Benedicto XVI: Vivir de esperanza, el secreto de la fortaleza del cardenal Van Thuân

El Papa recuerda al purpurado vietnamita en el V aniversario de su muerte

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CASTEL GANDOLFO, lunes, 17 septiembre 2007 (ZENIT.org).- «Fue un hombre de esperanza, vivía de esperanza y la difundía»: éste es, para Benedicto XVI, el secreto de la resistencia del cardenal Van Thuân a enormes pruebas físicas y morales que hubo de padecer en vida.

En el V aniversario de la muerte del purpurado vietnamita, el Papa recibió este lunes, en el Palacio Apostólico de Castel Gandolfo, a oficiales y colaboradores del Pontificio Consejo Justicia y Paz, que aquél presidió.

«Han pasado cinco años, pero aún está viva en la mente y en el corazón de cuantos le conocieron la noble figura de este fiel servidor del Señor», el cardenal François-Xavier Nguyên Van Thuân, dijo el Papa en su discurso.

«También yo conservo no pocos recuerdos personales de los encuentros que tuve con él durante los años de su servicio aquí, en la Curia Romana», admitió.

De «sencilla e inmediata cordialidad», con una destacada capacidad «de dialogar y hacerse cercano a todos», el purpurado vietnamita es recordado por «su fervoroso empeño en la difusión de la Doctrina Social de la Iglesia, el anhelo por la evangelización de su Continente, Asia, la capacidad que tenía de coordinar las actividades de caridad y de promoción humana que promovía y sostenía en los lugares más remotos de la tierra», trazó el Santo Padre.

El cardenal Van Thuân (1928-2002) está considerado como un mártir del catolicismo en Vietnam. Testigo de la fe, de la esperanza cristiana, del amor a la Iglesia y a los pobres, permaneció detenido sin causa alguna durante trece años –nueve en absoluto aislamiento– en los campos de «reeducación» comunista.

Formado en Roma y consagrado obispo de Nhatrang en 1967, François-Xavier Nguyen Van Thuân había sido nombrado por Pablo VI en 1975 arzobispo coadjutor de Saigón (la actual Ho Chi Minh). El gobierno comunista consideró su designación un complot y ordenó su prisión.

Su puesta en libertad le llegó junto a la imposición de abandonar su país. Juan Pablo II le acogió en Roma y le confió cargos de gran responsabilidad en la Curia.

En marzo de 2000 conmovió a millones de personas que pudieron leer fragmentos de sus meditaciones los ejercicios espirituales que predicó a Juan Pablo II y a la Curia; compartió muchas de las experiencias espirituales maduradas en la cárcel.

El purpurado vietnamita las publicó después en el libro «Testigos de la esperanza», editado por «Ciudad Nueva».

Creado cardenal en febrero de 2001, murió al año siguiente, el 16 de septiembre. Tenía 74 años.

Poco tiempo antes del fallecimiento de este «heroico Pastor» –recordó este lunes el Papa–, Juan Pablo II le había nombrado vicepresidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, del que fue presidente después, poniendo en marcha la publicación del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia.

Al purpurado le gustaba presentarse como «Francisco Javier».

«Era un hombre de esperanza, vivía de esperanza y la difundía entre cuantos encontraba. Fue gracias a esta energía espiritual como resistió a todas las dificultades físicas y morales», recalcó Benedicto XIV.

«La esperanza le sostuvo como obispo aislado durante trece años de su comunidad diocesana; la esperanza le ayudó a entrever en lo absurdo de los sucesos que le ocurrían –nunca fue procesado en su larga detención— un proyecto providencial de Dios», siguió.

Y «la noticia de la enfermedad, el tumor, que le condujo a la muerte, le llegó casi al tiempo de su designación como cardenal por el Papa Juan Pablo II, quien alimentaba por él gran estima y afecto», recordó.

El cardenal Van Thuân amaba repetir «que el cristiano es el hombre del ahora, del ya, del momento presente que hay que acoger y vivir con el amor de Cristo», apuntó Benedicto XVI.

«En esta capacidad de vivir el momento presente se trasluce su íntimo abandono en las manos de Dios y la sencillez evangélica que todos hemos admirado en él. ¿Es posible –se preguntaba— que quien se fía del Padre celestial rechace después dejarse estrechar entre sus brazos?», añadió el Papa.

Igualmente reconoció ante los presentes su alegría por la noticia de que se emprende la causa de beatificación «de este singular profeta de la esperanza cristiana».

«Mientras confiamos al Señor su alma elegida, roguemos que su ejemplo sea para nosotros una enseñanza válida», concluyó.

Fueron recibidos en la audiencia papal el actual presidente del dicasterio –el cardenal Renato Raffaele Martino–, el secretario –el obispo Giampaolo Crepaldi–, junto a sus colaboradores; los miembros de la Fundación San Mateo, ligada al dicasterio e instituida en memoria del cardenal Van Thuân; del Observatorio Internacional que lleva su nombre, creado para la difusión de la Doctrina Social de la Iglesia; así como familiares, amigos y algunos discípulos del difundo purpurado en representación de la comunidad vietnamita.

«Al concedernos esta audiencia –expresó el cardenal Martino al Santo Padre–, se ha hecho intérprete de la relación de amor que, en la memoria y en la oración, sigue uniéndonos al cardenal Van Thuân, al ejemplo de su heroica vida de mártir cristiano, a su testimonio de indómito servidor de la Iglesia y del Evangelio de la justicia y de la paz».

El cardenal Martino –confirma una nota del dicasterio— ha nombrado a la abogada Silvia Monica Correale postuladora del proceso de beatificación del purpurado vietnamita.

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ZENIT Staff

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