El cardenal Zen alienta a los católicos de Hong Kong en su defensa de la democracia

HONG KONG, martes, 4 julio 2006 (ZENIT.org).- «El sufragio universal aquí será un bien para Hong Kong y para China», animó el sábado el obispo local, el cardenal Zen, a los católicos que se encaminaban a la marcha por la democracia.

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Según los organizadores, al menos 58 mil personas tomaron parte el 1 de julio en esta cita, celebrada este año bajo el lema «Justicia, Igualdad, Democracia». La policía, que aporta datos contradictorios, reduce la cifra de manifestantes a la mitad.

Antes de esta convocatoria –que discurrió desde Victoria Park hasta las oficinas del gobierno en el barrio de Admiralty–, el purpurado se dirigió a 300 católicos reunidos en oración, recoge la agencia del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras «AsiaNews».

Fuerte defensor de la democracia en el territorio, el cardenal Joseph Zen Ze-Kiun recordó –apunta la agencia– que varios políticos locales y de China afirman que, como la economía de Hong Kong está en recuperación, no hay necesidad de democracia. Hay sectores del empresariado y de los políticos pro-Pekín que incluso defienden la idea de que la democracia perjudica la economía.

«Estas opiniones buscan poner en continua oposición política y economía. En realidad, el sufragio universal es una gran ayuda para el bienestar de la población», recalcó el purpurado.

En la jornada se cumplieron nueve años de la puesta en marcha del estatuto administrativo especial para Hong Kong, la Basic Law [una especie de Constitución de Hong Kong –ratificada por Pekín— en vigor desde el fin de la dominación británica], que «prometía al pueblo de Hong Kong un alto grado de autonomía», recordó el cardenal Zen.

«Pero la situación actual contradice esta afirmación –reconoció–. No ha habido progreso alguno y más bien parece que ha habido algún paso atrás».

Recuerda la agencia del PIME que la diócesis católica de Hong Kong y las comunidades protestantes llevan más de un año de pulso con el gobierno; éste quiere controlar las escuelas del territorio.

«Confiamos en Dios para que nos aliente. Si perseveramos, lograremos nuestro objetivo», concluyó el cardenal Zen.

Entonces los fieles reunidos oraron por la sociedad de Hong Kong, por la democracia y para que la dignidad y los derechos de la población sean reconocidos.

Los organizadores de la marcha declararon que no se trata de un desafío contra Pekín o el gobierno de Hong Kong, sino de una puesta en práctica del principio «un país, dos sistemas».

Esta marcha por la democracia se convirtió en tradición desde que el 1 de julio de 2003 más de medio millón de personas se echaron a las calles para protestar por un borrador de ley anti-sedición y criticar el fracaso del primer gobernador elegido por China, Tung Chee-hwa.

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ZENIT Staff

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