SANTIAGO DE CHILE, 20 noviembre 2003 (ZENIT.org).- Inspirada en la solidaridad «entre hermanos de un mismo continente», el pasado 10 de noviembre se presentó formalmente la «Fundación América Solidaria», creada por la Vicaría de la Esperanza Joven del arzobispado de Santiago de Chile.
Se trata de una organización que desde 2002 viene canalizando la solidaridad y vocación de servicio de jóvenes profesionales chilenos dispuestos a entregar voluntariamente parte de su tiempo para mejorar la calidad de vida de las comunidades que más lo necesiten en Latinoamérica.
El lanzamiento oficial contó con la presencia del nuncio apostólico en Chile, monseñor Aldo Cavalli, algunos embajadores del continente americano y más de quinientos asistentes interesados en cooperar con esta iniciativa que preside el vicario de la Esperanza Joven, el padre Galo Fernández.
La «Fundación América Solidaria» tuvo su origen 1998, en el Encuentro Continental de Jóvenes celebrado en Chile. En medio del espíritu de unidad y fraternidad de aquella reunión surgió la idea de llevar a cabo una colecta para ir en ayuda de algún país con altos niveles de pobreza y necesidad dentro del continente americano.
Lo que comenzó como una campaña dio paso a una idea mucho más amplia que con el tiempo y gracias al trabajo de un grupo de personas, se transformó en un proyecto de ayuda y cooperación para las comunidades que se encuentran en situaciones de pobreza extrema y marginalidad en diferentes países del continente.
Es así como en 2002, la Vicaría de la Esperanza Joven puso en marcha este proyecto abriendo la posibilidad a cuatro jóvenes chilenos –tres médicos y un ingeniero– de desarrollar durante un período de seis meses a un año trabajos de salud y educación en Puerto Príncipe, capital de Haití, el país más pobre de Latinoamérica.
«Con muy buena acogida entre los jóvenes de nuestro país –constatan sus promotores–, esta experiencia se repitió nuevamente en mayo de este año con un grupo de siete profesionales que se encuentran desarrollando proyectos de vivienda, producción, educación y atención médica».
El próximo año se espera repetir esta experiencia en República Dominicana trabajando junto al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
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