ROMA, viernes, 14 mayo 2004 (ZENIT.org).- En su encuentro con Juan Pablo II, el presidente George W. Bush condenará las torturas de soldados estadounidenses en Irak, pero dejará claro que se trata de unos pocos, revela su embajador ante el Vaticano.
Jim Nicholson anticipó este viernes contenidos de los argumentos que presentará Bush al Papa, cuando le visite el próximo 4 de junio, en una entrevista concedida al diario italiano «Il Corriere della Sera».
El embajador de Estados Unidos ante la Santa Sede confirma el gran interés demostrado por su presidente para ver al Papa, hasta el punto de que ha tenido que adelantar su viaje a Roma y hacerlo en la noche, para llegar antes de que el Papa viaje a Suiza.
«Bush tiene muchas ganas de encontrarse con él porque siente la necesidad de hablar de algunos argumentos cruciales para el futuro del mundo», explica el embajador, entre otros, la situación en «Oriente Medio, en Irak y el terrorismo».
Por lo que se refiere a las torturas de soldados a iraquíes, el presidente dirá al Papa que «está profundamente apenado por todo lo que ha sucedido».
«Pero recordará también que se ha tratado de una pequeña minoría de los doscientos mil militares que han pasado por Irak: la gran mayoría se ha comportado de manera ejemplar. Quien ha cometido abusos no representa al pueblo estadounidense», aclara.
«Los Estados Unidos están de acuerdo con el paso de poderes de la ONU a los iraquíes. Pero todavía no está claro cómo puede tener lugar esto. Sólo hay una fecha, la del 30 de junio, pero por el momento no hay una nueva resolución de las Naciones Unidas».
«Es el mismo pueblo iraquí el que nos pide que nos quedemos: hemos traído agua, electricidad, escuelas, hospitales. Es una mejoría que no se lee en los periódicos», afirma.
«Nosotros somos favorables a una nueva Constitución, al retorno del poder a los iraquíes. Para ello, no podemos abandonar el terreno», indica.
Bush también hablará con el Papa del conflicto entre israelíes y palestinos. «Se relanzará la «Hoja de Ruta» –anuncia Nicholson–. Estamos firmemente convencidos de que es necesario llegar al final de conflicto a través de la creación de un Estado autónomo palestino. Y sobre este punto estamos en sintonía con la Iglesia».
