí hay peligro», les dicen. Pero quieren quedarse. Yo les he animado también diciéndoles que sólo el mercenario se va. Si se van los misioneros, ciertamente los pocos, poquísimos católicos que hay, se desesperarán todavía más».

El prelado califica el conflicto que tiene lugar en Afganistán como una «situación explosiva». «Son muchas las fuerzas que quieren el mal –subraya–. No se puede hablar de una guerra de religiones. Son más bien los extremistas, los sectarios de la religión del Islam quienes provocan esta tensión».

En el mundo católico, hay un debate entre quien querría detener los bombardeos y quien sostiene que para combatir el terrorismo es necesaria la guerra.

Monseñor Cordes responde: «Comprendo, por un lado, que esta guerra, con sus bombardeos, es una continua provocación al bien del hombre y sobre todo comprendo el hecho de que la frecuente muerte de inocentes provoque reacciones fortísimas».

«Por otra parte –concluye–, la Iglesia no ha entrado nunca en las decisiones concretas. Creo poder decir con el Papa: «La violencia no es nunca una respuesta del cristiano a la violencia». Esta me parece la tesis justa».

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ZENIT Staff

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