El ecumenismo necesita una «purificación de las estructuras»

Entrevista al presidente de la Conferencia Episcopal de Grecia

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

SIBIU, lunes, 17 septiembre 2007 (ZENIT.org).- El ecumenismo necesita una «purificación de las estructuras» de las Iglesias y un mayor conocimiento recíproco entre los cristianos, afirma monseñor Fragkiskos Papamanolis, ofm-cap, obispo de Syros, Milos y Santorini.

El prelado –que comenta con ironía que es católico griego y no greco-católico– es también administrador apostólico de Creta y presidente de la Conferencia Episcopal de Grecia.

Hablando con Zenit sobre las iniciativas normales de colaboración con los ortodoxos en su tierra, monseñor Papamanolis traza un breve balance de las experiencias de la reciente III Asamblea Ecuménica de Sibiu (Rumanía) y lanza un llamamiento para que todos los cristianos celebren la Pascua el mismo día,

–¿Cuál es la situación de la comunidad católica en Grecia?

–Monseñor Papamanolis: En Grecia, la presencia católica es mínima en cuanto a los católicos de nacionalidad griega. Somos el 0,5% de la población, unos 50.000. Mientras tanto, en los últimos quince años, con la caída del comunismo, la apertura de los países de la Unión Europea, y la situación inestable en Oriente Medio, los católicos hemos tenido un aumento del 700%. De 50.000 hemos pasado a ser 350.000.

Como pude informar al Papa, durante la visita «ad limina Apostolorum», en octubre de 2006, por una parte este hecho nos conforta mientras que por otra nos crea también muchos problemas, porque hay concentraciones de católicos en lugares en los que no hay presencia de la Iglesia Católica, donde no tenemos ni siquiera un lugar de culto y menos aún sacerdotes.

Por ejemplo, en la parte sudoriental de la isla de Creta, en la ciudad de Ierapetra, hay unos mil católicos y su parroquia se encuentra en Heraklion, a casi 130 kilómetros de distancia. En Ierapetra hay jóvenes parejas y niños de primaria a quienes nadie enseña el catecismo. Últimamente, hemos alquilado un local comercial y lo usamos como lugar de culto y encuentros. Lo que nos gustaría es que las Iglesias de las que provienen estos católicos nos ayudaran. Pero en su mayoría son Iglesias pobres en personal y finanzas como por ejemplo Albania.

–¿Nos puede decir en qué ámbitos sociales hay mejores relaciones entre católicos y ortodoxos?

–Monseñor Papamanolis: Sobre todo, no existe un diálogo oficial entre la Iglesia Católica y la Ortodoxa en Grecia. Pero en aquellas ciudades, o en aquellas islas, en las que hay, aunque sea discreta, una presencia de la Iglesia Católica, y, todavía más, donde tiene sede un obispo católico, hay buenas relaciones entre los obispos (ortodoxo y católico) y entre el clero, y esto es un hecho positivo que anima a los fieles a caminar hacia la unidad.

Por lo que a mí respecta, puedo decir que, en la isla de Syros, de la que soy obispo desde hace 33 años, tengo buenísimas relaciones con mi homólogo, el metropolita ortodoxo Doroteo II, que está allí desde hace sólo cinco años. Hemos impulsado iniciativas que edifican mucho a nuestros fieles. Por ejemplo, con motivo de las fiestas litúrgicas, como Pascua y Navidad, vamos juntos a visitar a los enfermos al hospital y a los ancianos de las tres residencias de la isla. Este «juntos» ha cambiado completamente el sentido de nuestra visita, porque no es sólo filantropía sino que se carga de un significado de unidad y de reconciliación entre nosotros.

Otra iniciativa, puesta en marcha hace tres años, y que llevamos adelante al menos una vez al año, es una comida conjunta de sacerdotes católicos y ortodoxos. Una vez dije al metropolita Doroteo II que, si no podemos compartir el banquete eucarístico, podemos al menos sentarnos en torno a una mesa para comer juntos, y discutir sin fórmulas prefabricadas. Y esto es lo que hacemos.

–¿Qué diálogos, entablados aquí en Sibiu, continuará a su regreso a Grecia?

–Monseñor Papamanolis: Por primera vez, con vistas a Sibiu, algo que no sucedió en las dos primeras asambleas, por iniciativa de la Iglesia Ortodoxa, y junto a las delegaciones de las Iglesias Ortodoxa, Católica y Evangélica, mantuvimos una reunión en Atenas. Un hecho saludado como un gran evento. Ahora, llegados a Sibiu, ya no somos extranjeros entre nosotros, hablamos por la calle e intercambiamos bromas de amigos.

En Sibiu, el presidente de la Comisión para las Relaciones Intraortodoxas e Intercristianas de la Iglesia Ortodoxa de Grecia, el metropolita Ignacio de Volos, nos invitó a todos a comer y decidimos seguir este diálogo luego. Sin duda, es un pequeño paso. Pero no se trata de la simple iniciativa de un obispo, si pensamos que cuenta con la aprobación del Sacro Sínodo. Comenzamos así, poco a poco, casi a escondidas, diría. En el fondo, cuando se siembra, la semilla se esconde, y luego germina y da frutos abundantes.

