Encuentro Mundial de las Familias – Catequesis preparatoria I

Del Pontificio Consejo para la Familia y del arzobispado de Valencia

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CIUDAD DEL VATICANO/VALENCIA, jueves, 27 abril 2006 (ZENIT.org).- En preparación al V Encuentro Mundial de las Familias (EMF) –convocado por el Papa en la ciudad española de Valencia del 1 al 9 de julio–, el Pontificio Consejo para la Familia y el arzobispado de Valencia han elaborado un programa catequético para todas las parroquias del mundo.

Las catequesis, en nueve capítulos, tratan los grandes temas del Catecismo de la Iglesia Católica en una reflexión sobre la esencia de la familia cristiana, los valores del matrimonio y la transmisión de la fe.

Cada una está estructurada con un canto inicial, la oración del Padrenuestro, lecturas bíblicas y de la enseñanza de la Iglesia, y concluye con una oración por la familia y un canto final.

Los títulos correspondientes a las catequesis son los siguientes: «La familia, primera y principal transmisora de la fe»; «Dios Uno y Trino»; «La persona de Jesucristo, centro y síntesis de la fe cristiana»; «El Espíritu Santo y la Iglesia»; «Los sacramentos, momentos especiales para la transmisión de la fe»; «Los mandamientos de la Ley de Dios»; «El domingo: Eucaristía y otras expresiones»; «La piedad popular» y «La santísima Virgen María».

Como Introducción («El amor humano no puede existir si quiere sustraerse a la Cruz») a este programa catequético se propone el discurso del Papa Benedicto XVI en la apertura del Congreso eclesial de la diócesis de Roma sobre familia y comunidad cristiana (Zenit, 7 y 8 de junio de 2005).

A continuación publicamos íntegramente la I Catequesis preparatoria [página plurilingüe del EMF: www.wmf2006.org].

* * *

Catequesis primera
LA FAMILIA, PRIMERA Y PRINCIPAL TRANSMISORA DE LA FE

1. Canto Inicial.

2. Oración del Padrenuestro.

3. Lectura bíblica: Mt 11, 25-30: En aquel tiempo, Jesús exclamó: “Te doy gracias, Padre…”.

4. Lectura de la Enseñanza de la Iglesia:

1. El eterno designio de salvar a los hombres en y por Cristo, fue revelado y realizado plenamente por el Verbo Encarnado, especialmente por el misterio pascual de su muerte, resurrección, ascensión y envío del Espíritu Santo. En Cristo, por tanto, la revelación del misterio de Dios ha sido perfecta y definitiva, de modo que ya no habrá ninguna otra revelación. «Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra» (San Juan de la Cruz).

2. Esta revelación fue entregada a la Iglesia, la cual es asistida siempre por el Espíritu Santo con el fin de que lleve, de modo verdadero e indefectible, la salvación de Dios a todos los hombres de todos los tiempos y culturas. La Iglesia no ha dejado -ni dejará nunca- de anunciar este misterio, sobre todo por el ministerio del Papa y de los obispos, como principales responsables. Cada fiel cristiano también participa de esta responsabilidad, en virtud de la misión profética que ha recibido de Cristo en el Bautismo.

3. Cuando este anuncio es acogido, provoca la conversión y la fe. Ésta siempre es un don gratuito de Dios, pero requiere la respuesta y colaboración humanas de apertura y acogida. De forma ordinaria, no es posible la fe sin un anuncio explícito de los contenidos revelados. Sólo en casos excepcionales Dios infunde a un adulto directamente la fe sin un anuncio previo de su misterio. Lo ordinario es que exista esta secuencia: anuncio explícito del misterio de Dios, acogida del mismo, conversión, profesión de fe y Bautismo.

4. La familia cristiana, por el sacramento del matrimonio y por el bautismo de los padres y de los hijos, es «Iglesia doméstica» y participa de esa misión; y en cuanto engendradora de sus hijos, se convierte en la primera y principal institución encargada de transmitir a los hijos el misterio salvífico de Dios. Por ello, los padres son los genuinos transmisores a sus hijos de la fe que profesan. Los grandes santos han nacido, generalmente, en el seno de familias profundamente cristianas. Es un hecho que en los países donde la fe ha sido perseguida durante mucho tiempo, ésta se ha conservado y transmitido por el ministerio de los padres.

5. La familia no es una institución autosuficiente ni autónoma en la transmisión de la fe a sus hijos; sino que necesita estar en íntima relación con la parroquia y la escuela -sobre todo si es católica-, que frecuentan sus hijos. El modo informal (a veces ha de ser también formal) de la catequesis familiar se complementa con la catequesis parroquial y la clase de religión del centro educativo.

6. Ya en los primeros momentos del cristianismo la familia cristiana aparece como transmisora de la fe de los padres. Así como se manifiesta en la práctica de llevar a sus hijos a recibir el Bautismo y en la acogida de esta propuesta por parte del obispo, responsable de la comunidad. El testimonio de los padres jugó un papel decisivo, hasta el punto de convertirse la familia en el lugar por antonomasia donde la Iglesia trasmitía la fe. Así sucede con los países de misión; mientras que en otras naciones de gran tradición cristiana, la familia ha perdido con frecuencia este protagonismo, con el consiguiente deterioro en la fe y práctica religiosa.

7. La recuperación de una Iglesia pujante y evangelizadora pasa por la restauración de la familia como institución básica para transmitir la fe. Por eso, en dichos países la familia cristiana tiene hoy un especial campo de acción sobre todo para con otras familias no cristianas o alejadas de la práctica religiosa. Los abuelos, los hijos y otros familiares cristianos están urgidos a transmitir la fe a sus padres y consanguíneos.

5. Reflexión del que dirige.

6. Diálogo:

— ¿Perciben los esposos de hoy que la familia es la primera y principal transmisora de la fe, o desconocen o abdican de esta misión?
— ¿Son conscientes las familias cristianas de que el cumplimiento de su misión necesita un continuo contacto y diálogo con los formadores y la parroquia? ¿En qué se manifiesta o no este diálogo?
— ¿Cómo puede realizar la familia hoy el anuncio de Jesucristo a sus hijos?

7. Compromisos.

8. Oración del Ave María e invocación: Regina familiae. Ora pro nobis.

9. Oración por la familia: Oh Dios, que has dado a la familia cristiana el honor y la responsabilidad de transmitir la fe a sus hijos; concédele tu fortaleza para cumplir con fidelidad la tarea que tú le encomendaste. Por Jesucristo nuestro Señor.

10. Canto final.

© Pontificio Consejo para la Familia y Arzobispado de Valencia 2005

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ZENIT Staff

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