El Papa: Las vocaciones, un problema de todos

Recibe a los socios del Club Sierra Internacional

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CIUDAD DEL VATICANO, 7 dic (ZENIT.org).- La promoción de las vocaciones sacerdotales es una tarea de todo bautizado. Lo confirmó esta mañana Juan Pablo II al encontrarse con los peregrinos jubilares del Club Serra Internacional.

Se trata de una dimensión importante de «vuestra llamada bautismal», que es «esencialmente una llamada misionera», explicó el Papa, recordando el ejemplo del beato Junípero Serra, el franciscano español evangelizador de California, en que se inspira esta organización.

El Club Serra surgió hace 65 años en Seattle (Estados Unidos) y hoy día cuenta con 23 mil socios en 36 países de los cinco continentes, agrupados den 768 clubes. Se trata, en la mayoría de los casos, de profesionistas, hombres de negocios, industriales, que están comprometidos precisamente en el apoyo a los jóvenes llamados al sacerdocio.

Desde inicio de los años noventa, el Club se ha extendido por Europa del Este. El año pasado se inauguraron los centros de San Petersburgo y de Moscú. Cada año, están surgiendo treinta nuevos clubes, en varias partes del mundo. Entre sus socios, se encuentran personajes de renombre, como Don Keogh, presidente de Coca Cola, o Edward Lundy, vicepresidente de Ford.

En su encuentro, con los 2.500 socios presentes hoy en Roma, el Papa recordó aquellas palabras de Cristo que hoy tienen candente actualidad: «La mies es mucha pero los operarios son pocos».

«El horizonte de la mies del Señor –constató el Papa–, no tiene confines, no sólo si consideramos las necesidades pastorales de la misma Iglesia, sino también el inmenso número de personas que todavía esperan el primer anuncio del Evangelio».

Al mismo tiempo, sin embargo, consideró que hoy también se puede tocar con la mano esa «necesidad de Cristo que está surgiendo en los jóvenes, en el mundo de la cultura, y en los grandes desafíos éticos y sociales de nuestro tiempo».

Para responder a estas exigencias, el Papa afirmó que toda la Iglesia debe convertirse en una comunidad «de heraldos y testigos». Una comunidad en la que todo bautizado tiene «una misión específica» y «está llamado a cooperar con la providencia» para que la «llamada de Dios pueda ser escuchada y reciba una generosa respuesta por parte de aquellos a quienes está dirigida».

Las vocaciones, añadió, es algo que afecta a toda la Iglesia, «como cuerpo de Cristo», por tanto, el problema de las vocaciones no sólo debe afectar a los pastores, sino que debe involucrar a todos, «en particular a las familias y a los educadores».

Antes de despedirse de los socios del Club Serra, el Papa les exhortó: «Salid al paso, con la caridad que os caracteriza, de las exigencias de las vocaciones pobres».

Antes de encontrarse con el Papa, estos peregrinos procedentes de numerosos países realizaron esta mañana la procesión penitencial y atravesaron la Puerta Santa en signo de conversión. Después, en la Basílica vaticana participaron en la celebración eucarística, presidida por el arzobispo Zenon Grocholewski, prefecto de la Congregación vaticana para la Educación Católica.

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ZENIT Staff

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