–En su opinión, ¿qué perspectivas ecuménicas abre este encuentro en Rumanía?

–Monseñor Papamanolis: En Sibiu, sobre todo, se ha renovado el compromiso de las Iglesias europeas de caminar hacia la unidad. Además, en el Mensaje final, hay varias propuestas en la campo social. Esperamos por tanto que este Mensaje no se archive sino que se mantenga sobre el propio escritorio. Tengo también otras ideas en mente que no aparecen en el Mensaje. Para mí, en el camino hacia la unión de los cristianos, las verdades teológicas son importantísimas, y llegar a un acuerdo sobre algunos temas es indispensable. Pero esta es ya materia para las comisiones teológicas mixtas.

Si nosotros y el ecumenismo estamos atravesando un sentimiento de cansancio, se debe a que no se da importancia al conocimiento recíproco y que siguen sobreviviendo muchos prejuicios del pasado, que las precedentes dos asambleas contribuyeron a cancelar sólo en parte. Por esto, encuentros como el de Sibiu deberían repetirse más frecuentemente, también a nivel local y nacional. Y quizá sin deber invitar a tres mil personas.

Es muy importante que los obispos conozcamos mejor la Ortodoxia, más allá de lo que se lee en los libros. Porque conocerla es no sólo saber las diferencias doctrinales sino también su sensibilidad. Y lo mismo sucede con la otra parte. Al menos en Grecia, los libros de religión adoptados en las escuelas estatales, en el pasado, presentaban como enseñanza de la Iglesia Católica, justo lo que la Iglesia Católica no enseñaba sino que más bien a menudo condenaba.

Por tanto, estos prejuicios deben caer y, poco a poco, están cayendo, gracias al conocimiento y a los contactos personales. En efecto, en aquellas ciudades o islas en las que coexistimos ortodoxos y católicos, y por tanto nos conocemos, puedo decir que los prejuicios han caído ya tanto de una parte como de la otra.

Otra vía a recorrer es la purificación de la estructuras, tanto en el Iglesia Católica como en la Ortodoxa. En la práctica, la Eclesiología sufre. Hay estructuras que deberían ser corregidas. Unos y otros debemos recorrer este camino de conversión, que no hay que entender como arrepentimiento de un pecado o de un mal cometido, sino en el sentido evangélico, en el que la palabra «metanoia» significa «cambiar de mentalidad, de espíritu». Entonces, si se cambia el espíritu, cambian muchas cosas.

–Para terminar, ¿le gustaría decir algo que le preocupe especialmente?

–Monseñor Papamanolis: Diría que nuestra pequeña delegación de la Iglesia Católica en Grecia ha presentado, aquí en Sibiu, una moción a la presidencia de la III Asamblea Ecuménica, pidiendo que se invite al Gobierno turco a respetar el título de «ecuménico» asociado al Patriarca de Constantinopla. He dado este escrito nuestro a varios obispos ortodoxos, como por ejemplo al jefe de la delegación del patriarcado Ecuménico, el metropolita Miguel de Austria, quien ha agradecido mucho esta iniciativa.

Un segundo llamamiento que quiero hacer llegar a
todos es que dejen de lado todas las terquedades y que busquemos una fecha para celebrar la Pascua el mismo día. Presenté por escrito esta moción, pidiendo que se haga presión, con insistencia, para encontrar una fecha común, la que sea, para que todos los cristianos festejen juntos esta celebración litúrgica. Es decisivo. Porque si no lo hacemos nosotros vendrá Ciro a hacerlo en nuestro lugar. ¿Saben quién es Ciro? Era el rey de Persia que, con el edicto del 358 A.C. permitió a los judíos volver y reconstruir el Templo de Jerusalén porque solos no lograban ponerse de acuerdo.

Si los cristianos no logramos ponernos de acuerdo en una fecha común para celebrar la Pascua el mismo día, vendrás los diversos gobiernos ateos a decirnos: «U os ponéis de acuerdo, o no tendremos ya en cuenta vuestra Pascua». Y por tanto en Semana Santa se seguirá trabajando normalmente, y el Domingo de Pascua será un domingo como los demás. Como ya ha sucedido en Francia.

Esto nos crea muchos problemas, a nosotros como Iglesia y también a la sociedad. Piensen simplemente en el problema de los bancos, que durante la Semana Santa se cierran en Grecia y no en otras partes, o en las familias mixtas, con un padre católico y el otro ortodoxo. La próxima Pascua la celebraremos nada menos que con cinco semanas de diferencia. Quienes siguen a la Iglesia c atólica y se remiten al calendario gregoriano, celebrarán la Pascua el 23 de marzo de 2008, mientras que la Iglesia Ortodoxa, que sigue el calendario juliano, la festejará el 27 de abril.

Nosotros, desde 1968, distanciándonos no sin dolor de Roma, gracias a un permiso especial del mismo Pablo VI, celebramos la Pascua con los ortodoxos el mismo día, pero incluso esta solución no está exenta de problemas. Me auguro que todos puedan decir en Pascua: «¡Cristo ha resucitado!». Sin una Resurrección por etapas.

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación