Benedicto XVI camina en la cuerda floja entre israelíes y palestinos

Fiel a su mensaje a pesar de las críticas, explica el padre Williams a ZENIT

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JERUSALÉN, miércoles, 13 mayo 2009 (ZENIT.org).- Buen parte de la prensa israelí consideran que el discurso de Benedicto XVI sobre el Holocausto, en el Memorial Yad Vashem, no ha ido demasiado lejos, reconoce el padre Thomas D. Williams, L.C., teólogo estadounidense, profesor de la Universidad «Regina Apostolorum» de Roma.

El sacerdote, que está comentando desde Jerusalén la peregrinación papal para el canal de televisión norteamericano CBS News y ZENIT analiza la «decepción» que varios exponentes judíos han manifestado tras ese acontecimiento, que tuvo lugar el pasado 11 de mayo, en el que el obispo de Roma se reunión con sobrevivientes de la Shoá.

A pesar de su explícito recuerdo del Holocausto en su primer discurso en Israel y su inequívoca condena del antisemitismo («Se debe hacer todo esfuerzo para combatir el antisemitismo donde quiera que se encuentre», el padre Williams constata que «un gran número de reportajes afirmaron que no fue demasiado lejos».

«Algunos –añade– discutieron la cuestión del hecho de que las palabras «nazi» y «asesinato» no aparecieron en su discurso en Yad Vashem, mientras que otros pensaban que el Papa debería haber pedido disculpas por la supuesta complicidad católica en el Holocausto. Otros culpaban al mismo Papa por haber sido reclutado en el ejército alemán (aunque el luego desertó) y por mostrar mu poca emoción en su discurso en Yad Vashem».

El padre Williams reconoce que «es difícil saber por dónde empezar ante esta ola de críticas (yo sólo he arañado la superficie)».

«Parece que algunos de los oyentes del Santo Padre –añade– no se sentirían satisfechos con nada de lo que el Papa pueda decir o hacer, a no ser que cayera de rodillas suplicando que la tierra se lo tragara en la más total de las vergüenzas».

«En respuesta a lo que me pareció una sincera y humilde apertura de paz y reconciliación, el Santo Padre ha sido criticado como si fuera personalmente responsable por el sufrimiento de los judíos de todo el mundo», sigue diciendo el sacerdote con sinceridad.

El padre Williams confiesa que ha luchado, en vano, «por explicar a varios israelíes que el Papa no es un hombre que expresa abiertamente sus emociones, de modo que todo lo que sea una demostración de la angustia que se esperaban de él no corresponde a su naturaleza».

«Les invité a prestar más atención a la decisión personal del Papa de afrontar este tema tan francamente, y de visitar el Memorial del Holocausto como acto central de su primer día en Israel (algo que ciertamente no se le pidió), como evidencia de su profunda cercanía. Lamentablemente, estos argumentos cayeron en el vacío».  

Mientras tanto, comenta el padre Williams, «en el otro extremo las pasiones llegan a lo más alto. El martes por la mañana recibí un mordaz mensaje electrónico de un cristiano de Gaza, que me vio en las noticias de la noche, y que vigorosamente objetaba la casi exclusiva atención dada a los judíos en los reportajes de esta visita. Su larga misiva, titulada ‘¿Qué hay de nosotros?’ enumeraba una letanía de quejas contra el trato a los palestinos por el Estado de Israel».

«Puede que usted olvide –escribía– que Israel se construyó sobre la sangre y sobre las casas de miles de palestinos católicos y cristianos». Y añadía: «Puede que usted olvide que Israel está construyendo un muro de ‘apartheid’, peor que el muro de Berlín y el sudafricano juntos». La carta seguía con este mismo estilo.

«Por un momento -reconoce el padre Williams- sentí una pequeña parte de lo que el Santo Padre debe estar experimentando mientras trata de navegar entre los tremendamente dificultosos escollos del muy sensible sentimiento religioso que penetra esta región. Como un equilibrista espiritual, tiene que oscilar con cuidado a derecha e izquierda, e inmediatamente es etiquetado como insensible o malo».

«Peor todavía -añade–, cuando trata de lograr el perfecto equilibrio, no es suficiente. Parece que a muchos observadores no les importan las verdaderas intenciones del Papa, más bien pasan todas sus palabras y acciones por el microscopio en busca de una falta».

«A pesar de esto -observa el padre Williams–, el Santo Padre parece notablemente equilibrado y sereno, señal de la profundidad de sus convicciones espirituales y su abundante confianza en la gracia de Dios para obtener abundantes frutos de este viaje. Sus días están literalmente llenos de actividades, a veces afronta un acto distinto cada hora, y a pesar de todo persevera con infatigable buen espíritu».

Una persona que al menos ostensiblemente «parecía más en sintonía con el Papa Benedicto XVI», constata, fue el presidente de Israel Shimon Peres. «En un impresionante pasaje de su discurso de bienvenida al Santo Padre, parecía captar mejor que nadie la importancia de su visita apostólica».

«Los líderes espirituales pueden preparar el camino a los líderes políticos –dijo Peres–. Pueden limpiar el campo minado que obstruye la senda de la paz. Los líderes espirituales debería reducir la animosidad, de manera que los líderes políticos no recurrieran a medios destructivos».  

«A aquellos que critican el viaje papal como ineficaz y sin ‘mordiente’ –comenta el padre Williams–, las palabras de Peres parecieron incisivas y clarividentes». «No necesitamos más vehículos blindados –añadió Peres–, sino liderazgo espiritual inspirado».

«Esto es lo que Benedicto está ofreciendo en grandes cantidades a esta tierra atribulada», comenta el padre Williams.

Traducido del inglés por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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