CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 30 mayo 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II aseguró en este domingo de Pentecostés que es el Espíritu Santo quien hace de los cristianos «sembradores de esperanza, agentes de misericordia y de paz».
En Pentecostés, aseguró al rezar la oración mariana del «Regina Caeli» junto a varios miles de peregrinos, «nace la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo esparcido por el mundo».
«Está compuesta por hombres y mujeres de toda raza y cultura, reunidos en la fe y en el amor de la Santísima Trinidad, para ser signo e instrumento de la unidad de todo el género humano», aclaró hablando desde la ventana de su estudio que da a la plaza de San Pedro del Vaticano.
«Conformados por el Espíritu en Cristo, hombre nuevo, los creyentes se convierten en sus testigos, sembradores de esperanza, agentes de misericordia y de paz», afirmó.
El Santo Padre invocó al concluir su intervención, pronunciada con voz clara en un día de sol radiante, la intercesión de María «para que se renueven en la Iglesia los prodigios de Pentecostés y todos los hombres puedan acoger el alegre anuncio de la salvación».
