CIUDAD DEL VATICANO, 2 noviembre 2003 (ZENIT.org).- En este domingo, día de los fieles difuntos, Juan Pablo II dejó espacio a sus confidencias en su encuentro con los peregrinos, en particular los polacos, y agradeció las oraciones que en estos días se han elevado por sus familiares fallecidos.
Tras rezar la oración mariana del «Angelus», junto a más de 10.000 peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano, el pontífice, tomó la palabra en polaco para improvisar un saludo a sus compatriotas.
El Santo Padre agradeció en particular a los fieles de su antigua arquidiócesis, Cracovia, por las oraciones que han elevado en estos últimos días ante la tumba de sus padres, y de su hermano.
Se trata de su padre, Karol, antiguo oficial de la armada austro-húngara y de la armada polaca, fallecido en 1941; de su madre Emilia, fallecida en 1929, cuando el Papa tenía nueve años; y de su hermano Edmund, fallecido en el ejercicio de su profesión a los 29 años.
En su último viaje a Polonia, el 18 de agosto de 2002, Juan Pablo II se detuvo en oración ante los restos de sus seres queridos, enterrados en el cementerio de Rakowicki, junto a Cracovia.
